Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

martes, 31 de marzo de 2020

SIDI de Pérez-Reverte



 
  Leer a Pérez-Reverte es para mí siempre un placer. Por el estilo (descripciones, creación de personajes…) por el uso del idioma…
  SIDI por varias razones me ha despertado el deseo de escribir, podría decirse, un artículo comentando los detalles que más me han llamado la atención.
  Consta la obra de cuatro partes divididas en capítulos: LA CABALGADA. LA CIUDAD.LA BATALLA.LA ESPADA
  En términos generales cabría señalar que en el fondo del relato están, no solo el Cantar de Mio Cid sino también, aunque muy de pasada, Las mocedades del Cid, de Guillén de Castro. En el capítulo V hay un recuerdo de la Jimena que nos presenta el dramaturgo. O su carácter y sus reacciones de hombre joven y guerrero, algo agresivo. Así como, recuerdos de su juventud, cuando servía a Sancho.
  La leyenda del Cid de Zorrilla como el propio autor hace notar, y supongo que también una amplia información histórica como es normal en Pérez-Reverte.
  Incluso hay algún momento en que no he podido evitar el recuerdo de la serie de dibujos animados “Rui. El pequeño Cid”. Antes de entrar en combate, Rodrigo le pide a Minaya que si le sucede algo se haga cargo de entregar una carta a su esposa y de dirigir a sus hombres. Este le viene a decir que no le deje tanta responsabilidad y le recuerda: “como cuando éramos críos y me azotaban por tus fantasías e insolencia”. Esta sugerencia puede ser, y si duda es, muy personal.
  La inspiración en el Cantar es clara. No obstante, difiere en bastantes aspectos.
  Así: No aparece la entrañable despedida del Cid y su familia. Tal vez el momento más humano del héroe en el Cantar, aunque con ciertas reminiscencias clásicas, no sé si casuales, como la despedida de Héctor y Andrómaca en la Ilíada.
  El episodio de la niña de Burgos en el Cantar es más extenso y goza de considerable importancia, sin embargo, en la novela queda reducido a un recuerdo que comenta Rodrigo con Minaya.
  También el asunto de las arcas llenas de arena con que engañarán a los judíos Raquel y Vidas se convierte en la novela en recuerdo, una analepsis, con el añadido de que no deben abrirse pues contienen objetos sagrados del gusto y devoción de Doña Jimena que no deben tocar manos profanas.
  En SIDI se producen dos encuentros con el conde de Barcelona mientras en el Cantar es solo uno que coincide con el segundo de la novela, con la victoria del Cid, la consecución de Colada, “ganno a Colada que mas vale de mill marcos de plata. “No obstante en la novela la espada ganada es la Tizona: Berenguer Remón: “es la Tizona. Perteneció a un rey moro y después a mi familia, ella te rebanará el cuello cuando estés vencido y prisionero…”
  Así mismo coincide la huelga de hambre del conde. Precisamente con este episodio se cierra la novela. ¿Está en la mente del autor una segunda parte con la conquista de Valencia a la que se alude?  En una entrevista en la cadena SER, creo recordar, ha dicho que no tiene esa intención. A él solo le interesaba esta parte de la vida del Cid, algo así como la forja de un héroe.
  Centrémonos ya en este Cid que nos regala Pérez-Reverte. Su Cid, como ha dicho el autor. Conocedor del que a todos nos dieron casi como real e histórico él ha querido crear el Cid que le habría gustado encontrar.
 En realidad, todas las versiones que conocemos sobre este personaje son el Cid de sus autores. El del Catar es o fue el de Per Abad, ese héroe que necesitaba Castilla y que después se fue convirtiendo en el que necesitaba España. El que encontramos en el romancero es el Cid de los romanceadores, los que inventaban o reinventaban lo que oían y lo iban embelleciendo e idealizando. Y así todas las demás versiones. El de Guillen de Castro, el de Corneille, el de Zorrilla, o el de Antonio Gala en “Anillos para una dama “que también desmitifica no solo la figura del héroe, si no la de Jimena.
