Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

martes, 10 de septiembre de 2019

Me cegaron sus soles bellos…




 
  ¿Dónde he visto esos ojos?, Parece que vamos a viajar, no sé si juntos. He de saber de dónde han salido esos ojos. Y ¡Qué mirada! La ha despedido un señor casi de nuestra edad ¿será un hermano? ¿Marido? ¿Amigo? El caso es que ella viaja sola. A ver si hay suerte,   coincidimos en el coche  y puedo sacar algo en claro. ¡Dios, parezco un adolescente! Pero ¡esos ojos…!
  Pues qué bien. Ascensor averiado. Menos mal que viajo ligera de equipaje. ¡Ala, a bajar y subir maleta en ristre!
-Perdón, si me permite
-Puedo aún, pero gracias.
-No he pretendido molestarla.
-No me ha molestado. Es la costumbre de apañarme sola.
-Lo celebro. ¿En qué coche viaja?
-El dos
-Parece que viajaremos juntos. ¿No le molesta si vuelvo a cogerle la maleta?
-En absoluto
- ¿Qué número lleva?
-El ocho.
-Coincidimos. Yo el nueve.  ¿La subo o también puede?
-Ahí me ha pillado.
-¡Hombre los asientos enfrentados!. Parece que los hados nos son propicios.
-Yo diría que están juguetones. A mí no me gusta este asiento. No tiene reposa pies y hay que viajar todo el tiempo con un desconocido cara a cara.
-Es verdad. A mí me falta espacio. Pero no se preocupe yo me sentaré en diagonal y…por otro lado ya no somos unos desconocidos. ¿No cree?
-No sabía que esto fuera cuestión de fe. (Se sentó e inició la maniobra de sacar el libro en cuya lectura pensaba enfrascarse ipsofacto.)
- ¿Puedo preguntarle a dónde va?
-Usted sabrá… Bueno, se lo digo y así no tiene que seguir preguntando. Voy, de momento, a Madrid.
-Perdón. No la molesto más.
Además, tiene una voz preciosa. Ojos, voz y…manos. Pues estoy yo bueno, a mi edad y con estas cosas. Sí, soy escritor y todo me atrae, me sirve, pero esta mujer me dice algo más. Lo peor, o lo mejor, no sé, es que esto no suele pasarme, es más, no me ha pasado nunca. Así de esta manera, quiero decir. A ver, recuerda Arturito, ¿dónde viste esos ojos? ¡Ya lo tengo! Fue hace unos días en la conferencia del Casino. Ella estaba entre el público, muy cerca de la mesa del conferenciante y, claro, me miró, es natural, pero yo sentí esa mirada de una forma muy especial. Jamás había, he, visto unos ojos así. Espero no acabar como Fernando de Argensola. 
- ¿Algo de bar? ¿Café, licor, agua…?
-Por favor, un café, solo. Gracias. ¿Es…? aquí tiene
- ¿Me pasa a mí un café con leche? Gracias. Tenga.
- ¿Le pareceré pesado e indiscreto si le hago otra pregunta?
-Se lo dice usted todo. ¿Qué quiere saber ahora? ¿Si tomando un café a estas horas voy a dormir?
-Ahora me ha pillado usted a mí. Pues, sí, era eso. Claro, podría ser que tenga usted la enorme suerte de dormir como un lirón, que nada le quite el sueño o que tenga algo importante que hacer esta noche y necesite estar espabilada.
-Ha acertado en una cosa, pero no pienso sacarlo de dudas. Espero que tanta pregunta no sea para incluirme como personaje de su próxima novela. Me estoy sintiendo como un ratón de laboratorio. Reconozco que los escritores, sobre todo los de su línea, viven y beben de la observación. Pero ¡hombre…!  
-O sea que me ha reconocido. ¡Qué bien lo ha disimulado!
 -Vivo en este mundo y leo mucho. Incluso hace unos días estuve en una conferencia suya. No esperaría que me hubiera abalanzado a pedirle un autógrafo. ¿Le cuento algo más o prefiere seguir preguntando?
- ¿Le digo cómo me siento yo ahora? Como el cazador cazado. (Ella rió de buena gana)Más que preguntando me gustaría seguir hablando. En cuanto a lo de incluirla en una novela, no puedo prometerle nada. Si lo hago tendré el placer y honor de regalarle un ejemplar.
-Firmado y dedicado, espero.
-Ha dicho que va a Madrid, de momento. ¿Va de paso? ¿Se queda unos días?
-Tal vez me quede unos días, pocos. Quiero visitar a unos amigos, algún museo  y luego, ya veré. ¡Ah! No sé si se ha dado cuenta, pero ha seguido preguntando.
-Es verdad. Perdón. La dejo que siga leyendo. Al llegar, si me lo permite le haré la última pregunta para luego poder seguir hablando.
Está claro que es la de la conferencia. Si es imposible ver esos ojos y no quedar hechizado. Pero qué misterio. Es imposible que sea soltera. ¿Viuda, separada?
