Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

domingo, 15 de octubre de 2023

 

 

HOMENAJE PÓSTUMO

…Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

(Gustavo Adolfo Bécquer)

 No veo la oportunidad de los homenajes póstumos. Los reconocimientos cuando uno está vivo y los puede disfrutar. Después, al homenajeado no le sirven de nada y a los que han quedado les remueven el alma. ¿Se habría merecido un homenaje? Sí. pero vivo, dentro de 10 o 20 años, para reconocer toda su extraordinaria labor. Ahora, no le veo sentido. No es que no lo merezca, es que es absurdo, casi estaba empezando. Además, a él no le gustaban estas cosas, pero ¿Cómo rechazarlo?

Apenas hace un año que lo perdí. Tuve que aceptar toda la parafernalia

del entierro según su familia, aun sabiendo que él lo rechazaba.

     Recuerdo cuando sus padres llegaron, más bien irrumpieron, al tanatorio; yo explicaba al funcionario nuestra situación y su deseo de ser incinerado. Su madre me apartó, dijo que yo allí no pintaba nada a pesar de que el funcionario le expuso las razones por las que tenía derecho a decidir. ¡incinerado! _dijo_ ¡Qué locura, mi hijo reducido a cenizas! Le recuerdo_ dijo el funcionario_ que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Ella en sus trece. Hubo que ceder. Luego en la misa de corpore insepulto que se empeñó en que hubiera ¡qué vergüenza! En primera fila, a la izquierda yo y todos nuestros amigos; el bueno de Nicolás no me abandonó; tan discreto como siempre. La verdad es que lloró casi tanto como yo.  A la derecha su familia y los suyos. Al terminar, a mí todos los amigos y compañeros de carrera, incluso profesores me daban sus condolencias, sinceras, con abrazos de veras llenos de amor. Los suyos ni me miraron. Nuestros amigos, educados, sí se dirigieron a ellos. Solo su tía, Lurdes me abrazó y me ofreció su cariño y ayuda. Al acabar el teatrito, su padre me dijo: nos veremos pronto por el asunto de la herencia. ¡Menudo enfado cuando supieron que su hijo había hecho testamento a mi favor!!

Yo estaba abrumada ante las condolencias. ¿Qué sabe nadie lo sola que me quedo?, pensaba.

 Hoy me obligan a vivir otro protocolo de los que siempre huíamos. Otra vez las condolencias junto con las felicitaciones por haber tenido la dicha de gozar del amor y la compañía de un hombre excepcional. ¿Qué sabe nadie cómo era si no han pasado a su lado días, meses, años, felices, trabajando en equipo, soñando proyectos afectivos y de trabajo?

Con el homenaje queda cerrado un capítulo de mi vida. Un capítulo que se inició como una fiesta y ha acabado en dolor. Habíamos soñado con crear una familia, pero natura no ha querido. ¡Si al menos me hubiera quedado un hijo nuestro, un pedacito de él! ¡No sé cómo voy a vivir sin ti, mi vida! Me ayudará el trabajo. Todo lo que habíamos soñado y estábamos empezando a poner en práctica, se hará. Por suerte tenemos un buen equipo de trabajo.

De nuevo sola en casa. Estoy agotada, no puedo más. Voy a ver si consigo dormir. ¿Dormir sin ti? ¿Vivir sin ti?

domingo, 1 de octubre de 2023

 

 

MIEDO

Siempre estuvo ahí. De niña, por las noches, las escaleras, los patios sin luz, las malditas costumbres de mamá…Miedo a la oscuridad, a los ruidos que pueblan los silencios nocturnos… Creció y el miedo seguía ahí. Miedo a un armario que no cierra bien, a las sombras proyectadas en la pared gracias a las luces que se colaban de la calle…

Con el tiempo el miedo cambió de matiz. Miedo a hacerlo todo mal, a no sacar buenas notas, a no responder a lo que se esperaba de ella, a no ser el número uno…

Más tarde, miedo a no ser vista, a no gustar, a no ser útil.

 Llegaron otros miedos. Miedos íntimos, del alma. Irreconciliables con la felicidad y la paz de espíritu. Eran miedos que cubrían de una forma u otra todas las horas del día.

 Finalmente comprendió que, sin saberlo, había vivido en un constante estado de miedo, de pánico incluso, y supo por qué. Había llegado a tener miedo al miedo.

¿Rectificar? Ya imposible. Pero, dejó de tener miedo a algo: a la muerte.  No la buscó, mas temió que: “su paso por el mundo nadie lo recordaría”.

Siempre el miedo estaba ahí.