Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

martes, 15 de febrero de 2022

  

  

Escribir es negocio de particular juicio

“…Escribir es negocio de particular juicio…”

(Fray Luis de León)

   Lo sé, mi admirado y querido maestro y amigo. Sepa vuestra reverencia, que es lo primero que pienso cada vez que me enfrento a la página en blanco, antes folio, ahora la pantalla del ordenador. Pero necesito escribir. Como lo hicieron y hacen y harán tantos otros.

  Es la razón por la cual me propongo reflexionar “por escrito” a cerca de algo que me preocupa cada vez que leo ya sea un poema, una novela, un artículo… ¡da igual!

  Mi pregunta es ¿Cómo se siente un escritor * cuando se instala frente a la página en blanco, ya sea un paquete de folios, una libreta o bloc o la pantalla del ordenador? Con estilográfica, bolígrafo o tecleando.

  He leído que algunos hacen esquemas, confeccionan fichas, toman notas en cuadernos que se multiplican, o pasan días, en aparente vagancia, negociando in mente hasta tener el todo que buscan y entonces ¡a escribir como posesos!

  Imagino que a veces la inspiración tarda en llegar. ¡Apagón creativo! El escritor esperando cuándo surgirá otra vez esa chispa bendita que no deja respirar, que incita a escribir y escribir. Que hace aparecer rostros, manos, labios, ojos, miradas, historias, frases. Quizá de forma un poco alocada, pero, que luego, paulatinamente van tomando forma, van reuniéndose debidamente y lo que fue un puro torbellino de ideas acaba siendo una historia que  atrapa, que no se  puede dejar, que crece y crece, cuando, tal vez, se había pensado que en unas pocas líneas se iba a despachar. Les toma cariño a esos personajes fruto de su fantasía, de sus recuerdos, de sus ilusiones o frustraciones y vive con ellos, llora con ellos, ama con ellos, sufre y /o goza con ellos: quién sabe si mata con ellos o incluso muere con ellos.

En “Los monederos falsos” André Gide, a través de Eduard confiesa su dificultad para inventar y su predisposición a fijarse más en lo que podría ser que en lo que ha sido. Eduard habla del trabajo del novelista, del proceso creador. Él lleva siempre un cuaderno en el que va anotando todo: “el cuaderno. Es el espejo que paseo conmigo. Nada de lo que me sucede cobra existencia hasta que lo veo reflejado en él “¿No evoca esto aquello de” la novela es un espejo a lo largo del camino”? Habla de encontrar más que buscar.

También de Galdós se cuenta que llevaba siempre una libreta o papel donde tomar notas de lo que atraía su atención en la calle…

Pérez-Reverte en “Hombres buenos” inicia los capítulos interrumpiendo la historia principal para explicar el proceso de la creación narrativa. Habla de cómo en sus novelas le gusta cuidar los escenarios porque facilitan el ambiente adecuado para los personajes y la trama. Es importante, por ejemplo, a la hora de establecer los diálogos que el día sea gris o luminoso, que se esté en espacios abiertos o cerrados…De paso va explicando los pasos que siguió para captar los espacios, las situaciones, la información que recabó.

  No puedo menos que recordar aquella rima de Bécquer que explica magníficamente este proceso

Sacudimiento extraño

Que agita las ideas, …

Murmullo que en el alma

Se eleva y va creciendo…

Ideas sin palabras,

Palabras sin sentido; …

Actividad nerviosa…

 ¿Podría ocurrir que lo que iba a ser un cuento, un relato quizá breve que arranca de una simple anécdota, acabe pasando de tema a historia secundaria de un relato extenso, que vaya creciendo hasta acabar en una vida que ocupa más 500 páginas? Que ¿le tenga absorbida la vida y la mente durante meses incluso años a su autor?

  Carmen Martín Gaite, comenta” Tal vez cuando escribimos no somos conscientes de todo lo que estamos volcando en el famoso folio en blanco. Es como lo que decía aquel gran escritor de las cerezas. Empiezas a escribir y sigues, sigues, hasta agotar las ideas, los recuerdos, lo vivido, lo soñado…Una cosa trae otra y así casi hasta el infinito.

