Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

domingo, 15 de diciembre de 2019

Morella o la fascinación



   
   ¡Qué horror! Esta Constanza no para. Luego dice que está agotada y que no quiere oír hablar de viajes. A finales de octubre de 2006 recibo otra de sus cartas con relato de viaje. Me dice que han pasado un verano tranquilo y que su marido ya tenía gana de movida por lo que ha organizado un breve viaje. Esta vez han ido por su cuenta y en compañía de su hijo y nuera.
  Doy paso a la carta. 28 de octubre de 2006. Relato de un viaje a Morella.
 Otra vez yo con mis historias de viajes. La verdad es que si no te los cuento es como si no los hubiera hecho.
  Como te conozco imagino que estás pensando ¿Qué pintabas tú en Morella y de dónde te vino la idea? Pues verás. En el avión Bilbao-Alicante cuando volvíamos de ver a mis nietos leí, en una de esas revistas que ofrecen, un artículo muy interesante sobre Morella. Había una fotografía del coro de la catedral que me despertó el deseo casi irrefrenable de verlo.
  Resulta que mi hijo llevaba tiempo diciéndome que añoraba aquellos viajes de antaño, toda la familia, los campings, etc. Le comenté lo de Morella y tanto él como su pareja se ilusionaron. Le dije a mi marido que nos apetecía y que quería regalarles algo a los chicos, ¿Qué mejor que un viaje en familia? Como ellos viven en Valencia decidimos recogerlos en Sagunto para no tener que entra en la ciudad que habría sido un desastre.
 Ellos deciden que se encargan de buscar hotel por Internet y ponemos fecha: del 29 del IX al 2 del X.
  Salimos de casa el viernes 29 a las 8´30. Hemos quedado en recogerlos a las once y media, pero por aquello de que “el hombre propone y Dios dispone” o el diablo, vete a saber, a partir de Albatera hay una retención que nos obliga a retrasar la hora de recogida que al final será casi a la una y media. Paramos a descansar algo el conductor en el área de servicio de La Marina.
  Por fin estamos juntos. Besos, ¿tomaste la biodramina? Llevamos impresos todos los datos del viaje …Reemprendemos la marcha. Volver a la autopista nos llevó un ratito y consiguiente retraso. Pensamos comer en Peñíscola y llegamos tan tarde, casi las tres que mi marido para en el primer restaurante que se pone a tiro. A mi hijo le sorprende el cambio producido en su padre, - pero ¿No vamos a recorrer kilómetros y mirar sitios hasta encontrar lo más barato? - yo ya soy otro y tengo hambre. -Y ¿podemos pedir postre? Risas. Mi nuera no entiende nada la pobre y mira con cara de qué pasa aquí. Hemos de explicarle que estamos recordando anécdotas de los viajes de antaño.
  No recuerdo qué comimos, pero sí que había muchas moscas, más que en la estación de Baeza la primera vez que estuve allí. Teníamos cada no la nuestra o nuestras, eran pesadísimas, lo que se suele decir moscas coj… ¿Serían herederas de las de Machado? Muy poéticas no eran, desde luego.
  Terminada la comida nos vamos al castillo, a la auténtica Peñíscola. Por no variar, entramos por el lado opuesto a la panorámica bonita y típica. Como yo ya he estado otras veces, me doy cuenta, los hago volver al coche y seguir hasta el punto adecuado. Ahí ya merece un ¡OOOOOOH! El primero del día.



  Primero una vuelta por el pueblo y el castillo haciendo fotos y grabando; 


 Luego fuimos a ver las aves rapaces que están como en exposición, Vistas de cerca son preciosas.