  Sufre con las bajas que le produce un combate:” Pensó Ruy Díaz en su hermana, esperando en Vivar al hijo que no regresaría. Miró hacia la matanza que había dejado atrás y se dijo que tras aquella jornada muchas madres, esposas e hijos iban a aguardar en vano”
  Es capaz de escuchar: “Ruy Díaz los dejaba hablar, estudiándolos cual solía. Aprendiendo de todos…”
 Tiene algo de lo que hoy tanto se habla: carisma. Sus hombres lo respetan, incluso lo quieren.” Bajo los protectores nasales docenas de ojos lo miraban con respeto”
 Incluso sus enemigos cuando lo odian, es llevados más por una envidia y admiración que no quieren reconocer.
  Si ha de servir a algún señor, lo hace con dignidad y fidelidad. La única condición que pone al rey de Zaragoza es no luchar contra su señor natural, el rey Alfonso.
  Si es humillado y ofendido es capaz de reaccionar con nobleza y tragarse su orgullo. Ahora bien ¡ya le llegará su momento! Es lo que le ocurre en sus encuentros con el conde de Barcelona. “El humilde infanzón burgalés (el Cid) no olvidaba quién era él y quién era el otro”. “Eres un mesnadero a sueldo. Peleas por dinero. -peleo por mi pan y el de mi gente”.
  Es tal su carácter que sus palabras convencen, animan…Y como en el Cantar hablará siempre:” bien e tan mesurado”. Con una mirada es capaz de dominar un conato de revuelta o hacer callar al más fiero de sus hombres. “Ruy Díaz miró en torno, demorándose unos instantes para crear expectación”. “Los miró con frialdad Ruy Díaz…” “Tras cambiar una mirada con su segundo…”
 También, a veces, se declara poco docto:” No soy muy de lecturas, señor”, dirá al rey Mutamán de Zaragoza.  “Tosco y valiente como buen cristiano” lo califica Raxida la hermana del rey.
 Mutamán, directamente hablando con Rodrigo lo integra en un grupo muy especial de hombres:” …hay hombres cuya lealtad hacia ellos mismos, a lo que son o creen ser, los hace peligrosos…A esos resulta imposible dominarles el corazón…”  “con esa barba, tostado por el sol. Orgulloso y de espada fácil. Podrías ser uno de los nuestros. -O vos, mi señor uno de los míos”
  No solo el héroe, todos los personajes aparecen descritos con precisión y esmero, aunque se trate únicamente de un detalle insignificante. Como curiosidad nos percatamos de la importancia que da el autor a los ojos, a las miradas, a los gestos. Veamos algunos ejemplos.
Diego Ordóñez “cráneo calvo, barba espesa y crespa, nervudo, peligroso…”   “una bestia de guerra” (es muy bruto pero buen guerrero. Contestatario, pero Sidi lo sabe hacer callar y obedecer, lo sabe llevar).” En su barba espesa se abrió la brecha de una sonrisa feroz.
 La niña de Covarrubias recordada: Era trigueña, con ojos claros y el pelo recogido bajo una cofia…su voz era frágil como el cristal. Le recordaba a sus hijas (otra vez la nota de humanidad del héroe).
Raxida hermana de Mutamán es calificada como “espléndida “por el Cid ante una inoportuna pregunta del rey. Más adelante, ahora el narrador, aunque tal vez introduciéndose en la mente de Rodrigo:” sus labios bien dibujados, gruesos, sensuales…” Los ojos se definen como esmeraldas en varias ocasiones.
Galín Barbués…” mozo tranquilo, ágil, callado y valiente, con mirada de gavilán…”
Yénego Téllez…” era delgado, melancólico, de ojos tranquilos”
El judío de Zaragoza. “Eran sus ojos oscuros, melancólicos e inteligentes… Los ojos de Arib ben Ishaq eran astutos
Del rais Yaqub conocemos:” los ojos grises y duros brillaban de orgullo.”
Mundir, rey de Lérida, es descrito comparándolo con su hermano Mutamán. “Tenía los mismos ojos oscuros e idéntico destello blanco en el rostro atezado cuando hablaba…pero el mentón era más débil.”
