Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

miércoles, 15 de diciembre de 2021

  

  . Jacinto Benavente. La lectura veraniega de los Nobel

 Por variar voy a volver a las lecturas del verano

 No sé si habrá quien se desespere y caiga en el aburrimiento en los largos y cálidos veranos de esta tierra nuestra. Nada mejor para llenar esas horas libres que nos proporciona este periodo vacacional que la lectura. Llenar la maleta de libros. A fin de cuestas la ropa veraniega ocupa y pesa poco. Es más, hoy con los libros electrónicos ahorramos espacio y peso.

Yo, los últimos años, he dedicado los largos días de la canícula a leer o releer a los clásicos, incluidos los premios Nóbel.

Empecé, este último verano, por nuestro Nóbel D. Jacinto Benavente. Casi olvidado en los libros de texto que me tocó estudias allá por los años 55/65 del siglo pasado. Luego el trabajo, aunque relacionado con la Literatura no me permitió profundizar en el estudio de su obra ni de otros muchos grandes escritores.

El volumen de los Nóbel, que tocaba leer este verano, comprendía en primer lugar cuatro obras de D. Jacinto. “La malquerida”, “Los intereses creados”, “la losa de los sueños” y “la fuerza bruta”.

Casi me avergüenza confesar que he descubierto a estas alturas de mi vida, unas hermosas obras. Quizá mi justificación esté en el sistema educativo de la época en que me tocó estudiar y que desgraciadamente no ha cambiado mucho en la actualidad.

  Curiosamente de Benavente diría D. Ángel Valbuena que es un autor de tono medio que, no obstante, puede elevarse a un plano de dignidad y fuerza dramática, aunque, salvo en dos o tres casos notables, rehúye las estridencias de una verdadera tragedia.

  Empiezo por “La malquerida” (1913). En el prólogo del texto que manejo la define, según un comentarista de la época, como “drama de raza, drama pasional, intenso, casi tragedia griega, desarrollado en un pueblo de Castilla…” continúa señalando que hay en ella un soplo de Esquilo y Sófocles.

  Está claro que este soplo se refiere al aire de tragedia griega que se respira en la obra. Compuesta en tres actos, si bien cada uno se divide a su vez en varias escenas. El espacio es único. El tema nos lleva inevitablemente al mito de Fedra o la leyenda de Fedra e Hipólito. En este caso la acción está cambiada. Es el padrastro el que se enamora de la hijastra, mientras en la tragedia griega es Fedra, madrastra, quien se enamora de Hipólito, hijastro. También el desenlace difiere pues aquí el marido mata a la madre y se entrega. La hija resulta ser menos inocente de lo que parece era Hipólito. Está claro que el mito griego solo actúa como fuente de inspiración, algo frecuente entre los escritores y tal vez todos los artistas.

  Al darme cuenta de este detalle que no conocía o no recordaba, he querido comprobar que estoy en lo cierto y recurro al que fue mi profesor D. ángel Valbuena que en este sentido califica la obra como producción trágica, del retorcido tema del seudoincesto, con el trazado de la vida de pueblo, llena de odios y venganzas y un tipo maternal hondamente logrado. Esto nos lleva a una diferencia con la tragedia griega: la clase social de los personajes totalmente alejados de aquellos del original.

 Enlazamos aquí con la calificación bastante extendida de drama rural. Algo similar a lo que ocurrió con algunas obras de Lorca. Concretamente “La casa de Bernarda Alba” que también contiene numerosos elementos tomados de la tragedia griega.

Se me ocurre entrar en Internet y encuentro interpretaciones sorprendentes que prefiero no incluir pues requeriría un profundo análisis.

  En cuanto al valor ético o moral de la obra y/o sus personajes, algo en lo que entran algunos comentaristas, opino que cada lector sacará las conclusiones pertinentes.

  Algo que también llama la atención en la obra es el uso del lenguaje vulgar que ha adoptado el autor para sus personajes. Tal vez se haya excedido un tanto o no haya sabido reflejarlo a la perfección, pero podríamos decir que respetó la norma que Lope llamó decoro poético. Reflejar la clase social de los personajes a través de su forma de hablar que también hicieron Cervantes y Galdós, por citar ejemplos notables.