  He leído que de algunos escritores podría decirse que solo escribieron una novela porque, una tras otra, repiten el mismo tema o siempre giran en torno a él. ¿será posible? Tal vez sea el caso de las “Sagas”. Por ejemplo “Forsyte Saga” constituida por tres novelas: "El mono blanco" (1921),” La cuchara de plata" ( 1926) y "El canto del cisne" (1928). O no siempre.

 Otra duda. ¿Tienen los escritores problemas a la hora de encontrar el vocablo adecuado, la frase, el adjetivo? Y otra vez Bécquer

“Yo sé un himno gigante y extraño…

Yo quisiera escribirlo, del hombre

Domando el rebelde, mezquino idioma,

Con palabras que fuesen a un tiempo

Suspiros y risas, colores y notas….

  Deseo de domar el idioma, tan hermoso y difícil. Pero ¿cómo extraer esa belleza que encierra? Imagino a cualquier escritor soñando como Bécquer con que sus palabras sean: suspiros, risas, colores, notas; incluso olores, sonidos, miradas, sentimientos… (miedo, arrojo, amor, tristeza…)

  Precisamente Pérez-Reverte inicia su novela “Hombres buenos”, confesando que es muy difícil expresar por escrito lo que se quiere contar, lo que se ha ideado, imaginado, visto. Piensa que lo importante es que el lector vea lo que el autor ve o imagina. El autor debe convertirse en los ojos del lector.

Gide en “Los monederos falsos”: para ser un buen novelista hay que saber escuchar

Carmen Martí Gaite da importancia a la memoria, a la capacidad para  evocar el pasado propio. Considera que, a la hora de construir, de idear personajes e historias, se debe combinar lo observado con lo vivido. Hay que reducirlo todo a un núcleo fundamental: la relación de la persona con los demás. Y, sobre todo, conseguir que en este punto confluyan la autora, el narrador, los personajes y el lector.

Conviene aprovechar todo lo que hay en el cuarto de atrás, escondido, latente.

  Lo imaginado dice, y en este sentido recuerdo lo leído en “Expiación” donde la protagonista que sueña con ser escritora aprendió que la imaginación es una fuente de secretos; que una vez empezada una historia no se la podía contar a nadie. No todos los escritores parece que piensan así. Por ejemplo, Carmen Martín Gaite siempre ha confesado tener la necesidad del interlocutor, de contar lo que imagina y piensa. Y algo parecido dice García Montero en “Las palabras rotas” que escribir es cuidar las palabras pensando en el otro, o sea en el lector; o preparar una habitación pensando en ese otro que la ocupará.

Está claro que cada escritor, como cada ser humano, es un mudo.

  Siguiendo con la construcción del relato, también en “Expiación” se aportan ideas importantes como que es posible construir un mundo en cinco páginas; o expresar el hecho de enamorarse con solo una palabra “mirada”. (¡qué importancia tienen las miradas en “Sidi” de Pérez-Reverte!) Se puede hacer que una crisis en la vida de una heroína coincida con una granizada, un vendaval, una tormenta… Hoy, con la aparición del microrrelato puede ser fácil.

 La naturaleza, a veces, puede jugar un papel simbólico en este sentido como  las nubes en “Nubosidad variable”

   Otra idea que me inquieta. ¿De dónde surgen los personajes? ¿Cómo consigue el escritor, no solo adentrase en sus sentimientos sino también la imagen necesaria, exacta para describirlos?

  Con frecuencia el carácter y el aspecto físico de los personajes parecen coincidir. No es que los bondadosos sean hermosos y los malvados feos, necesariamente; pero tal vez sí hay que buscarles unas facciones determinadas, una mirada, incluso una voz. ¿Surge con facilidad o es una ardua tarea? ¿Primero les ve el alma y luego les busca la apariencia física?

 No sé por qué razón me inclino por esto último. Quiero pensar que el escritor ha imaginado un personaje con un carácter, y a partir de ahí intenta, necesita darle una realidad física, una imagen. Es decir, completar al personaje. Lo imagino observando en su entorno entre personas que ve en la calle, actores, personajes televisivos etc. hasta encontrar los ojos, las manos, la sonrisa, la mirada, la estatura que necesita.  Quizá muchos personajes tienen un clon real.