De Berenguer Remont “se veían sus ojos azules y el bigote y la barba rubios…”
A veces la descripción se centra en un conjunto: “Rostros morenos, barbas, turbantes, ojos oscuros y coléricos…”
  Junto a este curioso detalle de la importancia de los ojos en la presentación de los personajes, no debemos dejar de observar el valor que a lo largo de toda la novela se da a los gestos, las palabras, los diálogos.
Recojo algunos momentos que me han parecido de interés.
“…el rostro impasible de Ruy Díaz…” Claro indicio de su carácter, su contención cuando no quiere preocupar a sus hombres o a Minaya, siempre atento al menor gesto de rodrigo: “Entornaba Minaya los párpados interesado…”,
  Otras veces el Cid reflexiona sobre la oportunidad de lanzar un ataque, o bien observa el terreno con atención: “Ruy ´Díaz movió la cabeza, dubitativo” mientras “Minaya miraba de soslayo a Ruy Díaz”.
  A veces, cuando el héroe observa a su gente preocupada o muy pendiente de él, distiende el momento con una sonrisa: “Se echó a reír el jefe de la hueste”. Cabe observar que “Las sonrisas de Ruy Díaz son siempre significativas.” Ha encontrado la solución a un problema, ha captado la idea del contrario, o comprende la preocupación de su segundo al que intenta sosegar.
  Son en extremo significativos los gestos en las conversaciones y entrevistas con los personajes a los que se ve forzado a enfrentarse de un modo u otro. Así en los encuentros con Mutamán los gestos darán la pista de por dónde van las intenciones o reflexiones incluso decisiones de uno u otro.: “Ruy Díaz lo miró inexpresivo...” Intentando que el otro no capte sus pensamientos
“Lo miró el otro enarcando las cejas…” señal de que está empezando a admirar a ese hombre tan especial que tiene delante.
“Bebieron a sorbos, mirándose” Ambos personajes se respetan, pero desconfían, de momento, se observan.
“Sus ojos oscuros relucían de convicción. Y de inteligencia…” otra vez el valor de una mirada.
  Centrémonos ahora en el espléndido uso del idioma.
Ya el inicio de la novela impresiona por lo poético en contraste con el ambiente que rodea al héroe: “Desde lo alto de la loma…” 
  Espléndido también el inicio del segundo capítulo” Salieron al rayar el alba, siluetas fantasmales de hombres y monturas en la primera claridad gris…” Escenas que podríamos calificar de planos cinematográficos. Y es que Pérez-Reverte tiene presente el cine con frecuencia. Lo he podido observar en casi todas sus novelas, pero no es este lugar para desarrollar el tema. No obstante, no quiero dejar de resaltar dos aspectos. Por un lado, en la entrevista ya citada ,cuenta que precisamente  el Western ,o sea las películas  del Oeste, sobre todo las que se centran en la vida de frontera(citó  títulos que no recuerdo) fue lo que despertó en él la idea de este “su Cid” .A este respecto hay en la novela una frase : “La frontera es así…También las cabalgadas cristianas hacen lo mismo en tierras de ellos…Dios hace tajo parejo” que habla de esa idea de vida de frontera que recoge en la obra. Casualmente en los días de lectura de esta obra vi un de esas películas “Hostiles” en que se dice algo parecido acerca de la lucha entre indios y americanos en la frontera. 
  También llama la atención el comienzo del capítulo VI que por momentos hasta se hace poético. “Parecían dirigirse hacia la luna, pues esta se alzaba rozando todavía el horizonte…Su claridad difusa recortaba en penumbra árboles y rocas, alargando las sombras de hombres y caballos…” ¿No nos recuerda alguna de aquellas escenas nocturnas de ciertas acotaciones de LUCES DE BOHEMIA de las que decíamos eran más aptas para el cine que para el teatro, o escenarios fantasmales del romanticismo?
  ¿Y esta otra? “…Al sur de Barbastro ...con las cumbres de la sierra divisándose brumosas, azuladas y grises en la distancia”. ¿No parece un cuadro?