  Terminamos en la playa haciendo la foto típica y varias de grupos: mi hijo y yo, mi nuera y yo, ellos dos.
  Volvemos al coche y tomamos dirección Benicarló-Vinaròs. Estaba previsto desviarnos a Cati, pero era tarde y lo dejamos para la vuelta. Tampoco entonces fuimos.
  En torno a este viaje hay ciertas curiosidades. Al principio me pareció casualidad que en pocos días encontrara cosas sobre Morella hasta en la sopa. Leyendo y releyendo me di cuenta de que la razón era el SEXENNI. En la revista del avión encuentro este titular: CASTELLÓN. REGRESO A LA EDAD MEDIA.Y más adelante Los caballeros templarios ya no dominan sus límites; pero sus huellas se dejan sentir en una comarca, entre la Comunidad Valenciana y Aragón, que parece vivir ajena al paso del tiempo. La Edad Media tuvo que ser así, con las mismas casas, palacios y santuarios envuelto en un paisaje rebelde al mar”.
  Esto ya parece suficiente para que el espíritu viajero ansioso de observar y contemplar maravillas tanto naturales como salidas de la mano del hombre, despierte del letargo en que a veces cae y ponga en marcha la máquina que moverá los hilos para terminar tejiendo el viaje.
  Por si fuera poco, sigo leyendo: ” cuando el sol calienta los soportales de la calle Blasco de Alagón…” ¡Una calle con soportales! Hemos visto decenas, pero son tan bonitas, acogedoras…” Por sus callejuelas empinadas y empedradas se respira un cierto aire vetusto, cuantificable nada más cruzar alguno de sus accesos. O incluso antes, cuando desde la carretera el perfil de la ciudad parece idéntico al de una pirámide escalonada con el castillo desafiante en la cumbre más alta y las casitas desparramadas a sus pies
  Unas páginas más adelante la fotografía del interior de la Basílica arciprestal de Santa M.ª la Mayor con la escalera del coro, supone el impulso definitivo. Ya lo he dicho antes. ¡Yo he de ver esto! Y no nos defraudó. Tampoco mentían las guías y mapas al advertir de las características del puerto de Querol. Yo lo pasé devorando chiclidas. Al empezar el puerto mi hijo: ¡Prohibido marearse! Y mi nuera que me iba viendo por el espejo retrovisor dándole a la mandíbula.: no si va masticando chicle con rabia. Y tras la última curva del puerto del diablo (encima con el sol de cara) la curva del ¡OOOOOOH! Leo en un breve artículo creo que, de El País, que así le llamó Tabucchi. Parece que también dijo que el castillo de Morella sería un buen sitio para suicidarse solo que, al llegar, al suicida más que gana de despeñarse le apetecería relajarse contemplando la áspera belleza del paisaje. Desde luego a nosotros no nos atrajo el suicidio. Bajamos del coche, hicimos fotos, nos deleitamos con aquella espectacular maravilla medio natural medio humana. Esta llegada es impresionante. Se verán cosas parecidas, pero igual, creo que jamás, 