Recuerdo haber leído que muchos de los personajes de Galdós recuerdan a alguien real. Por ejemplo, el ciego de “Misericordia” existía. Y en cuanto a la relación aspecto físico y carácter se dice que ese lobulillo que Benigna, la protagonista de Misericordia, tiene en la frente pude recordar la espina con que las estampitas religiosas representa a Sana Rita, por aquello de su bondad, algo que también concuerda con el nombre.

 En otro Pérez, en este caso Reverte, en “La piel del tambor” había un personaje que parecía calcado de Mario Conde y otro que se peinaba igual que Anasagasti.

 André Gide” en “Los monederos falsos! a través de Eduard, el protagonista novelista, dice en lo que a la creación de los personajes se refiere que cuando un novelista los describe con demasiada meticulosidad está trabando la imaginación del lector al que habría que dejar que se los figure como quiera. Es en la imaginación del lector donde debe conseguirse la precisión, solo a través de dos o tres rasgos colocados donde convenga. Podríamos agregar, colocados con maestría. Esa es precisamente la magia de la literatura, del texto escrito, sobre la imagen, cine y televisión, que nos permite también a nosotros crear.

 Vuelve Eduard a los personajes de los que dice que él nunca los buscó, que le salieron al encuentro y que una vez que están ahí el novelista se debe a ellos. Este detalle me llama poderosamente la atención.

También Almudena Grandes, cuenta que la protagonista de “Inés y la alegría” la encontró a ella.

Tal vez a Galdós también lo encontraban y quién sabe a cuántos más.

 Por su parte Carmen Martín Gaite en algún momento se lamenta de que en una novela hay muchos personajes, y hay que armonizar la versión de cada uno con la de los demás.

  En “Expiación” Briony, creía saber describir bastante bien las acciones, poseer el tranquillo del diálogo y poder hablar de los bosques en invierno, y del siniestro muro de un castillo. Pero se plantea cómo hablar de sentimientos …, cómo describir la tristeza misma, cómo pintar el alma de tal manera que se sienta su cercanía enervante.

  Puede ser este uno de los grandes problemas de cualquier escritor: penetrar en el alma, en los sueños, los sentimientos, de sus personajes.

  Y en cuanto a los nombres, incluso los apellidos ¿Cómo llegan o se buscan? Porque a veces los nombres de algunos personajes parecen simbólicos o al menos motivados. Ocurre con frecuencia en Galdós.

A veces son, casi una parodia del personaje. Por ejemplo, que una prostituta se llame Purita, un seminarista Cojoncio Alba; Max Estrella; que al protagonista de El Lazarillo todos le llamen Lázaro por ser criado de un ciego, o Bernarda (con fuerza de oso). Angustias, Magdalena, Martirio, Amelia (sin miel) o Adela (nobleza) y un larguísimo etcétera.

  Quizá una consecuencia del mundo de los personajes es la facilidad con que el lector va a intuir, sospechar, que hay mucho del autor en ellos. Por ejemplo, la niña-escritora de Expiación se platea que, al describir la debilidad de un personaje, es inevitable exponer la suya propia; que el lector casi no podrá evitar conjeturar que estaba describiéndose a sí misma. Nada más cierto. Parece inevitable que el lector piense indefectiblemente que tal personaje es el propio autor, que lo que cuenta es su vida, que está exponiendo sus vivencias incluso las más íntimas, incluso, aunque no use la primera persona. O sea que está haciendo estriptis literario. Parece, pero no es, al menos siempre, cierto.

  Otro tema interesante o digno de tratar es la dificultad que supone la creación del diálogo. Es a través de los diálogos como con frecuencia conocemos definitivamente a los personajes, su alma, su carácter…Pueden constituir la red que va uniendo los momentos y las historias.

 Recordemos como Galdós reconocía haber tomado cariño a este nuevo tipo de novela que introduce en su estructura el diálogo. Quizá fue el afán de realismo y objetividad lo que llevó a D. Benito al empleo del diálogo como total estructura novelesca.

  Pensemos en la importancia del diálogo en la novela de Carme Martín Gaite (    enlazar tiempos,  ir enganchando recuerdos unos en otros le gusta hacerlo no mediante la escueta narración sino a través del diálogo) y en las de Pérez-Reverte, por ejemplo. Y sin olvidar El Quijote.

  Además, el diálogo confiere dinamismo, agilidad, al relato. No en exceso, no se trata de un diálogo teatral sino ese en que los personajes se descubren, en que, a veces cuentan parte de su vida, en que confiesan sus sentimientos: amor, miedo, tristeza, aficiones…O unos hablan de otros dándolos a conocer.