  Volvemos a encontrar esta técnica descriptiva en el capítulo V de la tercera parte: “la luz del amanecer, entre gris y amarilla, e aclarándose tras   las colinas lejanas hasta que el primer rayo de sol incidió horizontalmente en el rostro de Ruy Díaz…”
  Ahora será el atardecer: “El horizonte ya no existía a levante…Por el lado de Poniente quedaba una estrecha franja mortecina, comprimida entre tierra y cielo, que viraba despacio del ámbar al azul oscuro…”, “La última franja de claridad se había extinguido en el horizonte y la bóveda celeste parecía acribillada de minúsculos alfilerazos de plata…”
  Estos juegos de luz y sombra, aplicados también a los hombres, se repiten en bastantes ocasiones:” Danzaban en los rostros barbudos y serios contrastes de luz y sombra…” “El sol casi cenital cortaba una sombra dura en su rostro…”,
  Pero no olvidemos que esta, como otras técnicas de escritura que hoy calificamos de cinematográficas, existieron antes en la literatura. Hoy, en este sentido, literatura y cine se retroalimentan. Creo que se puede decir así. Si lo pensamos bien veremos ya en el comienzo del Cantar de Mío cid una auténtica escena cinematográfica. En su adaptación el cineasta solo tendría que sustituir palabras por imágenes. Por otro lado, recordemos a este respecto como Gimferrer designa la novela decimonónica como la madre del lenguaje cinematográfico narrativo.
  Tampoco es ajeno al estilo de Pérez-Reverte el realismo con que se describen los combates. Escenas durísimas, crueles incluso, desagradables, pero en las que no se puede dejar de admirar la precisión en los términos, en las metáforas, en las onomatopeyas. Es cierto que puede haberle sido útil su época de reportero de guerra. En su literatura las podemos rastrear desde Territorio comanche, pasando por la serie de Ala Triste, Cabo Trafalgar, El pintor de batallas, la trilogía de Falcó…
  He hablado de onomatopeyas. Recordemos algunas: “Clang, clang. Tunc, chas, tunc, chas. Ziaaang, Ziaaang. Tump. Clang”
  Muy similares a las que se pueden encontrar en Cabo Trafalgar: Pumba, pumba, pumba/ Bum, raaca. Bum, raaca/ toc, toc (un golpe en el hombro) / crac, crac, crac/ Raaaca, clac.  Tump, Tump. /chof, chof (no requiere explicación) Chas, chas (descuartizar a hachazos)
  También llaman la atención las metáforas de carácter coloquial o militar: “Buena vendimia, señor Ruy Díaz”, “Ruy Díaz…segaba a mansalva. Recolectaba a manos llenas”
Igual que en Cabo Trafalgar Metáforas coloquiales “nos van a escabechar”, “vamos a leerles la cartilla”, “este tiene to el boquerón vendío”, “Veo mucha cagada de rata en el arroz”.
  En relación con estas frases metafóricas de carácter coloquial podríamos hablar de como los personajes de diferente idioma intentan hablar el del contrario. Por ejemplo, Roy Díaz es capaz de decir, incluso comprender palabras árabes del mismo modo que los moros hacen uso si es necesario del castellano. También entiende al conde de Barcelona cuando lo insulta, aunque lo haga en catalán. “en voz baja, aunque bastante clara para que Ruy Díaz lo pudiera oír. Malcalçats. (malcalzados) esta fue la palabra que deslizó a su gente…”
  Algo parecido ocurre en Cabo Trafalgar, aunque allí la mezcla de andaluz y francés resulta casi grotesca,¿esperpéntica?.
  Otro rasgo del estilo del autor que no deberíamos pasar por alto en este breve estudio es la presencia del diálogo. Los diálogos son vivos, realistas, a veces breves, cortados y otras extensos. Cargados unas veces de tensión, otras de astucia e incluso de inteligencia y voluntad de entendimiento. Siempre o casi siempre acompañados de gestos muy significativos de los interlocutores.
  El rey de Zaragoza: “mírame cuando te hablo, cristiano”
 “El perfil del halcón moreno se quebró en una sonrisa blanca”
  Recordemos ahora la última conversación con el rey de Zaragoza
“Relucían rojizos los ojos del rey. Estaba sonriendo…”
_Me gustaría que empezaras a pensar en Valencia… ¿Te parece buena idea una campaña en primavera?