¡Oooooooooh!
  Comentamos que cuando la naturaleza y la mano del hombre se alían el resultado suele ser asombroso como en este caso. Es curioso que la primigenia intención del hombre, aquí, no fuera crear belleza sino algo más prosaico y útil pero el resultado ha sido esta maravilla.
  Entramos en Morella a las siete y media, por la Puerta de S. Miguel como nos habían indicado. Aparcamos y cogimos las maletas camino del hotel. En Morella no entran más coches que los de sus habitantes. Nos conduce mi nuera que es quien tiene la dirección. Hotel Fonda Moreno. Ella recoge las llaves, nos da la nuestra, habitación doble, en el tercer piso. Al entrar vemos que ha habido un error la llamo y riéndose dice que se equivocó, que ya suben y nosotros debemos bajar al segundo. Hacemos el intercambio de llaves y al entrar en la habitación nos damos cuenta de que no fue error, sino un truco para tener un detalle con nosotros. Sobre las camas hay unos paquetitos con regalos por haber organizado el viaje y haberlos invitado. Son así de detallistas, También un sobre con una tarjeta muy bonita y en el que se lee “viajar en familia …mmm¡¡¡eso sí es viajar!!! Y un dibujo de los típicos de mi hijo.
  Nos reunimos en recepción a las 9 y salimos a cenar. Lo hacemos en la calle Blasco de Alagón a la que se accede subiendo un buen tramo de escaleras y bajo cuyos soportales se ubican bares y restaurantes. Cenamos muy bien y tomo de postre profiteroles. Hace una noche deliciosa, solo precisamos un ligero chal sobre la manga corta, las chicas. Mi hijo llevaba algo, pero mi marido tipo ¡pecholobo! Que dijo un amigo una vez. Dimos una vuelta por el pueblo que, por ser inicio de fin de semana, estaba bastante animado, vimos la basílica iluminada y la recogimos en nuestra retina y en nuestras cámaras.
  A las once estamos en la cama. Yo caigo ya dormida. Levantada desde las seis, atiborrada de chiclidas y sin mi cabezadita del telediario…Hemos quedado a las nueve que es cuando abren para desayunar. A las nueve en punto ya estamos desayunando: café con leche, donuts, magdalenas.
  Hemos decidido empezar por la Catedral. Mi marido anda con prisas y sale corriendo. Los demás nos lo tomamos con calma. Le digo que como allí no será fácil perderse, si no nos vemos antes, a la 
1´45 en la calle porticada para comer. Hubo suerte, coincidimos en la Catedral y seguimos juntos. Es temprano. Está cerrada. La admiramos por el exterior. Dos portadas góticas con todos los elementos característicos de este estilo. Empezada en el siglo XIII la puerta de los Apóstoles pertenece al XIV y la de las Vírgenes, al XV.





   Comprobamos a qué hora estará abierta y decidimos, (mi nuera y yo llevamos la voz cantante pues somos las que sabemos lo que hay que ver), subir al castillo antes de que haga demasiado calor. Parece que en otros tiempos se subía por la ladera de un convento y por un vertiginoso sendero, pero ahora se sube muy bien. Encontramos unos folletos con un grabado francés de 1.707 con la silueta del castillo y un plano de la población tras su toma por las tropas borbónicas. El grabado va acompañado de una explicación en cinco lenguas. Te paso el texto en valenciano
EL CASTILLO DE MORELLA
Dórige musulmà i situat estratègicament en un penal a 1.072 m. dàlçaria, en el vèrtex de Catalunya, d´Aragó i de València, el Castell de Morella ha estat lèscenari decisiu de les innumerables batalles que han assolat aquestes terres.”
  Pues bien, a pesar del origen musulmán hay algunos restos romanos. Todas las estancias, plazas, torres etc. están señaladas con placas aclaratorias. Se conservan un horno y tres aljibes uno árabe y dos romanos. 
Aljibe

   Todo lo que vemos nos sugiere temas de conversación. Tanto al subir como al bajar nos detenemos 

para contemplar el paisaje interminable y casi indescriptible que se divisa desde diferentes puntos

 El pueblo diseminado a la falda del castillo, las llanuras circundantes y las montañas más lejanas.

El día es luminoso lo que facilita la visión y gozosa contemplación del panorama que nos rodea.
  A la bajada nos encontramos otra vez con aves rapaces. Es la hora de la exhibición. Sale a volar el búho Paco. El muy gamberro se asusta a causa de una señora que se le ha cruzado en el vuelo de vuelta a la mano de la cetrera y se escapa. Empiezo a estar cansada y me ronda el mal humor.
  Al pasar de nuevo por la basílica está abierta, hago unas fotos, pero hay una boda y no se puede entrar. Volveremos a la tarde.
  Nos acercamos al Puerta de S. Miguel. Imposible fotografiarla entera pues es altísima.







   Frente a la entrada hay una curiosa cruz (Creu de sant Miquel) semejante a otra que hay frente a la basílica.  Desde allí se ve el acueducto   que recojo con mi cámara.




