Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

viernes, 20 de febrero de 2015

MALDITO ESPEJO


“¡Espejos, esas cosas terribles,
no deberían estar tan a la mano!”
(Aurora Saura: “Las Horas”)

Suena el despertador. Lo para. Son las 7´45.Dentro de unos minutos volverá a sonar; ha cogido la costumbre de ponerlo en SANZ para saborear el placer de no tener prisa.  Conecta la radio que hay sobre la mesilla de noche, se arrebuja en la manta y se dispone a disfrutar de unos minutos de duermevela que se le antojan los más dulces del día. No hay prisa. Lleva unos meses jubilada y todo el tiempo es para ella. Además es su primera primavera libre de ocupaciones, liberada en el más estricto sentido de la palabra, y piensa gozarla plenamente. Aquello de “las mañanitas de abril son muy dulces de dormir” no lo ha disfrutado prácticamente en su vida y ahora ha llegado el momento. Luego, saldrá a la calle, respirará el aire fresco de la mañana primaveral, de la estación más hermosa del año. ”Era del año la estación florida….”Aspirará el olor de las flores y la incipiente hierba; contemplará los colores de la naturaleza revivida, renacida; escuchará los trinos los pájaros…De hecho los está escuchando en los árboles que bordean la casa.
Se da la vuelta y mira hacia la ventana. Ya casi inunda el sol la habitación. ”Son las ocho, las siete en Canarias” dice la voz del locutor. ¡Quién viviera en Canarias; una hora más de sueño! Retira la ropa, la empuja poco a poco con los pies. Le gusta esta especie de rito del destaparse que no ha podido practicar casi nunca y que la resarce de aquellos despertares bruscos, incluso en   su infancia, cuando su madre aparecía por la habitación y en vez de un cariñoso beso y un “ venga, arriba, perezosilla” pegaba un tirón de las sábanas y la dejaba fría, como indefensa ante el mundo. Se va levantando lentamente, cadenciosamente. Hay que tener precaución pues los huesos y músculos no son ya  los de antaño y aunque se siente fuerte sabe que es mejor prevenir que….
   Se calza las zapatillas, se pone la bata y, canturreando feliz se dirige al cuarto de baño. Al mirarse en el espejo se estremece .¡No es posible. Este año no! Se encontraba bien hace un instante y en una fracción de segundo…… Se repite el efecto primavera de los últimos años. Diez, ya, quizá. Es el primer indicio de la depresión. En el espejo no se refleja su cara, sino que aparece el rostro de su madre ,que a la  sazón tiene casi 90 años. Hace tiempo que le ocurre por estas fechas y de manera súbita. Siempre igual. El rostro de su madre 30 años mayor que ella y de inmediato las ganas de llorar, el hundimiento anímico. Su primer impulso es romper el espejo,todos los espejos de la casa. ¡Malditos espejos! Romperlos y volverse a meter en la cama y no levantarse hasta que pase todo. Se tapa la cara con las manos, no quiere verse, no quiere ver a esa mujer mucho mayor, llora con desconsuelo. En unos minutos pasan ante ella todos los malos momentos de su vida; aquellos, sobre todo de las primeras veces,  en que incluso le rondó la idea del suicidio. Aquellos de los viajes diarios en tren cuando dudaba si tomarlo por la puerta, como todo el mundo, o de frente; o lanzarse al vacío al pasar por aquel  puente cuya función parecía haber sido, desde su creación, la de acoger suicidas…. Épocas en que pensó que no duraría ni un mes…Los años malos ,los de las cuatro horas de sueño, la incomprensión, las excesivas responsabilidades …..
   No sabe cuánto tiempo ha estado llorando. Un poco más calmada se descubre los ojos y se vuelve a mirar despacito, como el niño que juega al escondite, para ver si ha desaparecido la aciaga imagen. Se ve los ojos brillantes por las lágrimas, limpios como los árboles después de un día de lluvia y recuerda sus años de juventud cuando después de llorar pensaba que tenía los ojos más bonitos. Ese recuerdo de juventud le inyecta un airecillo de optimismo. ¡Maldito espejo! Nunca has sido un buen amigo, siempre recordándome lo que me falta o lo que me sobra. Pero si en momentos más difíciles no has podido conmigo menos vas a conseguir ahora. ¡Vete a fastidiar a la madrastra de Blancanieves!


Gracias, Aurora, por tu poema, origen de este relato.
¿Qué tal un comentario?

sábado, 7 de febrero de 2015

Volver a Zamora.



