Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

domingo, 17 de junio de 2012








Releer un libro

“Otra vuelta de tuerca” I

     La primera vez que leí esta novela, por razones que no vienen al caso, no le encontré nada extraordinario.
     Hoy, gracias al blog de mi sobrino Juanma, la he releído ,disfrutado y, además, le he dado algunas vueltas de tuerca más.
     Salvando todas las distancias, que son muchas, me ha ocurrido lo que a, mi nunca suficientemente admirada, Carmen Martín Gaite cuando la editorial Taurus le encargó hacer un prólogo para una edición de “Pepita Jiménez”. Dice así: “Instada por la editorial Taurus a escribir un prólogo sobre esta novela, que leí en mi primera juventud, yo misma me he quedado sorprendida del caudal de sugerencias inéditas que ha provocado en mí su relectura”
     Yo disfruto leyendo a modo de detective con su lupa, enfocando todas y cada una de las palabras hasta extraerles todo su jugo. Por eso digo que en esta segunda lectura he dado algunas vueltas más de tuerca.

     El autor hace suyo el conocido recurso de los papeles encontrados o recibidos de mano de alguien. En nuestra  Literatura tenemos varios ejemplos. Cervantes en “El Quijote” hace referencia a un manuscrito encontrado por casualidad y a lo largo de la obra  cita a un tal Benengeli como narrador de las aventuras de su héroe. Así:” Cuenta el sabio  Cide Hamete Benengeli que, así como D. Quijote se despidió de sus huéspedes…..”
     En “Cartas marruecas” de Cadalso hallamos idéntico recurso: “La suerte quiso que por muerte de un conocido mío cayese en mis manos un manuscrito cuyo título es……” y más adelante “Acabó su vida mi amigo antes de que pudiese explicarme si eran efectivamente cartas escritas por el autor que sonaba, como se podía inferir del estilo, o si era pasatiempo del difunto….”. Obsérvese que hay una cierta semejanza entre este caso y el de la novela que nos ocupa. Una persona antes de morir se la entrega a otra, y esta a una tercera; es más se dice que se trata de letra femenina, lo que ya nos lleva a un estilo determinado.
     También en “Pepita Jiménez” se recurre a reproducir las cartas de Luis de Vargas y algunos fragmentos de las de su padre.

     Además, usa la técnica del relato enmarcado o cuento de cuentos, conocida por nuestro “Conde Lucanor” o El Decamerón”, entre otros ejemplos.

     De aquí arranca el problema del narrador. Hay en esta novela tres narradores.
     El primero, que podría ser el autor pues nos promete transcribir la historia fielmente y nos introduce en la situación que dará lugar al resto del relato.
     El segundo, Douglas.  Cuenta que obra en su poder un manuscrito en que se cuenta una historia terrorífica. A petición de los compañeros de reunión promete leerlo pero antes nos introduce en la historia pues la acción del manuscrito comienza in media res.
     Por último la institutriz, autora del manuscrito en cuestión.

     Podríamos considerar, pues, la novela estructurada en tres núcleos.
     I. Empieza el relato en primera persona. Un personaje (el autor ¿?) nos introduce en una situación típica y tópica de la literatura. Un grupo de amigos (de ambos sexos) reunidos en torno a la lumbre en una noche de Navidad. Alguien cuenta una historia en la que un niño ve un fantasma. Se comenta que nunca se ha sabido de niños que vieran fantasmas. Todos quedan sobrecogidos por el relato, sobre todo Douglas que, tras desmentir el hecho de que sea la primera  vez que los fantasmas se hacen visibles a niños, cuenta como él conoce un hecho anterior y real pues está en un manuscrito que obra en su poder (otro tópico). Ese manuscrito tiene letra de mujer y se lo envió poco antes de morir la que fuera institutriz de su hermana pequeña, dama a la que le unió una sincera amistad.
     Le piden que cuente la historia pero se niega pues prefiere leérselo. Incluso queda aplazada la lectura para la noche siguiente (¿Cómo no recordar "Las mil y una noches"?)
     En el primer narrador se vislumbra un cierto antifeminismo cuando ante la ausencia, la segunda noche de reunión, de dos de las damas, comenta:”Así, el auditorio, aunque reducido era más selecto”.
    II. Douglas, antes de la lectura, también en primera persona, introduce a su auditorio y con él a los lectores en el personaje, autor y protagonista de la narración principal, la institutriz. En esta presentación, casi a modo de autor omnisciente,  deja entrever algún detalle de la personalidad de la institutriz. Rasgos que se irán confirmando a través del relato de la autora. Douglas, a su vez, regalará el manuscrito al primer narrador-autor.
     III. El manuscrito, escrito en primera persona, en que se narra toda la terrorífica historia a la que aludió Douglas.