  Decidimos que es hora de comer. Elegimos un restaurante distinto al de la cena, por variar. En general se come bien y no muy caro, sobre todo si tomas el menú del día.
  Después de comer, al hotel a descansar un ratito. Quedamos a las cinco. Ahora, por fin podemos entrar en la basílica. Verdaderamente vale la pena hacer el viaje, aunque solo sea por ver la escalera del coro. Eso sí. Tuvimos que gastar varias monedas de un euro para iluminar y poder ver y fotografiar la escalera, el trascoro y la bóveda bajo el coro que son las tres maravillas de la basílica.
El altar mayor tiene un inmenso retablo barroco, demasiado barroco y demasiado dorado., para mi gusto.
El coro es de principios del siglo XV. Toda la balaustrada de la escalera está decorada con escenas bíblicas: nacimiento de Cristo, Adoración de los reyes, etc. 


   Está dividida en sectores cada uno de los cuales contiene una escena. 

Destaca la riqueza cromática. El trascoro forma una especie de balaustrada que es una filigrana.


  La bóveda bajo el coro, estrellada. 


  A partir de ahora nos dedicamos a pasear por el pueblo. Compro unos pañitos tipo manta morellana para mis niñas.
  Recorremos calles con sus casas medievales, las murallas con sus puertas: Sant Miguel, San Mateu, dels Estudis; portales: del Ral, del Forcall, de la Nevera; torres, plazas y muchas escaleras y pendientes. Ya mis pantorrillas y glúteos empiezan a quejarse.
  Pasamos la tarde tranquila, sin prisas, sentándonos las dos chicas a esperar a nuestros cámaras que parece que se han tomado la tarea a destajo.
  Se nos hacen las 8´30 y nos dirigimos a nuestra calle favorita por los porches y lo que contienen. Volvemos a cambiar de restaurante, pero esta noche nos gusta menos. Damos otro paseo. El pueblo está animadísimo. El castillo iluminado es una delicia. La noche está agradable.
  Repasamos el plan para el día siguiente. Decidimos ir a Forcall y luego ya veremos.
  Al entrar en el hotel mi nuera descubre que hemos estado haciendo el primo. El restaurante tiene mejor menú y más económico que todo lo que hemos estado comiendo. Pero no tenemos suerte. resulta que al día siguiente no se puede comer porque hay un banquete y por la noche, al ser domingo cierran. Sería la primera vez que en el asunto comidas acertamos de lleno. Pues ¡a dormir! Y mañana a las nueve en la mesa del desayuno.
  Claro no tuvimos en cuenta que era domingo y no madruga tanto la gente, ni piensan que unos turistas locos lo van a hacer. Pensaba yo horas más tarde ¿Quién nos manda madrugar tanto si es domingo, tenemos un largo día por delante y poco que hacer?¡Así nos fue! Eso de que “A quien madruga dios le ayuda”. resulta a veces algo relativo.
  Así pues, algo antes de las 10 estamos en Forcall. Casi no han puesto las calles. La gente empieza a asomar las narices a la calle y algunas mujeres se dirigen a la iglesia. De este pueblo hemos leído que está a orillas del río Caldes y que aguarda durante el fin de semana su minuto de gloria. Claro la gente que está en Morella se acerca a visitarlo porque ha leído como nosotros algo acerca de una plaza de “aires renacentistas” o plaza mayor con soportales góticos y edificios nobles como el Ayuntamiento; el Palau dels Osset construido en el siglo XVI con arcos góticos y artesonados medievales, reconvertido en hotel-monumento; y el Forn de la Vila del siglo XIII que aún funciona; y el monumento a la mujer de Forcall.



