Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

miércoles, 15 de mayo de 2019

GLOSA. Novela de Juan José Saer



    Juan José Saer nació en Serodino en 1937 y murió en París, donde vivió casi 40 años dando clase en la Universidad, en 2005.
  De su obra se ha dicho que es la mejor narrativa que ha dado Argentina después de Borges. Ensayista, novelista, cuentista y poeta.
  Su estilo se ha calificado como complejo, original y difícil de encasillar.
  Una idea en la que insiste en sus textos:” La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua.”.
  No me explayaré, ni siquiera me detendré en recopilar aquí datos que se pueden encontrar con facilidad y solo serían una copia. Únicamente me interesa dejar constancia de la impresión que me ha causado la lectura de su novela GLOSA.
  Es una obra compleja. Cuando se empieza su lectura uno piensa que no podrá continuar, que no entiende nada. No obstante, pronto hay algo que cautiva y nos lleva a leer con avidez las 220 páginas que la componen.
  Un primer problema con que nos podemos encontrar es la lengua. Evidentemente hay innumerables términos del habla de argentina que dificultan, a veces, la comprensión del texto. No obstante, el contexto ayudará.
  La obra se divide en tres partes que se corresponden con cuadras (manzanas de casas en el habla de argentina
Primera parte: las primeras siete cuadras
Segunda parte: las siete cuadras siguientes
Tercera parte: las últimas siete cuadras.
  Llama la atención, de momento, la presencia de los números tres y siete. Ambos tienen en ciertos ámbitos un valor cabalístico o esotérico.
  El siete abunda en la Biblia, y textos religiosos, aunque sin valor cabalístico, creo. Las siete plagas de Egipto., los 7 pecados capitales, los 7 sacramentos, las 7 virtudes, 7 días de la creación
  En otros ámbitos: siete los sabios griegos, siete las maravillas del mundo, siete novias para siete hermanos, los siete enanitos, los siete colores del arco iris, los siete días de la semana, las siete notas musicales…
  Desde la Antigüedad, el número siete apareció como una manifestación del Orden y de la Organización cósmicos. El Número 7 está considerado como Eficiencia, Integridad, Concentración, Clemencia, ansias de Vida Ascendente.
  Otro número muy repetido en la novela es el tres. El tres, leemos, es un número perfecto, la imagen sensible de la divinidad. Son muchas las triadas divinas que podemos encontrar.
  En el tres existe Armonía, Arte, Belleza. El 3 permite la realización de nuestros caros anhelos. Recordemos también que al trébol se le adjudica el significado de buena suerte.
  Todo esto no ha sido mas que una digresión, no sé si inútil, una serie de elucubraciones tal vez absurdas sobre un aspecto que me ha llamado la atención.
  Vuelvo a la obra. Sin olvidar que, a pesar de que el autor ha roto con la tradición decimonónica de estructurar la novela en: Presentación, desarrollo y desenlace, la ha dividido en tres partes.
  El número total de cuadras es veintiuno. Múltiplo tanto de siete como de tres.
  Y podríamos seguir elucubrando con la presencia del número tres. Algunos personajes aparecen en grupos de tres. Por ejemplo. Isabel, Leto y su padre; Isabel, su marido y Lopecito; a partir de un cierto momento los personajes que dialogan son tres: el matemático, Leto y Tomatis; también al cumpleaños de Washington llegan otros personajes en trío: Héctor, Elisa y Rita Fonseca. Por otro lado, son tres los mosquitos de la absurda historia que ocupará varias páginas. Incluso el tiempo aparece en tres segmentos: presente (el relato principal, el que transcurre alrededor de las cuadras) pasado y futuro en los numerosos casos de analepsis y prolepsis. Así como en las digresiones.
 La idea ¿pudo actuar en el autor de forma consciente o inconsciente? O ¿es casual?
Centrémonos en los conceptos de tiempo y espacio.
  Se inicia la obra situándonos en un tiempo impreciso. Podría ser octubre o noviembre; ¿año? Sesenta o sesentaiuno; ¿día? Cualquiera, por ejemplo el catorce, o el dieciséis, el veintidós o el veintitrés. Se decide por  el veintitrés, por ejemplo. Y de 1961. "Qué más da". Agrega. Esta imprecisión va a impregnar  la novela.
