Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

viernes, 31 de marzo de 2023

 

La mirada en la literatura

  Son los ojos lo primero que me atrae de las personas. Mas, tal vez sea la mirada lo que me interesa, incluso me puede llegar a fascinar.

  Tanto es así que esta inclinación, casi obsesión me ha llevado a indagar sobre el valor y/o el poder de la mirada en la literatura. Insisto. No hablo de los ojos. Hablo de la mirada.

  Hay miradas inteligentes, tiernas, acariciadoras, envolventes, dulces, tristes, alegres…; también las hay, pícaras, bobaliconas, lascivas, burlonas y casi insultantes, y tal vez también asesinas.

 Prefiero no explayarme en mis opiniones personales sobre el tema y centrarme en la importancia que muchos escritores de todos los tiempos, han dado a la mirada.

 Empiezo por la Edad Media. Cuando iniciamos, casi, la lectura del Cantar de Mio Cid, encontramos el verso “De los sos ojos tan fuertemientre llorando,” Lo importante de la escena es, creo yo, la mirada triste, angustiada, desolada del hombre que mira (aunque el texto dice vio) todo lo que ha de dejar atrás, su casa con todos sus enseres y sus recuerdos. Esa casa donde ha vivido con su familia que tampoco está ya en ella. Es algo similar a las miradas que vemos hoy casi cada día en los Informativos sobre la guerra de Ucrania, o el terremoto de Turquía o cualquier desastre ya sea natural o de origen humano.

  Otro ejemplo ahora de otra índole, podemos encontrar en El Libro de Buen Amor. Doña Endrina dirá, D. Melón: “Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.” .no sabemos de qué color son los ojos de la dama, si no que con su mirada hiere de amor.

 Una mirada que también encontraremos siglos después en Garcilaso

_vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena; (soneto)

 Una mirad que lo dice todo de la persona que mira, de la mujer amada. Esa mirada que a pesar de su honestidad refleja amor, tal vez pasión y que, precisamente por ese contrasentido en la forma de mirar ejerce una acción especial en el hombre que la contempla.

También cuando en la Égloga I el pastor Salicio dice

Tus claros ojos ¿a quién los volviste?

Aunque informa sobre el color de los ojos, lo importante es la mirada, a quién mira. Porque debe ser a quien ha decidido entregar su amor.

Saltando épocas y autores llegamos a Góngora donde podremos encontrar algún otro ejemplo del valor de la mirada en la poesía. En el soneto que empieza “mientras por competir con tu cabello…” leemos:

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano

Evidentemente estamos ante la mirada. Igual que en los versos de “El Polifemo” donde

“Llegó Acis; y de ambas luces bellas

Dulce Occidente viendo al sueño blando,

Su boca dio, y sus ojos cuanto pudo,

Al sonoro cristal, al cristal mudo”.

Acis contempla embelesado el cuerpo de Galatea dormida (cristal mudo)

  ¿Qué decir del madrigal de Gutiérrez de Cetina que voy a reproducir completo, en donde la mirada es lo esencial?

Ojos claros, serenos, 

si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos

 

  Y llegamos a Bécquer el poeta romántico por excelencia, el sublime poeta del amor y de la poesía. Encontraremos en sus rimas múltiples ejemplos del valor y la fuerza emotiva de la mirada. Recojo algunos:

“hoy la he visto…; la he visto y me ha mirado “

o

“el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

Qué belleza, qué emotividad. ¿Y aquel otro?: “Por una mirada, un mundo”; 

  Mas no solo en la lírica encontraremos ejemplos de este tipo. Me he detenido en un caso de la novela realista “Pepita Jiménez”. Luis de Vargas, el seminarista que protagoniza junto a Pepita la novela dirá en algunas ocasiones:

la suave y pura luz de sus miradas

“se me antojó que Pepita me miraba compasiva”

“los ojos de Pepita, verdes como los de Circe, tienen un mirar tranquilo y honestísimo.”

“Cuando fija en alguien la vista, es tan clara, franca y pura la dulce luz de su mirada

   No siempre las miradas, como hemos visto en los versos del Cantar, hablan de amor. También en la novela del siglo XX y actual podemos rastrear ejemplos muy significativos.

En SIDI de Pérez-Reverte: Miró hacia la matanza que había dejado atrás y se dijo que tras aquella jornada muchas madres, esposas e hijos iban a aguardar en vano”

.” Bajo los protectores nasales docenas de ojos lo miraban con respeto

“con mirada de gavilán…”

“Lo miró el otro enarcando las cejas…”

Más ejemplos. En "Nubosidad variable…”  de Carmen Martín Gaite:

” Estábamos tumbadas en el campo mirando las nubes”

…"mirando las nubes amoratadas que se ensombrecían sobre el mar “  

Son infinitos los ejemplos del valor de, la mirada que podríamos encontrar en los textos literarios. Miradas que, como en la vida, dicen a veces mucho más que las palabras.

miércoles, 15 de marzo de 2023

   

Esculturas urbanas

 De algunos años a esta parte, las ciudades se han poblado de esculturas, algunas de gran belleza y simbolismo.

OVIEDO. Es una de esas en las que a cada paso se encuentra el visitante con algún personaje curioso que le invita a detenerse, casi a dialogar.

La primera, tal vez con quien desearía el viajero compartir impresiones es ¡cómo no! Ana Ozores, la Regenta. Protagonista de la novela de Clarín que tantos buenos ratos nos ha deparado. Ahí está, plantada frente a la Catedral, compitiendo con su torre, casi desafiante en su elegancia y belleza.



  Seguimos caminando y van apareciendo diversas versiones de la maternidad. Son esculturas de una ternura conmovedora. Algo que no acabo de entender, habrá que investigar, es por qué a las mujeres, en este caso madres, las representan desnudas.







También encontraremos oficios, trabajos, reproducidos con extraordinario realismo; tal vez incluso, con amor.

                                                             daguerrotipo 

                                                                    vendedoras.

  No podía faltar la imagen del viajero con su equipaje, no sabemos si a la espera de una diligencia, un taxi, la hora del tren o pensando en la búsqueda de un hotel o posada. La indumentaria y la impedimenta que lo acompañan nos ayudarán a decidir



Otros personajes, reclaman nuestra atención. Son mujeres.


                                                                  La espera


                                                        Esperanza caminando

   He dejado para el final uno de los personajes más simpáticos que nos ha acompañado muchas veces, en esos momentos de relax necesitado de un toque de ternura, humor, gracia, inteligencia e ingenuidad. La encantadora Mafalda nos espera e invita a sentarnos junto a ella  en el hermoso y también literario campo de S. Francisco.


                                                                                                        

                                                                                                          FIN

Hasta pronto.