  Salvo el hotel y la escultura de la mujer, aunque todo lo leído es verdad, resulta decepcionante. La plaza está desangelada. Quedan dos tramos de soportales que apenas si se pueden ver bien porque los ocupan y tapan señales de tráfico, una cabina, furgonetas aparcadas, etc. los arcos son de medio punto. De las casas señoriales quedan trozos de fachadas como la del Ayuntamiento y otras. Eso sí, en todas las calles se ve alguna.
  De la iglesia lo mejor es la torre y vista de lejos desde donde también hay una bonita panorámica del pueblo. No obstante, no nos pesa haber ido. Cando nosotros salimos del pueblo empiezan a llegar autobuses con visitantes. ¡Claro, no madrugaron! 
En este punto surgió un pequeño problema. Se podía ir a varios sitios, pero algo decepcionados con el pueblo no llegábamos a un acuerdo. Al final tras un típico diálogo para besugos, decidimos” por unanimidad” ir a Zorita (Sorita) para ver el santuario de Nuestra Señora de Balma.  Mi marido no ve claro lo de un santuario, pero como leímos, las chicas, que estaba enclavado en una peña en un lugar muy curioso, pensó que el paisaje podría valer la pena. ¡y la valió!
  El paisaje era bonito y sorprende ya de lejos la silueta de lo que se supone va a ser el santuario que contiene además un bar-restaurante. 




Tras aparcar en una explanada preparada al efecto, se sube una escalera y se encuentra uno con una puerta sobre la que hay dos letreritos colocado uno junto al otro con sendas flechas que indican la misma dirección. Uno BAR; el otro BASÍLICA. Entramos al BAR que ocupa la que en su día sería una cueva abierta al precipicio. Ventanas y arcos lo cierran y al mismo tiempo lo abren al exterior permitiendo ver un bello panorama. Ahora se entra en un sendero encajado en la montaña y protegido en el lado del precipicio con una balaustrada y arcos; el interior lo forman sucesivos arranques de cuevas. Es uno de esos pasadizos que gustan a los que no somos muy altos pues invitan a agacharse, aunque quizá no exista para nosotros el riesgo de tropezar en el techo; pero es uno de esos minutos de ilusión que ofrece la vida.
  Al final del pasadizo se encuentra la curiosa basílica con un altar- cuevecita en donde con candor infantil está representada la aparición de la virgen. Anexa hay una habitación con exvotos de todo tipo desde los típicos bracitos y piernecitas de cera a trajes de novia pasando por todo lo imaginable. Nos alegramos de haber ido.
 Volvemos a Morella y comemos en el mismo restaurante de la primera cena, que nos gustó y podré tomar otra vez profiteroles.
  Como hemos madrugado y nos queda poco por hacer decidimos echar una siestecita hasta las cinco y media. A esa hora mi marido se queda leyendo el periódico y yo me voy con los chicos. Volvemos a la tienda de las mantas y me compro dos típicas mantas morellanas de viaje. La señora nos explica la diferencia entre las auténticas, según ella las suyas, y las de imitación. También nos explica que hay muchos rumanos en el pueblo. Unos son buenos y trabajan sobre todo en la hostelería, pero también funcionan mafias.
  Los chicos compran queso y longaniza y a mí me regalan longaniza. ¡Es riquísima! Para merendar probamos los típicos flaons, muy ricos también. Los descubrió mi nuera que para las comidas es única; si pasamos más días juntas haremos algún gramito. A mí me da la impresión de estar perdiendo facultades porque antes descubría todo lo comestible típico sobre todo dulce como las corbatas de Unquera, los Nicanores de León o los borrachos de Guadalajara.
  Luego nos fuimos a pasear y descubrimos la alameda, un paseo en alto que casi da la vuelta al pueblo, va de la puerta de Sant Miquel a la Dels Estudis. La tarde está muy agradable y lo pasamos muy bien hablando de mil cosas. Acabamos sentándonos cara al valle y las montañas del fondo por donde se está produciendo la puesta de sol, a la espera de hacer una buena toma mi hijo y una buena foto yo. Conseguido nuestro objetivo continuamos el paseo hasta encontrarnos con el pater familias a la hora de la cena. Mientras hacemos tiempo para  cenar presenciamos una procesión tipo años cincuenta si no medieval. Las mujeres delante, los hombres detrás, cantando el rosario. Me recuerda las procesiones y rosarios de la aurora de los años 53-54, incluso antes, en mi pueblo. Les cuento lo de aquella madrugada que llevé a todo el mundo por los charcos. Como yo era la más pequeña del grupo de mujeres, me colocaron la primera; había llovido, no se veía ni donde se ponía el pie, razón por la cual yo me iba metiendo en todos los charcos y el resto de la procesión detrás de mí.
  En esa cena ya hablé poco. No estaba muy de acuerdo con el tema, que no recuerdo qué era, y además ya estaba cansada.
  El domingo por la noche Morella se queda vacía. Incluso hay hoteles que cierran el domingo al mediodía.
  Planeamos la salida. Como queremos salir temprano y antes de las nueve no se puede desayunar, mi hijo dice que ellos a las ocho y cuarto llevan las maletas al coche, así apenas desayunemos partimos como centellas. Mi marido, ya aseado se da cuenta de que si ven a los chicos salir casi a escondidas con las maletas pueden pensar que se escapan sin pagar. Los llamo y les doy el cambio. Bajamos a desayunar con el equipaje puesto. Nos reímos lo nuestro comentándolo luego. Hasta guardé el resguardo del recibo de haber pagado.
  No me puedo sustraer, como casi nunca, a ir guardando los papeles de azucarillos que recogen refranes ¡ah la sabiduría popular! Lo siento, pero te voy a incluir alguno.
 A borracho o mujeriego/ No des a guardar dinero.
Arco iris al amanecer/Agua antes del anochecer.
¿Qué sentido tiene correr/Cuando estamos/ En la carretera equivocada?
  Qué risa. Este me recuerda aquella vez saliendo de Manises…
  Continúo. A las 9´30, salíamos de Morella.
  Volvemos a dejar Catí, por miedo a que se nos haga muy tarde y a que sea un fracaso. Nos dirigimos a san Matéu. Desembocamos prácticamente en la Plaza Mayor. 

