Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

viernes, 22 de mayo de 2015

Viaje a Picos de Europa y la costa cantábrica I


   Andaba el otro día realizando una de esas tareas que se consideran manías femeninas, o sea ordenando cajones, cuando doy con un paquetito de cartas que mi amiga Constanza me escribió  en aquellos veranos de los 80 en que viajó con su familia por casi toda España, de camping en camping. En ellas me cuenta anécdotas y da clara razón de los sitios por donde pasaba. Leídas, más bien releídas, no he podido resistir la tentación de incluirlas en esta sección dedicada a los viajes, los de Constanza Mopas.

   Con el fin de ser fiel a su relato, he decidido, siempre que la salud de las cartas lo perita, escanearlas y trasladarlas al blog, tal cual.

Transcribo las cartas tal cual:

CARTA I

   Julio de 1985 En San Vicente de la Barquera

   Querida amiga y compañera de fatigas: Como pasará cierto tiempo hasta que nos veamos, no puedo esperar para contarte la aventura viajera en que nos hemos metido este verano.

   Ya te comenté ¿te acuerdas? Que mi hija mayor se empeñó en ir a un campamento en Picos de Europa. Concederle ese deseo suponía llevarla y esperar a recogerla pues está el lugar lo suficientemente lejos como para tener que hacer dos viajes y aun es muy joven para dejarla sola. O tal vez no, pero es la mayor y es la primera vez que nos vemos en semejante situación. Así las cosas decidimos embarcarnos en un viaje de casi un mes, todo julio prácticamente.

   Te puedes imaginar que había que hacer muchos números. Ir en plan de hotel tantas personas durante tantos días era una locura y a Tomás le pareció que la mejor solución era ir de camping.

   Lo primero que se le ocurrió fue comprar una caravana. A mí se me erizaron hasta los pelillos del bigote. Las cosas que pasaron por mi mente no son para contar ahora. El caso es que lo convencí de los muchos inconvenientes que tal artefacto supondría para nosotros y acabamos comprando una tienda de campaña enorme. Varias anécdotas podría contar la tiendecita si hablara.

    Mi gran preocupación ahora pasó a ser cómo la meteríamos en el coche. Ni que decir tiene que la encargada de montar, desmontar y empaquetar la tiendecita, he sido y seré yo.

   Precavida que es una, ya me conoces, me organicé un viaje de libro. Varios días en el mismo camping intentando que este estuviera ubicado en un lugar intermedio que nos permitiera movernos a diario a derecha e izquierda (como en la yenca) incluso en círculo. Para esto me proveí de una buena guía de campings, y otras turísticas de toda la cornisa Cantábrica y Picos de Europa.

   Haciendo acopio de paciencia, maña y raciocinio conseguí que saliéramos el día previsto con el 124 a tope. Seis personas, un maletero en el que no cabía un alfiler. Con bolsas de ropa, la justita, la más abundante era la de la que se iba de campamento. Los demás ya nos apañaríamos con menos pues me proponía, como así fue, lavar todas las noches. Los sacos de dormir, los colchones inflables, el inflador, cuerdas para tender, sillas plegables, latas de comida….En la baca dos hamacas en las que han dormido  mi marido y mi hijo colocándolas en el avance. Las chicas en los dormitorios de la tienda, en los colchones inflables. ¡Qué número!

  Como a la mayor le habían indicado que llevara chubasquero, le planteé a Tomás que debería llevar para todos y se estuvo riendo de mí hasta que lo necesitó. Vamos, me decía, que estamos en julio. Y yo: sí pero vamos al norte. Ni caso. Por si las moscas yo me eché mi paragüitas, y alguna cosita de abrigo para todos.

   Día D, hora H. Salimos dirección Madrid. Hubo que hacer acopio de paciencia pues las carreteras de la Mancha estaban llenitas de máquinas segadora y otros vehículos similares, de tal forma que adelantar suponía una proeza. Hicimos una primera parada para tomar un tentempié y seguimos hasta Aranjuez, donde comimos. En “La rana verde”, el tiempo justito de reponer fuerzas.

   Reemprendimos la marcha, dirección Burgos e hicimos una parada en Aranda del Duero. Me alegro de haber parado pues me gustó el pueblo. Se pueden ver bonitos palacios como el de los Berdugo y casonas y la Iglesia de Santa María con una portada preciosa. En mi guía la llama portada retablo y dice se le atribuye a Simón de Colonia. También, como es natural tiene su Plaza Mayor.

   Seguimos y llegamos a Lerma, otro precioso pueblo. Vuelvo a mi guía para contarte algo de esta villa. Está considerada como el mejor conjunto histórico artístico de arquitectura herreriana en la España de comienzos del XVII. No teníamos mucho tiempo, razón por la cual no salimos de la Plaza Mayor que me impresionó. Después he leído que es una de las más grandes de España. No sé si será de las más grandes pero doy fe de que es de las más hermosas, aunque todavía no he visto muchas.