Se la ve con cierta soltura, pero como si se quisiera proteger; como si no se fiara ni de su sombra, aunque parece que le gusta comunicarse. Lo dicho. Esto que me está pasando es muy, muy raro. Al llegar a Madrid he de atreverme a aclarar algo o al menos saber a dónde le puedo enviar el ejemplar de mi nueva novela, aunque no la incluya a ella. Que la incluiré seguro.
-¡Vaya, se acabó el viaje! Le bajo la maleta ¿Sí?
- ¡Qué remedio! Bien, pues a pesar del interrogatorio ha sido un placer. No siempre viaja una en compañía de un célebre escritor. Para su satisfacción le diré que, no solo he leído, sino que tengo todas sus novelas. Me imagino que eso agradará a quien dedica casi el total de su vida a escribir.
-A ver ahora por dónde sigo o empiezo yo. Siento haberla importunado con mis preguntas que no eran solo producto de la curiosidad del escritor. También para mí ha sido un placer compartir este viaje con una mujer interesante. ¿Necesita taxi o…?
-Me hospedo aquí, en el hotel de la estación. Me resulta muy cómodo. Por tanto, aquí se acaba nuestro viaje.
-No sé si atreverme, pero ¿Dónde puedo enviar el ejemplar de mi próxima novela? Claro que si me concediera acompañarla a su visita museística le podría adelantar la entrega de la última firmada y dedicada. Como recuerdo de este viaje tan original que hemos vivido.
-Tampoco sé yo si atreverme. No tengo costumbre de quedar con señores desconocidos, pero claro, este es un caso algo especial. No pierdo nada. Espero no arrepentirme. ¿Podemos vernos en la puerta del “Reina Sofía” a las once?
-Allí estaré como un clavo. De esa forma podremos hablar que es lo que nos ha faltado. Tiene usted algo que invita a hablar, a conversar…
-Gracias .Creo que es la primera vez que me dicen eso. Bien, pues hablaremos.
Francamente esto no me había ocurrido jamás. Me ha gustado poder estrechar su mano. Mañana hablaremos como dos personas interesantes como ha dicho ella.
-Aquí me tiene. Puntual como un reloj suizo. Le traigo mi última novela, que aún no está en librerías,  dedicada.
Se la entrega. Ella abre y lee la dedicatoria. Para una mujer que convirtió en interesante el que podría haber sido un anodino viaje en tren. A.P.R
Tras la visita al museo, comen juntos, hablan de infinidad de temas. Por fin, la acompaña al hotel y
-Bien. ¿Dónde puedo enviarle mi próximo libro la incluya o no?
-Si le parece, vamos a dejar de seguir el juego a los hados. Cuando salga lo compraré y leeré. Si en algún momento coincido con usted en una conferencia o sesión de firmas, me acercaré con mi ejemplar y me lo firmará sin reconocerme.
-¿Está segura?
-En un noventaicinco por cien.
-Pues yo apuesto al cien por cien que la reconoceré
-¡Uf! Voy a tener que aceptar la apuesta. Seguro que gano
-Si gano yo volveremos a comer juntos ¿Sí?
-De acuerdo.
Se dan la mano y hasta ¿pronto?
El día ha sido fructífero. He conocido a una mujer muy, muy interesante, inteligente y culta. Además, sin ser guapa, atractiva y ¡con unos ojos! Hemos hecho una apuesta. Ella a que pasado un tiempo no la reconocería y yo que sí.
¡Menuda aventura! A mi edad con estos juegos. Pero ha sido interesante, incluso divertido.
No entiendo como está sola. En ese sentido no ha dicho nada, solo alguna frase casi enigmática. No sé si volveré a verla o tendré que conformarme con soñar sus ojos. Sí tengo algo claro. Será la protagonista de mi próxima novela. Y si la veo la reconoceré.
¡Hombre la novela que esperaba! Se llama “ADELA” ¡mmm! Como  algún día de la Feria del libro voy a andar por Madrid me da la tentación de hacer la prueba. Muy chulito y seguro lo vi. Seguro que ni me huele.
Aquí estoy. Dispuesta a ganar mi apuesta aunque, claro, no diré nada, sólo lo sabré yo.
-¡Hola!  (Alargó la mano y la saludó)¿Me da un nombre o prefiere el misterio?
- El misterio tal vez (¿será posible? No me lo puedo creer)
Con admiración a Adela, la excepcional mujer que inspiró esta obra.
                                                                                   A.P.R
P.D.
Gané. Comemos ¿Sí? Deme treinta minutos, por favor.
Se encogió de hombros. Sonrió y
¡Increíble!
FIN (29-5-2019. Retocada el 14 del 7 + el 27 del 7)

1 comentario:

  1. Imaginación no te falta. Espero una segunda parte por lo menos para conocer el nombre del escritor. ¡Que facilidad para meterte en la piel de un hombre¡

    ResponderEliminar