_Podría hacerse, mi señor…
  En la parte IV podemos disfrutar de una espléndida lucha dialéctica entre Rodrigo y el conde en que los gestos tiene tanto valor como las palabras.
“En sus ojos azules (del conde de Barcelona) se abría paso una honda soberbia”
“Ruy Díaz le dirigió una sonrisa benévola”
“Berenguer Remont emitió una risita malhumorada y sarcástica...”
“Sonrió Ruy Díaz con sencillez”
“Las pupilas (de Berenguer Remón) se habían dilatado de golpe y olía a agrio, a tierra y miedo…”
“_Suspirad tan solo, moved una ceja, parpadead y por el Dios que nos alumbra juro que os degüello.” Ahora Roy Díaz se sabe dueño de la situación “Y en sus ojos había suficiente noche para creerlo”
(Durante la comida para el acuerdo)  ..”Si una sonrisa  podía calificarse de negra, la de Berenguer Remón lo era. Negra y astuta…”
“Las pupilas contraídas por el odio en el centro de los iris azules…”
_Volveremos a vernos_ prometió
Le sostuvo la mirada Ruy Díaz…y sus ojos expresaban todo el desprecio y el rencor posibles en un ser humano…
_Soy Berenguer Remont…Estoy en la historia…pero tú acabarás pudriéndote al sol en cualquier combate…se borrará del mundo lo que eres y lo que fuiste…
Hizo el jefe de la hueste otro ademán afirmativo, pero estaba distraído. En ese momento pensaba en Jimena y en las niñas. Ojalá se encuentren bien las tres, se dijo.
_ ¿Oyes lo que te digo…? Dentro de unos años nadie recordará tu triste nombre
_Probablemente, señor _ dijo_ probablemente
Es magnífico este final del diálogo que cierra la novela.
FIN
PD. Mucho más se podría decir. Tengo una ilusión. Hacer algún día un estudio más completo de la obra de Pérez-Reverte. Creo que lo merece.

domingo, 15 de marzo de 2020

¡Quédate conmigo, Amanda!”


 
  Ha cumplido setenta años y ha decidido dejar los escenarios antes de que la eche el público algún día con una sonora pitada. Con ese fin ha hecho una gira dando conciertos en los mejores teatros del mundo. Hoy será el último.
  Mientras se prepara pasa revista a lo que ha sido su vida. Ya de pequeñita quería cantar y solo cantar. Tuvo grandes problemas para convencer a su familia. Quería cantar, pero a lo grande. Su sueño era ser una gran cantante de ópera. Esto supuso un problema añadido pues requería unos estudios que su familia no podía sufragar. Pero no estaba por abandonar su sueño. Luchó, trabajó para pagarse los estudios. Sin nadie que la avalara tuvo unos duros comienzos, pero nunca se vendió. Tras grandes esfuerzos llegó a lo que quería y se convirtió en una gran diva admirada, querida y buscada por todos los productores teatrales.
 Un día, un compañero, con quien había compartido escenario muchas veces, habían interpretado dúos magníficos, eran una pareja profesional que todos admiraban, la miró fijamente a los ojos y su mirada decía: ¡Quédate conmigo!
  Ella, sostuvo durante unos segundos aquella amante mirada, sonrió y apartó la suya dando así una respuesta negativa.
  Es un cielo, pensó, sería bonito, pero supondría muchas ataduras y eso era lo último que ella deseaba.
  La avisaron para salir a escena. A pesar de la experiencia estaba nerviosa, al fin y al cabo, era su último concierto. El recital fue todo un éxito. Cantó las Arias más hermosas de su repertorio. Cerró con el “va pensiero” de Nabuco, convertido en aria. Era su último grito de libertad.
 El público puesto en pie aplaudía sin descanso. Varios minutos de aplausos. Tuvo que salir a saludar varias veces. Una de ellas, sus ojos se cruzaron con los de un espectador de primera fila. Aquellos ojos, algo apagados por la edad le recordaron otros…y pudo leer en ellos: ¿Por qué no te quedaste conmigo?
FIN
2_12_2019
Nora Albátor.
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