Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

jueves, 1 de agosto de 2019

Lecturas de verano, otra vez




 

  Como todos los años no resisto la tentación de comentar, aunque sea someramente, l leído durante el verano. Por regla general, son lecturas que no me invitan a hacer estudios profundos. No es que no los merezcan. Tal vez sea efecto del calor. O que suelo leerlas en el e-book y ahí me resulta incómoda la tarea de subrayar y buscar luego. O que me centro en un tipo de Literatura que no me invita al estudio y análisis.
  La primera que he leído este verano del 2019 ha sido “El Jardín  de la Oca”                    de Toti Martínez de Lezea. Una novela en que se mezcla lo histórico, (los cátaros, los judíos, mudéjares, la inquisición y los Templarios) como en casi toda su producción, con las leyendas, mitos (Amari la diosa madre, la vida.) y costumbres vascas y navarras. No falta la historia de amor, complicada, que junto con un misterio que habrá que descubrir, el que encierra el jardín de la Oca,  contribuye a crear interés en el lector.
  La acción se desarrolla en la primera mitad del siglo XIII. Se inicia en 1250; en el capítulo dos se indica otra fecha 1252; y más adelante: 1254, León. No hay más reseñas exactas de fechas.
  Personajes: Ezequiel, un médico judío; Robert Lepetit, misterioso, loco y cruel, gran inquisidor; Bertrand de Garlando, maestre templario; el maestro de construcción Henry o Enrique; Hadi al-Suri el herbolario árabe; Y Eder, el protagonista y su amada Alazaïs Gauti que pertenecen como otros personajes al mundo de los cátaros. No olvidemos a Ugo, uno de los más curiosos. Otra larga serie de personajes recorren la obra.
  Son bastantes los lugares por los que transcurre la acción.: Empieza en Bozate, Valle del Baztán, y seguirá por  Nájera; Burgos, León, Ponteferrato, Compostela, Finisterre, y un sinnúmero de poblaciones, caseríos etc. por los que pasarán unos y otros de los personajes que, curiosamente van huyendo unos de otros o persiguiéndose. Eder y Alazaïs volverán al Baztán, al punto de partida. Un viaje circular para ellos dos.
  Construye una historia en la que la amistad y la voluntad de entendimiento unen a personajes de religiones y creencias distintas (cátaros, judíos, mudéjares y los templarios)
  Describe con maestría y bastante minuciosidad lugares y  espacios tanto exteriores como interiores; personajes y costumbres. Además de crear un entramado lleno de misterio y juego casi policíaco, con intrigas, persecuciones, personajes misteriosos, etc.
  Una novela que como todas las de la autora se lee con agrado y de la que se aprende algo sobre el ser humano.
  No es fácil sustraerse al recuerdo de novelas del estilo de Los Pilares de la Tierra” o “Un mundo sin fin”, sobre todo.
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  La segunda obra con la que me he recreado es “Tus pasos en la escalera”. La última, creo, de Muñoz Molina. La acción en Portugal, Lisboa. En el año del atentado de Nueva York
  Casi toda la novela transcurre en el interior de una casa. Una casa que se está montando, decorando etc. como una copia exacta de otra que los protagonistas tenían en Nueva York.
  El protagonista un hombre próximo a los sesenta, recién jubilado, que se encarga del traslado de la casa a Portugal y de que quede exactamente como le gustaría a su mujer, Cecilia, a la que dicho sea de paso no veremos jamás a lo largo de novela. Siempre esperando que aparezca, algo así como esperando a Godot. Está siempre presente pero solo en la mente del hombre. Casi se podría pensar que no existe en realidad o que no va a volver a su lado que lo del traslado ha sido un pretexto para abandonarlo de una forma sutil.
  El carácter del protagonista es un tanto especial. Poco decisivo, solo obsesionado con la llegad de Cecilia, con que todo esté a su gusto cuando llegue pero acaba embelesado por una mujer a la que conoce casualmente y  que la recuerda algo físicamente. Tanto es así que al final no queda claro qué mujer es la que, parece ser, está en la escalera.
  La obsesión por que la casa quede igual lleva a ir, a veces, de una a otra, es decir de la que acaba de dejar a la que está instalando, de manera que en algún momento puede producirse una confusión.
  La mayor parte del texto es descriptivo. Se describe con todo lujo de detalles todo el interior de la casa, donde queda un cuadro o un espejo, la situación de la cama respecto a las ventanas o la de la mesa de trabajo respecto a la luz. La cocina, la terraza donde se puede cenar, el salón con el sillón de lectura del protagonista. Todo con la riqueza de léxico del autor.
   Casi un personaje más es el perro.
  Tiene bastante de relato psicológico. En realidad es la mente del protagonista lo que, a fin de cuentas, interesa. Esa obsesión constante, el encierro en sí mismo aunque cree que es en ella en quien está centrado, el hecho de que casi toda la acción se desarrolle en interiores y ese final impreciso que deja al lector libertad para decidir quien hay en la escalera. Si es que hay alguien.
Se lee con gusto y es breve.