Se ha dicho que Saer presenta sus historias de forma compleja, no según el tiempo histórico sino de un tiempo subjetivo
Hemos empezado hablando del tiempo. Ese día, un tanto impreciso, da igual cual sea, de 1961, en que se inicia la acción es el tiempo en que esta se va a desarrollar: un día. No obstante, hay otro tiempo. Habrá en varias ocasiones tanto analepsis, desplazándonos a 1949; como prolepsis, llevándonos a 1969.Por ejemplo.
. Unas veces forman parte del relato del narrador omnisciente, otras son recuerdos de los personajes que aparecerán como reflexiones o monólogos que se producen, con un realismo asombroso. Mientras un personaje habla, casi en un continuo monólogo, el receptor se abstrae en sus propios pensamientos y/o recuerdos, también en forma de monólogos.
  Mas no olvidemos que tiempo y espacio en una novela van o han de ir siempre de la mano. En este sentido, tal vez tendríamos que calificar esta novela, según el criterio de E.   MUIR como novela chronicle puesto que se da una descripción de la vida a través del tiempo y del espacio.
Según Thibaudet en la temporalidad está la clave de la composición novelesca.
 El profesor Baquero Goyanes considera que. El tiempo del novelista tiene necesidad del espacio, para asociarnos a los procesos concretos de los personajes y para que, en virtud de su entrecruzamiento, pueda darse la composición de un mundo. Agrega que, en una novela necesitamos siempre del transcurso del tiempo para poder percibir claramente su estructura. La novela, pues, es proceso.
Y para terminar con este aspecto recogeremos las palabras de Charles Du Bos según el cual “La longitud es la necesidad primordial de la novela que se proponga situarnos en posesión de un mundo…" "…el tiempo del novelista tiene necesidad del espacio para asociarnos a los procesos concretos de los personajes, y para que, en virtud de su entrecruzamiento, pueda darse la composición de un mundo"
  Pasemos ahora a prestar alguna atención al espacio. También habremos de recurrir a alguna opinión autorizada en lo que a Saer o a los aspectos novelísticos en general se refiere.
  Empezaremos por lo que dice Piglia a propósito del espacio en la obra de Saer. Considera que en la obra del autor que nos ocupa la cartografía ficticia es siempre la ciudad de Santa Fe y sus alrededores, aunque aparece normalmente citada como “La Zona Eso sí, será siempre su tierra natal.
Considera Piglia que el universo de Saer no se ubica en un espacio ni enteramente ficcional ni enteramente concreto, sino en un territorio ambiguo donde no suelen aparecer nombres concretos.
No obstante, en Glosa, ya en la primera página nos da el nombre de la primera calle por la que se va a mover Leto: San Martín, la calle principal. También cita la ciudad de Rosario; Rincón, donde tiene lugar la fiesta de Washington; o Arroyito…   considera, así mismo Piglia, que el espacio de Saer se mueve entre el documento y la creación; que, no obstante, consigue dar unidad al relato, aunque convirtiéndolo en complejo y compacto. De esto puede dar razón cualquier lector.
Tampoco podemos olvidar el concepto de narrar que el propio Saer expone en “El concepto de ficción” Para él “narrar no consiste en copiar lo real, sino en inventarlo…”
  Así pues, el tiempo se distribuye en presente, el transcurrido durante el recorrido de las veintiuna cuadras; pasado y futuro en las reflexiones y recuerdos de los personajes y del mismo narrador.
El espacio será más variado.
Numerosas la calles por las que andan Leto, el Matemático y Tomatis. Están descritas con todo lujo de detalles, lo que confiere una intensa sensación de lentitud. No solo eso, es que se detallan los atascos en la circulación, las dificultades para cruzar una calle, etc..
Los lugares que ha visitado el Matemático que acaba de regresar de Europa.
 El viaje de Leto con su madre a Rosario.
Rincón donde tiene lugar la fiesta de cumpleaños de Washington.
El barco en el que el Matemático y Botón se encuentran y éste relata su versión del ya famoso cumpleaños.
Además de interiores de casas, etc. 