     Podríamos preguntarnos ahora  por qué el autor ha elegido la alternativa de la reproducción exacta del texto.  Tal vez, según algún crítico, por dar justamente la perspectiva de su autora, sin introducir los comentarios propios de narrador que interpreta los hechos. Cuestión de perspectiva. O bien, sencilla y llanamente para conferir más verosimilitud y dramatismo al relato. Es precisamente esa intención lo que ha llevado a los autores antes citados a utilizar este recurso.
     A ello se añadirá el uso de la primera persona que parece transferir a lo narrado más verosimilitud, credibilidad y realismo.



     En una próxima entrada trataré otros aspectos de la obra que me parecen interesantes.

     Estoy releyendo la obra en la edición de Anaya 1984. Tiene un apéndice interesante .

     Espero algún comentario.

8 comentarios:

  1. Intersante apreciación sobre cierto pose machista o antifeminista cuando el auditorio del señor Douglas queda reducido por la marcha de dos mujeres, y el autor resuelve diciendo que esra más reducido pero más selecto. En el momento de la lectura intuí que esas dos mujeres les movía más una curiosidad efímera y superficial, pero se me escapó el detalle de que tuvieran que ser dos mujeres y no un hombre y una mujer o dos mujeres. ¿Prueba quizás de que el autor fuese un tanto misógino?

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente dice "las dos damas". Es cierto que podrían tener un interés superficial pero el comentario del autor me fastidió.Comprensible¿No?

    ResponderEliminar
  3. Totalmente comprensible. Ahora esas actitudes y comentarios chirrian mucho, pero en su época era absolutamente correctos. Ejemplos claros de cambios de paradigmas sociales, afortunadamente. He leído, por cierto, que el autor Henry James tenía cierta actitud despreciativa hacia las mujeres.
    Aprovecho también para decir que las fotografías que ilustran las entradas son muy bonitas y orginales. Se nota aficción por la fotografía ¿verdad?

    ResponderEliminar
  4. Muy interesante el análisis del narrador/narradores de la novela.

    Por otra parte, sobre el comentario de las damas, ciertamente, cualquier obra ha de leeerse atendiendo al contexto que rodeó su concepción. Lo contrario, o sea, leer ciertas obras del pasado desde una perspectiva estrictamente actual, nos lleva a despreciarlas o a no entenderlas, simplemente. Aún más si se trata de obras de género, aunque nos salgamos un poco del caso. Recuerdo que una amiga me comentó en cierta ocasión que no soportaba películas como El halcón maltés o Cayo Largo, por ser terríblemente machistas. Cierto, lo son y nos provocan rechazo si no comprendemos y aceptamos las premisas del género negro en su concepción original, fruto de una época. Te gusta o no te gusta, pero sus características son así (y es parte de su encanto) y en esa clave se escribieron magníficas novelas y guiones que no podemos apreciar sin entrar en ese juego. Bueno, me he ido un poco del tema...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo haber dicho precisamente eso; no me gustó el comentario de la damas pero efectivamente tienes razón en que una obra hay que leerla dentro de su contexto y entorno histórico-social.

      Eliminar
  5. Por cierto, hace un tiempo salío en prensa la noticia de que un editor americano pensaba sacar las novelas de Twain en versión políticamente correcta, o sea, eliminando referencias que podían a cierto lector de hoy echar para atrás. Y se daba el ejemplo del uso continuado de la palabra NIGGER (negrata), la cual sería sustituida por ESCLAVO. Me llamó la atención, sobre todo porque pensé en lo habría que hacer con los clásicos de la literatura española, plena de judíos, moros, mujeres, etc, de lo más maltratados. Desde Cervantes hasta Quevedo, por dar dos ejemplos de los más destacados, deberían sufrir, desde este punto de vista, un lavado de cara severo.

    http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/Tom_Sawyer-Huckleberry_Finn_0_402559970.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algo bastante tonto. Tú dices desde Cervantes. Recuerdo en el cuento de D.Juan Manuel "un negro que no tenía nada que perder"; y los comentarios sobre el padrastro negro del lazarillo; ¿Y "Las preciosas ridículas"?. En fin, que estamos de acuerdo.

      Eliminar
    2. Suscribo todo lo dicho, cada autor, cada obra es hija de su tiempo y de sus paradigmas sociales y por tanto hay que entenderlas en ese encuadre. Los retoques y modificaciones creo que no tienen lugar.

      Eliminar