Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

domingo, 14 de enero de 2018

Las memorias de Jannú



   
Ahora que vivo tranquila y relajada en esta especie de residencia canina para ancianitos he decidido contar mi vida o lo que de ella recuerde.
  Durante varios años, viví en casa de unos locos humanos. Lo de locos lo digo cariñosamente, al menos creo que no es nada malo porque cuando yo hacía carreritas decían riéndose ¡está loca!
  A los pocos días de nacer mi futuro era muy incierto, o más bien con cierta posibilidad de un final rápido y trágico. He oído contar que a mis hermanos los habían colocado o vendido o algo así y que no sabían qué hacer conmigo por lo que podría haber terminado en la acequia. No sé lo que es eso, pero debe ser malo porque todos ponen cara de pena cuando lo cuentan y luego dicen: ¡no sabes lo que te has encontrado, Jannú!
  ¡A propósito! Jannú es mi nombre. Parece que los humanos le tienen que poner un nombre a todo y yo, apenas llegué aquí, recibí el mío. Me gusta, suena bien
Parece ser que mi niña de ojos azules que todos dicen que es mi ama o mi mamá .Con esto de las mamás tengo un pequeño lío porque creo que mi mamá de verdad era como yo pero grande y no sé dónde está ni quién me la quitó; el caso es que dicen que esta es mi mamá, pero otras veces quieren que mi mamá sea la mamá de la casa; en fin da igual ;el caso es que mi niña de ojos azules me llevó a su casa.
  La llegada fue algo conflictiva. Me querían, pero no me querían. Mi niña decía que ella me cuidaría, pero me depositó en la casa y desaparecía horas y horas. Yo aprendí pronto a reconocerla incluso antes de que llegara a la puerta, no en vano soy perra y de buena raza.
  El caso es que entonces me quedaba en casa con otro personaje que se llama hermano y tenía barba. Ahora sé que se llama así, pero yo entonces solo sabía que tenía en la cabeza mucho pelo casi tanto como yo. Los primeros días me quería, pero luego empezó a rechazarme. Yo creía que era porque hacía mis necesidades (ellos les llaman cacotas y pipí y a veces cosas más feas cuando están enfadados) pero más tarde supe que el problema era…a ver cómo se dice… ¡eso! Económico. Parece ser que, para salvarme de la acequia, vacunarme y no sé cuántas cosas más, mi niña lo había expoliado (esta palabreja la aprendí tiempo después de estos hechos; la madre le decía a mi niña que la estaba expoliando y algo me dice que hay una relación de circunstancias. He de hacer notar que esta familia utilizaba unas palabras bastante raras, creo que se llaman cultas. ¿Se me habrá pegado algo a mí?) al parecer con la buenísima intención de des expoliarlo (¿se dirá así?) cuando le fuera posible. Es decir que le había pedido un préstamo al hermano y como yo ocasionaba más gastos de los previstos, pues no le llegaba para devolvérselo y él estaba enfadado y no quería saber nada de nosotras. ¡Menos mal que al final el padre se hizo cargo de mi manutención si no mi sino …
  A todo esto, yo solo conocía a estos dos miembros de la familia (ahora sé que éramos una familia) pero, oía hablar con frecuencia de los papás. En el ambiente se notaba una cierta tensión, un temor.
  Una mañana, estaba yo tan feliz en el dormitorio (le llaman el agujero) del hermano cuando se abrió la puerta de la calle, justo frente a mis ojos y vi, no sin cierto temor otros dos individuos de la misma raza que mi niña y el hermano. ¡Los padres! Oí y pensé
  La mamá me miro muy seria y dijo ¿Qué es esto? Lo de esto no me gustó nada, parecía una palabra fea, pero menos me gustó el tono y lo que vino después. Es Jannú, dijo mi niña con su más dulce voz y con una tierna mirada. Y la madre - ¡pero es un bicho enorme! (yo solo tenía un mes y me sentía diminuta a su lado. No comprendí nada. Con el tiempo llegué a comprenderla) y peludo (también su hijo lo es y le dio un beso y no puso cara de asco); además se hará enorme. 
¡Enorme, enorme, enorme! Oía yo que me iba percatando de que eso era un problema. El padre ni me miró.
 Pero mamá, decía mi niña, si es muy dulce, si es un bebé y no tiene mamá ¿no te da pena? Mira que ojitos. Yo la miré con ternura. La verdad es que a pesar de su enfado inspiraba confianza y, sobre todo, si mi niña le hablaba así…Sí, si es muy bonica, pero se va a hacer enorme (¡qué manía!) y tú sabes que los perros no son santo de mi devoción (no tengo muy claro lo que eso significa porque la mamá lo dice también sobre personas; por ejemplo, sobre una tal Isabel Tocino. Por cierto, qué apellido tan sabroso); que necesitan que se les dé órdenes y yo eso no sé hacerlo. lo que ella no sabía es que yo me había grabado en esta cabeza de futuro bicho enorme su DEBILIDAD. Pero como le tomé cariño nunca abusé y la obedecía cuando intentaba darme alguna orden ¡no cuesta tanto hacerla feliz! Pensaba yo.
  El gran problema era lo que ellos llamaban las cacotas y el pis. Yo no sabía dónde debía hacer esas cosas. No soy como los gatos que parece que nacen sabiendo donde se hace. La única vez que vi a mamá histérica fue con eso: ¡mierda, mierda, mierda! Gritaba con rabia mientras escurría la fregona. Yo me asusté mucho, pero observé que mi niña y el hermano la miraban con asombro, pero sin decir nada. Ya había observado yo que lo hacían siempre que se enfadaba “ya se le pasará” parece que pensaban; y se le pasaba. Luego le daban un besito y aquí no ha pasado nada. Yo también habría querido hacer las paces así con ella, pero a mis besos les llamaba lametones y decía ¡qué asco!, a mí no me lamas. Yo te quiero, pero sin lametones. Todos podían darle lametones menos yo; ¡Qué injusticia!