  Hemos hablado de imprecisión. Imprecisión en la historia que cuentan tres personajes desde sus diferentes puntos de vista; en las opiniones y discusiones sobre alguna expresión…
  Al principio pensamos en un narrador omnisciente, que estará presente en toda la obra y narra como si estuviera haciéndolo de viva voz, hablando con alguien, por la frecuente repetición de latiguillos como ¿no?, decía. O ¿se trata acaso de un monólogo interior? En efecto parece que la novela está construida a modo de   monólogo interior en el que alternan el diálogo y los pensamientos de los personajes.
  La acción propiamente dicha podríamos decir que se inicia in media res. El narrador hace aparecer al primer personaje: Leto (Ángel Leto). Se detiene ahora, como hará a lo largo de toda la obra, en contar con toda suerte de detalles la situación, incluso emocional de Leto, una serie de recuerdos de un tiempo no demasiado lejano. Recuerdos que sirven para presentar a otros personajes, Isabel (la madre), el padre, Charo y Lopecito ¿Cómo no recordar aquello de que “novelar es demorarse con amor”? También el lector forzosamente  se demora pues la lectura casi le obliga a detenerse a cada paso, para comprobar por dónde camina Leto, qué piensa, con quién se cruza o se tropieza. Es una mañana de primavera y casi nos sentimos en la necesidad de aliviarnos de ropa pues está subiendo la temperatura, o a mirar cómo será la sombra que proyecta el sol. Entre los recuerdos de Leto se nos “cuela” otra historia, en la que introduce la voz de otro personaje.
  Si nos fijamos parece una escena cinematográfica. Podríamos, si se tratara de un vídeo, detener la imagen y dibujar el trazado de las calles con sus manzanas o cuadras, escuchar el claxon de los coches, etc. El relato, todo él, se desarrolla a cámara lenta.
  Cabría ahora recordar que el autor antes de trasladarse a París fue en la Universidad Nacional del Litoral profesor de Historia del cine y Crítica y estética cinematográfica. Es fácil pues comprender que su técnica narrativa tenga una gran influencia cinematográfica.
 Al cabo de varias páginas hará su aparición otro personaje, que va a seguir junto a Leto casi todo el resto de la novela. Es el Matemático. Su descripción será a base de establecer un contraste con Leto. A través de él el narrador expondrá algunas curiosas opiniones sobre Europa de no menos curiosa manera. Cada ciudad el Matemático la identifica de forma más o menos similar varias veces a lo largo del relato. Londres, un problema de alojamiento y unos manuscritos en el Museo británico; París, una lluvia inesperada; Aviñón, un calor matador….
  Con la aparición de este personaje el relato se convierte casi en un diálogo, aunque a veces parezca un monólogo. Y el narrador alternativamente será el omnisciente y el Matemático. A partir de un momento dado van a hablar de una fiesta en la que ninguno de los dos estuvo, pero el Matemático tiene la versión de Botón. La fiesta es el cumpleaños de Washington Noriega. Este es en cierto modo el núcleo o tal vez el motivo de la novela. A través del relato de la fiesta aparecen otros personajes tan curiosos, al menos  como los que ya conocemos. Veamos: Un poeta, al que se nombra solo así, Cohen y Silvia su mujer, Tomatis y Beatriz, Barco y la Chichito, Basso, Marcos Rosemberg, el Centauro la señora de Basso, Noca, el Gato, Héctor, Elisa y Rita Fonseca. De todos tendremos cumplida información: aspecto, costumbres, manías, trabajo…
Habrá dos versiones de la fiesta, en ciertos aspectos diferentes, una de Botón y otra de Tomatis, que aparece en un momento dado y acompañará a lo largo de varias cuadras a los dos primeros personajes, quedando ahora el dueto convertido en terceto. Hay situaciones que al lector pueden parecer absolutamente absurdas. No tanto si intenta integrase en ese mundo y ambiente tan especiales que conocemos por el total de la literatura hispanoamericana. Por ejemplo se plantean discusiones acerca de si es posible que un caballo tropiece; o sobre la historia de los tres mosquitos. Todo ocurre a cámara lenta, lentísima, diría yo.
Hemos hablado de tres versiones de una historia, entre otras cosas, o sea que hay unas historias dentro de otras. Además, están las de cada personaje que descubriremos en sus monólogos que nos irán llevando hacia atrás o hacia adelante en el tiempo.
Quizá podríamos hacer aquí un inciso para recordar lo que para Saer (son sus palabras) es escribir.” Escribir es sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen”. Bien mirado esto nos lleva, una vez más al cine.
En este sentido podemos encontrar lo que podríamos identificar con los diferentes planos cinematográficos. Unas veces planos generales, otras incluso primerísimos planos. Tanto nos presenta la amplia panorámica de una serie de calles que se cruzan como el detalle de los zapatos de un personaje.
Es muy importante recrearse en el uso del lenguaje, pero muy complicado en una obra de esta índole. No solo hay que recurrir al español de américa latina. Es que cada personaje tiene, como es natural, su forma peculiar de hablar, así como el narrador omnisciente. Sus latiguillos, frases recurrentes, etc.
Decía Saer que” el uso persona de la lengua es el jardín secreto en el que cada uno cultiva las especies de su predilección”.
Esto nos lleva, no solo a descubrir el valor que para el autor tiene el uso de la lengua en la obra escrita, sino también a señalar otro rasgo destacable en la obra: las reflexiones sobre asuntos poéticos y lingüísticos. Una incursión en la función metalingüística del lenguaje.
Así: Teorías del Matemático sobre la versificación.
En la historia de los mosquitos: …nadie dice los mosquitos, todos dicen el mosquito, como si fuera siempre el mismo o como si, por medio de esa sinécdoque, que le dicen, se tratara de escamotear …el problema fundamental ¿Uno o muchos…”
O las elucubraciones sobre sobre si es correcto o no, decir que un caballo tropieza.
Evidentemente, no podemos obviar el perspectivismo que impregna toda la obra, como se ha podido observar.
Espero si no he conseguido un estudio digno de esta obra, sí haber contribuido a que se lea.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Somos lo que hablamos. (Rojas Maros)