   A finales de octubre recibí un correo de Constanza en que me ponía al corriente de su último viaje.
   Hace unos días se nos ocurrió, decía, que nos apetecía volver a Zamora. Es fácil pues está a dos pasos de Madrid y ya que pasamos por la capital con frecuencia, en una de esas ocasiones estaría bien hacer una escapada a Zamora. Barajamos la posibilidad de hacer el viaje en un día pero yo recordaba que Toro está muy cerca y es un lugar que vale la pena visitar. Estuvimos en ambos sitios hace casi treinta años pero teníamos un recuerdo bonito.
   Sin pensarlo dos veces nos pusimos manos a la obra o, lo que sería más exacto, pies en camino.
   Pero este viaje ha tenido poco que contar y mucho que ver por lo que te envío más fotografías que texto.
   Dicen que “no se ganó Zamora en una hora” y habría que agregar se ve bien en un día. Eso sí, sin parar.
  Lo primero que vimos y, además, varias veces pues la teníamos frente al hotel y había que atravesarla para ir al centro, fue la puerta de Doña Urraca, uno de los emblemáticos lugares de la ciudad.

Puerta de Doña Urraca
Muralla
   Después, fuimos desviándonos cada vez que vislumbrábamos una torre o algo parecido a una iglesia (es de lo que más hay) o a cualquier tipo de monumento. Así vimos la iglesia de Santa María la Nueva
   Es una de las más antiguas de Zamora construida en el siglo XI y reconstruida en el XII. Destaca en ella y llama la atención el ábside semicircular , adornado con siete arcos murales a los que sostienen seis columnas capituladas.

Ábside de Santa María la Nueva

Santa María Magdalena
Una hermosa iglesia románica y gótica, construida entre los siglos XII y XIII. Se empezó bajo influencia románica y acabó en el gótico.
   De sus tres puertas la más antigua es la meridional que conserva su original decoración con motivos vegetales y figurativos. Se dice que representa el paraíso celestial. Se cuenta que si no ves al obispo labrado entre tanta vegetación, no te casas. Yo creo que no lo vi pero lo mío ya no tiene remedio. Siempre queda la posibilidad de buscarlo en la fotografía aunque ya sería casualidad que apareciera.
   Llegamos después a la Plaza Mayor. Es la típica pero no de las mejores que he visto. Con el ayuntamiento; en realidad dos el antiguo y el nuevo. fotos: el Nuevo y el Viejo.




   Seguimos en busca de la Catedral y al final dimos con ella. Es pequeña, he leído que una de las más pequeñas  y antiguas de Castilla y León. Construida en el siglo XII y situada en la parte más alta de la ciudad, destaca en ella el cimborrio de influencia bizantina. Está adornado con cuatro pequeñas cúpulas que refuerzan las esquinas.

Cúpula o cimborrio de la Catedral
   Otro elemento digno de mención es la torre de estilo románico aunque fue construida durante el siglo XIII .
Torre de la Catedral
   En la fachada sur destaca la Puerta del Obispo con una original decoración. 


    No sé si estoy siguiendo el orden de nuestro peregrinar por la ciudad pero, como es natural, fuimos a dar con   Santiago del Burgo también románica del siglo XII. Tiene una puerta que recuerda la del Obispo. 

No se han abstenido los decoradores espontáneos.

   Al acercarnos a uno de los miradores de la ciudad, dimos con San Cipriano. Es una de las más antiguas de Zamora ciudad y tiene como curiosidad un triple ábside cuadrado.

Es original ¿Eh?

Desde aquí hice una fotografía del puente 

             
    Al final de la mañana, ya a punto de cerrar, entramos en el castillo. Pertenece este al siglo XI y parece ser que nunca fue castillo habitable sino fortaleza de protección de la ciudad.
   Desde él hay unas bonitas vistas de la catedral. 

Panorámica del Castillo

La Catedral vista desde el Castillo
   
   Por la tarde nos bajamos al paseo que bordea el río, muy acogedor y agradable. Siempre que hay algún lugar así en las ciudades nos gusta disfrutarlo. Me habría gustado tomar una puesta de sol pero no se dio la posibilidad- Lo que sí es bonito es la catedral desde este lugar, desde la margen opuesta del río.

   Al día siguiente, domingo, pensábamos ir a Toro. Yo me empeñé en ir en tren y no por puro capricho. En la estación me dijeron que había un pequeño problema. La estación está a nivel del río y el pueblo a cien m. de altitud. Había, pues que subir andando por una carretera en cuesta. Pero eso no nos arredró pues nosotros somos andariegos.
   Bien, pues nos levantamos tempranito; el tren pasaba a las 8. Llega puntual, lo tomamos y al llegar a Toro, mientras conseguíamos encontrar la puerta para bajar había parado y se había vuelto a poner en marcha. Creo que se detuvo algún segundo. Hétenos aquí asustados, Tomás tocando todos los timbres, el revisor accionando la alarma; para de nuevo, bajamos y…¡Oh consternacione,! como diría el conde Romanino, allí no había un alma, la estación cerrada a canto y lodo o lo que es igual precintada con unos enormes paneles de hierro rojizo. Investigando vimos el camino de salida y emprendimos la ascensión hacia nuestro destino. Yo, que a veces tengo mejor humor del que parece, iba recitando un poema de mi tío:
   ”Sube que sube que sube,
      Trepa que trepa que trepa.
            En brazos cae de un querube
        La hija del conde, la Pepa."
   Y al llegar arriba había un hermoso castillo, pero no estaba la Pepa. Allí solo había una mujer, la dueña dolorida.  Yo que iba con los pies en un ¡ay! O sea que mis pies eran una plegaria o más bien una saeta, profana pero saeta.
   Cerca está la magnífica Colegiata. Verdaderamente vale la pena toda la pena que habíamos pasado y la que nos quedaba por pasar  pues a la tarde había que bajar a tomar el tren en aquella especie de ciudad muerta. A mí, la llegada a la estación me recordó la novela aquella de Pedro Páramo, creo……
   En el camino de subida nos detuvimos a hacer alguna fotografía del puente que se presentaba envuelto en una tenue neblina muy sugerente. Pertenece a un románico tardío aunque su origen es romano