  Lo más duro fue conquistar al padre. Me ignoraba o fingía ignorarme. Me llamaba el perro, el Jannú. Y la mamá, - es perra cariño, es niña; - bueno qué más da; - se puede enfadar, hombre.
  Por fin un día, nunca lo olvidaré, mi niña se fue a pasar el día a la montaña. Siempre me llevaba con ella: Jannú, coge tus cosas que nos vamos; y nos íbamos y corría por el monte y lo pasaba de …miedo. Lo malo es que al regreso se empeñaba en bañarme. Pues aquel día, no sé por qué me dejó. Oí al papá que decía-- ¿No se ha llevado al perro? -No podía. Y no es perro, es perra. -Pues no voy a tener más remedio que sacarlo - sacarla - eso, sacarla; este bicho no puede estar las 24 horas del día encerrado, encerrada, ha de hacer ejercicio; además si no sale ¿cómo va a aprender a hacer sus cosas en la calle? -Pues tú verás. Yo desde luego no la saco, bastante tengo ya con ir todo el día con la fregona en ristre que parezco la loca del mocho.
  Papá se acercó y me rascó la cabeza. Sentí una emoción tan fuerte que me hice pipí. Esta vez me perdonaron, hasta se rieron. Debieron comprender mi situación; debía de ser eso que mamá llama situaciones extremas. En fin, que papá me puso la correíta y me llevó a la calle mientras mamá…
  A partir de entonces papá y yo vivimos un auténtico idilio (eso dice mamá con cara de guasa). Me compraba galletitas, me traía juguetes, todo para educarme, decía.Ya veremos quién educa a quién, pensaba yo.
  A todo esto, y volviendo a los primeros tiempos con mi familia, me fui enterando de que aún faltaba alguien; todo el mundo hablaba de que en cualquier momento llegaría la princesa. - ¡Ya veremos cómo reacciona cuando vea a Jannú!- Y reaccionó. Un día sonó el timbre, mamá abrió la puerta y allí estaba la princesa. Rubia como mi niña y con unos ojos también azules preciosos, cargada con un mochilón enorme (en esta casa todo podría ser enorme y es que como ellos son tan pequeños…), se abrazó a mamá, dijo que estaba cansadísima y de pronto - ¡Aaaah! ¿Qué es esto? -Es Jannú- dijo mamá- ¿un perro? -Una perra, una cachorrilla (eso me gustó. El diminutivo hacía pensar que ya me iba aceptando)- ¡¿cachorrilla?! Es decir, que va a crecer- Sí, bastante; es hija de pastor alemán y perro lobo-Entonces ¡se hará enorme. ¡Qué horror!
  ¡Ya estamos! Otra. Qué manía con la enormidad; tampoco es para tanto. Pero sí era para tanto. Lo comprendí conforme iba creciendo. Para esta familia todo resultaría siempre enorme.
-Y ¿dónde duerme, ¿dónde hace…? A mi habitación no habrá entrado- no hija, no. No ha entrado en tu habitación. -Sólo faltaba que quisiera jugar con mis peluches- (¿qué serán peluches? pensé) -  No temas, hija todo está bajo control. Por ahora solo se ha encariñado con Tilín; lo ha dejado tuerto (¡ah, ya, peluches son animales de mentira, no se mueven, no juegan)
Tilín era, un leoncito de peluche con el que quise jugar y a primeras de cambio me quedé con un ojo en las fauces; bueno, en aquel entonces llamar fauces a mi boca era un poco exagerado, pero parece que me da cierto prestigio
  -Pero, mamá, ¿cómo habéis consentido esto? Esta niña hace con vosotros lo que quiere. ¿Has pensado en el salón? No entrará, no se sentará en el sofá; podría dejar pelos, pulgas, parásitos, microbios… - ¡Hija! No exageres. No entra en el salón. (Esta niña ¿por quién me ha tomado, por un almacén de inmundicias? Tendría que ver los lavados que me dan y las medicinas, y los polvitos y mil asquerosos potingues y hasta un collar antiparásitos ¡menudo suplicio!)-Y ¿has pensado en la estantería de las colecciones? De un coletazo se lo carga todo (ahora resulta que también mi cola molesta) ¿Y tu colección de gatos? (¿Gatos?, ¿qué dice, ¿dónde están?, ¿cómo no los he visto, ni olido? ¿mí instinto perruno, hoy diría canino, no me ha avisado? Se me erizó la cola, esa cola que ya era culpable de todo lo que pudiera pasar. Y ha dicho gatos, ga-tos; es decir no uno, varios, incluso muchos ¡qué horror! ¿qué horror? ¡atiza! Yo también digo la palabrita de marras, mira por donde también me va a servir a mí. Hay que investigar, Sin duda los gatos están en el salón y por eso no quieren que entre. Pero no, si el otro día entré, antes de que vinieran los papás; por cierto, rompí un chisme con la cola, pero lo pegaron y nadie se ha dado cuenta. Allí no había gatos. Investigaré.)
  Por cierto, me ha comentado una coleguilla que la princesa ahora tiene muchos perros en su casa y que los adora. Podría rescatarme.
  La mamá calmó a su hija: - anda ve, deja el equipaje y te vienes a la cocina y me cuentas cosas que mira la hora que es y aún no he hecho la comida. -Si, pero no voy a comer. Me voy a echar un rato que vengo hecha una mierda, el viaje es un c… (Esto no lo repito porque me parece que no debo. A la mamá no le gustaba)-hija, tú siempre con ese léxico tan exquisito- ¿Qué quieres? Yo hablo así- Ya, ya.