  En este sentido, señala Valbuena que Benavente se equivocó en el léxico al querer remedar el habla vulgar. Es posible. Leo en algún otro lugar, y esto me desconcierta un tanto, que el hecho de que todos los personajes piensen y hablen muy ramplonamente rebaja bastante la fuerza dramática. Insisto ¿Cómo deberían hablar? ¿Cómo números de la RAE? En otro lugar leo que en las conversaciones que mantienen los personajes utilizan un lenguaje coloquial, propio de la burguesía acomodada de la época. En principio mal redactado. ¿Lenguaje coloquial? ¿A estas alturas no distinguimos entre lenguaje coloquial y vulgar o infracoloquial? Y otra perla ¿Los personajes pertenecen a la burguesía acomodad de la época?

En fin, yo quería comprobar que no erraba en mis conclusiones y he descubierto que debo vivir en otro mundo, ser marcina, algo así.

Como mi intención no es hacer una tesis sobre Benavente sino trasladar mi humilde opinión sobre lo que he leído, continúo con algún detalle de

Los intereses creados. –

En el prólogo a la edición que manejo leo que esta obra como “la fuerza bruta” tiene como mundo de inspiración la época que el autor pasó en Rusia como empresario de circo. Ahí encontró la base realista para el argumento de ambas obras.

Tal vez habría que recordar la constatación de que a finales del siglo XVIII se hizo muy popular la Commedia dell ´arte en Rusia, sobre todo en Moscú y San Petersburgo. Y más aún, que a principios del siglo XX un grupo de dramaturgos, actores y pintores rusos resucitó muchos de los esquemas de la Commedia.

  Leer el listado de los personajes al principio de la obra me lleva inevitablemente a la Commedia dell´ arte: Polichinela, Arlequín, Colombina, Capitán, Pantalón, el doctor…

 Por primera providencia compruebo la identidad de los personajes. Efectivamente coinciden, Es más, algunos con nombre distinto también tienen su correspondiente en la comedia. Así: Silvia que tendría su equivalente en Rosaura y Leandro sería Lelio. Incluso la acción ocurre en Italia.

 Según Valbuena, la candorosa Silvia con su amor por Leandro purifica los interese materiales que inundan la obra.

 Precisamente según Valbuena estos personajes se han adaptado a las características del teatro clásico español. Así, Crispín derivaría del gracioso o del Clarín calderoniano. Precisamente considera la obra, ingeniosa comedia de fina gracia satírica y bellos efectos, como lo mejor de Benavente y destaca la precisa frase en los diálogos de los personajes.

 Por su parte Lázaro Carreter hace notar que el único personaje complejo y que merece un detallado estudio es Crispín.

 A propósito de este personaje llama la atención una frase que bien podría ser de rabiosa actualidad” Mejor que crear afectos es crear intereses 

También Dámaso Alonso prestó atención a esta obra y creyó haber encontrado otra innegable fuente de inspiración pues el parecido entre ambas tramas es más que evidente, “El caballero de Illescas” de Lope de Vega.

Es una delicia disfrutar de esta obra, aunque sea solo leída  

La losa de los sueños” bella y sugestiva comedia donde asoma agudamente el drama. (Valbuena)

 Si bien al principio no se hizo justicia con este autor, paulatinamente la crítica fue despertando a la llamada de sus diálogos agudos, rápidos, nerviosos, hasta darse cuenta de que con Benavente la técnica teatral ha cambiado absolutamente.

Fue Azorín el primero en elogiar su cultura, elegancia, el nivel de sus personajes…

Para Ayala es versatilidad y elegancia.

Juan Ramón Jiménez, al hablar de la generación del 98 le llamará: príncipe de este renacimiento.

En 1912 entra en la Real Academia y en 1922 recibe el Nobel de Literatura.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

 Nadie sabía la verdad

Contra todo pronóstico, aquella noche no lloró. 

Apenas se arrebujó entre sábanas y mantas, adoptó su acostumbrada postura fetal, y se abrazó a la almohada, se quedó profundamente dormida. Hacía años que no le ocurría esto y es que, a partir de esta noche, a pesar de la pena, sería libre. No dejaron, no obstante, de acosarla los recuerdos en forma de breves ráfagas de flas que aparecieron en sus sueños. A pesar de todo, no fueron pesadillas. Era como si conforme pasaban ante ella aquellas imágenes, se fuera liberando de su pasado. 

A la mañana siguiente se despertó descansada, con ganas de vivir. Tuvo que disimular. Todos alabaron su entereza. Solo ella sabía la verdad.

Nora Albátor