    Detengámonos en La Colegiata. Edificio del siglo XII. Románica en un principio aunque luego evoluciona al gótico. Su arquitectura está inspirada, es fácil adivinarlo, en la Catedral de Zamora. Como en ella destaca el cimborrio que inevitablemente nos recuerda también el de la Catedral Vieja de Salamanca
   
  
                                          

   También destaca la torre que conserva solo los dos cuerpos inferiores. 

                                




  En el exterior cabe destacar la portada septentrional, formada por diferentes arquivoltas donde se combinan decoración vegetal y religiosa. Parece ser que es una de las mejores  muestras del Románico zamorano.




   Pero aún queda una sorpresa en el interior. Se llega a través de la Colegiata. Es el Pórtico de Majestad. En realidad constituye la antigua puerta principal de la Colegiata, la del mediodía. Su importancia, desde el punto de vista de la historia del arte, radica, sobre todo en que es uno de los pocos casos en que se conserva la policromía original. No obstante llama la atención en su conjunto y uno no se cansa de contemplarla.
   En el parteluz destaca la figura de la Virgen María con el niño Jesús en brazos. Otros así hemos visto a lo largo y ancho de toda España. Es fácil adivinar que se concibió con pretensiones de magnificencia, de grandeza. Tampoco podemos evitar el recuerdo del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela. 

   Luego otras iglesias. Muchas están desacralizadas por exceso de ellas y defecto de curas y, tal vez, de gente para llenarlas. En el interior no puedo hacer fotografías pues hay poca luz  peroTomás hace algunas muy interesantes de restos de pinturas románicas y góticas.. Le pediré prestada alguna
   Además de las iglesias hay que destacar la plaza mayor, rectangular con dos laterales porticados, como es frecuente en estas plazas castellanas, con su ayuntamiento.

   La torre   del Reloj o Puerta del Mercado que yo recordaba muy bien de mi viaje anterior. Es del siglo XVIII. Cuenta la leyenda que era tal la cantidad de vino que se producía entonces en el lugar, que para la argamasa de la construcción de este edificio se utilizó vino en vez de agua pues resultaba más económico que subir el agua del Duero.



   Algo más adelante está la Puerta de Corredera que enlaza con el extrarradio o parte nueva de Toro.
   Las casas medievales 



   Y, por fin,  la reja dorada con su leyenda. Cuenta la historia que en 1476 los toresanos, partidarios de Isabel la Católica decidieron sublevarse contra los portugueses que ocupaban la ciudad. Entonces el gobernador Juan de Ulloa partidario de La Beltraneja hizo ahorcar a los conjurados y mandó dar garrote vil a Antonia García , esposa de Juan de Monroy en la reja de su propia casa. En desagravio, cuando Isabel entró en toro mandó dorar esa reja.
   Lo curioso es que yo esperaba ver una gran reja y nos costó dar con ella pues es una pequeña ventanita como se puede observar en la fotografía.

La famosa Reja Dorada

    La aventura de Toro acabó bien, si por bien se entiende que al volver a Zamora no se veía un taxi por ninguna parte y aún tuvimos que andar lo nuestro para llegar al hotel. Pero, claro, algo raro tenía que pasarnos. Es la seña de identidad de nuestros viajes.

    El fin de la excursión estuvo marcado por un día en Valladolid que dedicamos casi por completo a la naturaleza pues no hace mucho tiempo estuvimos y lo teníamos todo muy reciente.
     Por la mañana paseamos por la orilla del Pisuerga

Paseantes del río
Un paseo a orillas del Pisuerga
Y por la tarde ,Campogrande, un precioso parque.


Los habitantes del estanque


El famoso cisne negro
De aquí te envío solo fotografías pues no hay anécdotas que merezca la pena contar.
Eso sí, me sorprendió la Plaza Mayor que no recordaba tan hermosa. 


Al amanecer

La plaza a mediodía



Y hasta aquí la última aventura de Constanza y Tomás.