Yo soy Jannú

Con el tiempo se iban calmando los ánimos y mi presencia empezó a parecer algo normal; Este es el lado bueno. Pero por otro lado yo pasaba mucho tiempo sola, completamente sola.
  A las 6’50 de la madrugada sonaba el despertador, la mamá le dedicaba una serie de improperios. Aún no entiendo por qué si lo había educado para que sonara, se enfadaba tanto cuando la obedecía. El caso es que se levanta y sin mirarme sale por el pasillo oteando y husmeando. Lo hace mejor que yo. Claro, no es chata y si la nariz no le sirviera para algo se habría lucido su mamá. Si todo va bien, me saluda; si no, se dispara el dispositivo de….
Cuarto de baño, cocina, desayuno, dormitorio, baño. Empieza a despertar gente; ahí ya puedo yo entrar en acción. Saludo a papá. dice mamá que la imagen es patética o grotesca, según le coge. Despertamos a mi niña y me aparta para besarla antes de que yo le haya dado mi lametón de saludo; avisa a la princesa; y …
- ¡mamá, oye que….
-Nena no puedo. No me entretengáis que ya no puedo pararme. Recordad que hoy llego tarde, la comida está lista. O que hoy no vengo. entonces papá
_pero.
-No te preocupes que a las dos treinta tendrás el plato delante. O bien, hoy vengo pronto, tengo la comida a medio hacer. .................
Su voz se pierde por el pasillo. ¡Plas! puerta cerrada
  Ahora empiezan a salir los demás de sus agujeros. Carreras, golpes en la puerta del baño
-Pero tú ¿Qué te has creído? No te puedes encerrar a estas horas.
Papá acaba de afeitarse y ¡Vamos, Jannú! Yo lo espero ya junto a la puerta con la correa en la boca. Un breve paseo, una carrerita, para que haga mis cosas y ¡a casa ¡
  A partir de ahí, sola toda la mañana. Duermo, pienso y reflexiono sobre lo que voy viviendo porque de todo esto podré sacar partido. Y, sobre todo iré conociendo a los humanos. Claro que no sé si serán todos igual, ¡A estos, como dice la mamá y no sé por qué, hay que darles de comer aparte!
Y, sobre todo pienso ¿Qué me deparará el destino?
  Al cabo de algunos años y por diversas razones, he acabado en este lugar donde me dan de comer, me lavan y me dedico a recordar aquellos años con mi familia humana
FIN

1 comentario:

  1. Me parece muy ingenioso tu relato sobre la perra que habla y piensa como un humano. Me recuerda "El coloquio de los perros" de Cervantes.

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