Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

sábado, 22 de junio de 2013

No dije que ya lo sabía

   No dije que ya lo sabía porque me habría delatado. No era conveniente que se supiera vigilada pues así, sería más fácil descubrir su engaño. Cuando decidió cambiar su móvil por uno de tercera generación que le regalaban en una de esas ofertas tan chulas que hacen las operadoras le pedí, con una tonta excusa, que me pasara el suyo. ¿Cambiarás el número? − Me dijo. – No −le contesté, no es necesario. − Te van a dar la lata entre tanto no les vaya dando el mío nuevo. −No me importa pasarte el mensaje. − Como quieras.
  
   Efectivamente, al principio me llamaban preguntando por ella o me llegaba un mensaje que yo le transmitía, procurando, disimuladamente, conocer al mensajero. Ella siempre tiene una explicación razonable pero yo sé que me oculta algo, algo quizá relacionado con su pasado. Ella sabe que el día que la descubra no tendrá nada que decir, que todo se habrá acabado, que no le permitiré explicaciones. Debo, pues, ser discreto y que esté confiada.

   Cuando esta mañana ha llegado a mi móvil un mensaje: “¿Recuerdas que hemos quedado para hoy a las 12 en la puerta del Instituto”? he sabido que no había un minuto que perder, que había llegado mi momento. Con una excusa he salido del trabajo antes de tiempo. Oculto entre los coches aparcados y los árboles he visto acercarse a la puerta a su amiga A. Al momento ha salido ella. Se han saludado con los besitos de rigor, han examinado algo que A. le ha entregado y en ese momento ha aparecido otra de sus amigas. Las tres se han puesto en marcha. Las he seguido a una discreta distancia y las he visto sentarse en la terraza del bar de la esquina. He esperado, seguro de que llegaría alguien más, pero nada. Se han tomado una cerveza con aceitunas, charlando animadamente y se han despedido. Me he hecho el encontradizo a la entrada del ascensor. − ¡hombre! ¿Cómo tan temprano? − Nada que a la tarde he de volver y…Y ¿tú, no vienes un poco tarde? − Sí, es que había quedado con A y C para hablar del homenaje a las que se jubilan. − ¡Ah, claro!
    Mientras introducía la llave en la cerradura pensé” otra vez te has escapado  pero te pillaré in fraganti

   Ella  sonrió giocondescamente, como suele hacer cuando cree haberme pillado "in fraganti". Pero ¿Por qué, esta vez?

 las he visto sentarse en la terraza del bar de la esquina.
Como siempre,espero vuestros interesantes e inteligentes comentarios; y,si no, al menos vuestras visitas.

2 comentarios:

  1. Mi comentario en este caso no puede ser ni interesante ni inteligente pero no quería limitarme a una simple visita. Estoy lleno de curiosidad por saber por que el hombre del relato vigila de manera encubierta con su antiguo móvil...

    ResponderEliminar
  2. El marido es un celoso empedernido y,como dicen en tu tierra,e "los dedos le parecen huéspedes",o sea que duda constantemente de su mujer,está convencido de que tiene algo por ahí y que la pillará en cualquier momento; ella,que lo conoce muy bien, lo sabe y de ahí su sonrisa del final del relato.
    Quizá no esté bien contado y por eso no se entiende. Además es de esos escritos sobre un pie forzado.
    Espero ser más clara en lo sucesivo.

    ResponderEliminar