Es la capital histórica del Maestrazgo, con una iglesia arciprestal gótica iniciada en el siglo XIII. Dos puertas, una románica que casi da a la plaza y otra gótica que casi se nos escapa porque está medio escondida y protegida por una reja. 
  La guía dice que en la Plaza Mayor hay palacios góticos como el ayuntamiento y el de los Borull y el renacentista del marqués de Villores. Pues o están muy disimulados o no sé dónde estuvimos.
  Yo tengo la sensación de que nos dejamos algo. A mi marido le entran las prisas. Conseguimos ver por fuera otra iglesia y mi nuera no consigue visitar un sitio que le atraía. Tomamos un café y salimos pitando. La carretera es buena y a las 12´45 estamos en Sagunto. Como tienen un tren a la una y diez, nos despedimos. Ellos comerán ya en su casa. Nosotros en el área de servicio La Safor. Llegamos a Murcia bien pues no hay retenciones, pero al entrar cometemos un error, no podía faltar. En lugar de tomar la entrada por Andalucía la tomamos por Albacete y nos metemos de lleno en Nueva Condomina, etc. Una hora para llegar a casa. Con todo a las 5´15, en casa.
Leo en alguna parte esta frase, creo que, de Enrique Larreta, que me parece muy interesante para cerrar este relato del viaje a Morella:” La persona inteligente viaja para enriquecer después su vida en los días sedentarios, que son numerosos.”
Fin de la aventura.
Espero no haber aburrido mucho.


domingo, 1 de diciembre de 2019

EL VIEJO MARINERO



   
  Y castiga sin postre al gigante. Ha tirado de un manotazo el plato con la comida. - ¿Por qué me haces esto? ¡Por favor, sé bueno! Una garra hace desaparecer la tarta de manzana. El gigante solloza. - ¡Mamááá, tatiiita! ¡Eres mala! -No, te quiero. Salen de la cocina. Mira asustado a todas partes. Cruza las piernas, quiere pis. 
–Vamos al baño Baño no. -No, solo pis. En el pasillo, una niña de hermosos ojos azules, lo besa y huye.  El salón, un ventanal frente al mar. Una butaca, donde reposa un pequeño marinero de trapo. El gigante: ¡amigo! Se sienta abrazado al muñeco, mira al mar, sonríe y cierra los ojos.