 

 Hablar es la actividad humana natural más eficaz  la hora de proteger la autoestima saludable, gestionar nuestra vida, disfrutar de la convivencia  y las relaciones afectivas, y estimular los dispositivos naturales que facilitan nuestro bienestar físico, mental y social”

Hace días oí y escuché en la SER una entrevista al psicólogo Rojas Marcos. Me pareció interesante lo que decía acerca de los beneficios de hablar y decidí leer su libro “Somos lo que hablamos”.
  Verdaderamente es interesante. Habla de todas las ventajas que reporta hablar. Hablar con los amigos, con la familia, con los compañeros de viaje…También hablar con uno mismo. Ventajas que van desde la salud física y mental a la longevidad.
  No obstante, me he quedado sin respuesta para algunas situaciones relacionadas con ese magnífico don de HABLAR.
  Por ejemplo, no dice nada acerca de esas situaciones en las que el interlocutor, si se le puede llamar así, cuando empiezas a contarle un episodio de tu vida, en lugar de escucharte, te da su versión. Tengo varias experiencias curiosas en este sentido.
  Un verano, mientras estaba en la playa, alguien entró en mi vivienda habitual y robó. Fue un robo con características propias como casi todo en esta vida, pero creo que no pude llegar a dar mi versión completa a nadie. Quien, apenas yo pronunciaba el enunciado “me han robado”, relataba que me habían reventado la puerta blindada, que me habían dejado toda la casa patas arriba, que me habían vaciado todos los cajones, etc. etc. Si yo conseguía negar alguno de esos supuestos, hacían lo de Groucho Marx, tenían otros y cambiaban el relato. Si yo conseguía aventurar que por determinadas características pensaba que había sido una mujer, o dos, rápidamente me sugerían que habría sido la asistenta. Lo dicho, creo que mi versión no la llegó a oír nadie y menos a escuchar.
  En los días en que estuvimos con las comunicaciones de RENFE interrumpidas o alteradas a causa de las obras del AVE, tuve que hacer dos viajes a Madrid. Después de ellos, me encuentro con una amiga que me pregunta qué he hecho últimamente y cunando digo que he ido a Madrid, me cuenta con  todo lujo de detalles el viaje que he hecho, que dicho sea de paso, no se parecía a la realidad pues yo me lo había organizado a mi modo.
  A veces, en alguna reunión he intentado introducir una opinión y me han cortado a la segunda palabra. Se podrá pensar que tal vez había empezado a proferir alguna sandez. No puede saberse puesto que no la he podido decir completa.
  Me he encontrado mil veces con que empiezo y… “pero deja que te diga…” y dicen, dicen, dicen… O me interrumpen y hablan so pretexto de que como sabían lo que iba a decir deciden decirlo ellos o él o ella, o ellas…Este señor tendría que asistir a alguna de mis reuniones o charlas familiares.
  Por otro lado, yo habría necesitado una respuesta a esta otra pregunta ¿Qué función representa la escritura si supone la sustitución de hablar? Supongamos que, dejando aparte los ejemplos anteriores, por los motivos que sea, hay cosas que no podemos contar a nadie de nuestro entorno. ¿Es una buena terapia escribir, aunque no lo vaya a leer nadie?
  También insiste en que nuestros soliloquios deben ser optimistas, dándonos buenos consejos, animándonos. ¿Cómo hace eso el que sabe por experiencia que no se le da ni supone valor alguno o muy poco?
  Habla de que las personas optimistas tienen más posibilidades de tener buena salud y vida porque como saben que las enfermedades tienen cura, o lo suponen, van al médico, siguen a rajatabla una medicación…Pues yo conozco quien se pasa la vida de médico en médico, medicándose, cuidándose y siempre está fatal, incluso se sienten siempre mal. Y quien hace lo contrario y supera todo lo que la vida le endosa. Por ejemplo, sabemos que la artrosis va unida a la edad y que no tiene cura. Únicamente en caso de dolor fortísimo tomar algún analgésico. ¿Es pesimismo saberlo y aceptarlo y optimismo andar mareando al médico y destrozando estómago, hígado e intestino a fuerza de tomar medicinas que no resuelven nada?
  Y, por último ¿Cómo hablar si no encontramos quien nos escuche o a quién poder contar nuestros, sueños, ilusiones, penas, decepciones…?
En conclusión. El libro es muy interesante, pero a mí no me ha resuelto mis mayores dudas.
Y termina” Hablar es una actividad que contribuye a la salud en su sentido más amplio y que estimula y protege nuestra calidad y cantidad de vida”
Estaría bien compartir opiniones. ¿No?