En efecto debe entrañar una gran dificultad, por ejemplo, escribir un diálogo amoroso, o una terrible discusión.

  Nos queda, desentrañar la tarea última del escritor tras haber convertido en relato, novela, cuento, poema…todo lo que bullía en su mente.

   Pérez Reverte en “Hombres buenos”, tras habernos dado una auténtica lección teórico-`práctica de cómo se debe enfocar la redacción de una novela. habla, del trabajo posterior a la documentación y escritura, más o menos espontánea, el de escribir definitivamente la historia. Leerla y releerla, corregir y volver a corregir, hasta estar convencido de que eso es lo que quería hacer y que está bien hecho.

Esa es la cuestión. Releer, corregir. Dice García Montero en “Un velero Bergantín” que hay que releer, incluso en voz alta hasta estar convencidos de suena bien, que se entiende, que gusta…

  El pintor Gordillo dice que un cuadro terminado que te guste es un amor que acaba de nacer. Algo así será para el escritor que acaba una novela, un cuento, un poema…

Es además la confesión de grandes escritores, quizá más frecuente entre los poetas.

  Que muchos escritores lo han hecho se puede comprobar cuando vemos que hay tachones en los manuscritos, que existen dos versiones de un mismo verso, etc. Por ejemplo en el soneto XXIII de Garcilaso la versión más frecuente es “Con clara luz la tempestad serena” pero se ha encontrado también “enciende el corazón y lo refrena “ (en biblioteca virtual cervantes)

 No solo en la literatura. Este repasar, corregir y volver a corregir también se da en la pintura. Es, tal vez, la razón por la que, al estudiar un lienzo, al ir a restaurarlo…aparezcan los palimpsestos.

  En una entrevista el pintor Gordillo confiesa que retoca hasta la saciedad cada cuadro, y llega un momento en que le dice “o te acabo o me acabas”.  

¿Es frecuente hoy, en la era de las prisas y la velocidad, en que hay escritores noveles que escriben una novela en un mes y que dejan para el editor la corrección?

 Y como colofón. ¿Qué es escribir para un escritor?: una especie de vuelo, una forma asequible de vuelo, de imaginación, de antojo.

Para Carmen martí Gaite:" No hay mejor tabla de salvación que la pluma…” Y

 algo así como que a veces se escribe porque no se tiene con quien hablar. No es necesario tomar al pie de la letra ese no tener con quien hablar. Lo que ocurre, a veces, es que no tenemos con quien intercambiar ideas…ilusiones, etc.

Y como parece que dijo Espronceda “escribo en mi loco desvarío/ sin ton ni son, y para gusto mío”

He oído decir: escribo para que me quieran mis amigos (más o menos)

  Quizá como final cabría recordar lo importante que la forma es en una obra literaria. en Estatuas con palomas Luis Goytisolo expone haber descubierto que la piedra de toque de la escritura residía, no en lo que se contaba -la intriga, la anécdota, el argumento-, por muy correctamente que estuviera escrito, sino en la forma en que lo contaba.

*Escribo escritor y lector en sentido genérico y no voy a utilizar la fórmula moderna de escritor/a; lector/a.

También he de hacer constar que cuando hablo de escritor me refiero a la persona que tiene escribir como profesión, o que aun compartiendo esta con otra, escribe con la intención de publicar, vender.

Pd. En otro momento hablaremos de la relación autor-lector-

martes, 1 de febrero de 2022

 

   Unidos por el mar

¡Cuántas noches para olvidar los tiempos de soledad! Noches contemplando el atardecer sobre el mar, testigo de su amor. Con las manos entrelazadas. Acariciándose con la mirada Mirándose a los ojos, esos ojos también presentes en el mar. De ese azul indescriptible que se produce cuando en el horizonte mar y cielo se confunden en una tarde plácida y límpida, los de él. El hombre, amado y soñado desde siempre que ha llegado a llenar el atardecer de su vida. De un verde entreverado de reflejos dorados como cuando al amanecer el sol se refleja en la mansa superficie marina, los de ella. La mujer que él siempre amó y que reencontrarla ha supuesto un amanecer en su vida.

Y el mar, sin saberlo, los unió.