   Continuamos camino pues queríamos llegar a dormir a Burgos. Allí, en efecto, hicimos noche, hospedados en un hostal muy familiar en el que al ver que íbamos con niños nos ofrecieron hacernos cena y desayuno. La dueña, una señora encantadora.

  ¡Qué emoción encontrarme frente a esa Catedral tantas veces estudiada y vista en todos los libros de Historia del arte! Por la mañana salimos temprano para ver un poquito de la ciudad y la Catedral a la luz del día. La Plaza Mayor, ahora vacía, parecía otra. Pero nos sorprendió que por aquellos lares nadie se levanta tan temprano ni abre las tiendas, ni las cafeterías hasta pasadas las nueve. Los niños querían empezar ya a comprar recuerdos pero no puedo ser.

   Así pues, antes de que los “burgeses e burgesas “asomaran siquiera a sus "finiestras"o ventanas, reemprendimos viaje.

   A mayores y pequeños nos sorprendía lo diferente del paisaje. Primero los páramos de Burgos y luego, conforme nos acercábamos al Norte el panorama cambiaba a ojos vista, el color parduzco se iba volviendo verde, un verde exuberante. A Tomás se le escapó una exclamación que, mucho me temo, dado el carácter de mis niños, pasará a los anales familiares: ¡es un verde lujuriante! Yo no puedo por menos que recordar aquello de “El prao Somonte es un triángulo de terciopelo verde “.Hicimos una parada a la entrada de Vega de Pas y en ese río nos refrescamos los pies. ¡Ah! Y compré sobaos. Yo quería entrar al pueblo a ver si daba con unos amigos que tenemos allí pero Tomás no quiso entretenerse más pues queríamos llegar a San Vicente de la Barquera, donde se encontraba nuestro primer camping, antes de la noche.

   De repente, al subir un desnivel de la carretera, el verde cambió por el azul del mar. Allí, ante nuestros ojos estaba el travieso Cantábrico. Estábamos todos emocionadísimos.

   Encontramos sin problemas el camping “Los Rosales”. Está junto al mar, casi en la misma playa, es enorme, nos asignan parcela y empezamos la operación montaje de la tienda. Para ser la primera vez no nos ha dado demasiado trabajo. Yo de operaria- jefa y los demás colaborando cada cual a su manera. Una vez instalados nos vamos a dar una vuelta por la playa y el pueblo. Contemplamos, creo que por primera vez en nuestra vida, una marea. Estas del Cantábrico son algo espectacular.

   Cuando ya nos disponíamos a acostarnos veo a Tomás escarbando en todos los bolsos y removiendo uno que él llevaba al que dimos en llamar el muerto por lo que pesaba. Le pregunto qué busca y me dice que ha perdido una carpetita con la documentación y todo lo de valor que llevábamos. Que se lo ha dejado en Burgos, que cuando íbamos a salir, por la noche, la sacó del muerto y la metió bajo la cama como protección y luego se le olvidó sacarla. Se va como un poseso al teléfono y le pide a la dueña del Hostal que no alquile la habitación que él llegará en unas horas…..

   Mientras él está en el teléfono yo busco y encuentro en su muerto, en un bolsillo lateral aquel preciado tesoro. Otra vez a llamar y pedir perdón.

   ¿Te has reído? Pues no creas que va a ser la única anécdota del viaje.

   Estuvimos varios días en San Vicente. Comimos unas almejas a la marinera para chuparse los dedos, una merluza a la nosequé deliciosa, rabas, y casi todo lo que sonaba a nuevo. Mi hijo y yo hemos decidido probar todos los platos típicos. También he comprado algún recuerdo por ejemplo una cerámica típica y un cuadrito en relieve que reproduce la figura de un personaje de la mitología cántabra, es un duende o algo así, me dijeron el nombre pero no me acuerdo. Lo he de buscar pues el día de la capital me compré un libro sobre esta mitología que promete ser interesantísimo.

   Desde aquí hemos ido saliendo de excursión. Un día a Potes y Fuente De pasando por el desfiladero de La Hermida formado por el cauce del río Deva. A un lado paredes casi verticales, al otro, a trechos el cauce del río, allá abajo. Da vértigo pero es una maravilla de la naturaleza. He leído que es el más largo de España. Es una pena que no hay sitios en donde parar para contemplar con detenimiento el paisaje. Yo, al no ir conduciendo, a pesar del vértigo, lo disfruté muchísimo.

   De paso, pues está hacia la mitad del camino, pudimos contemplar  la iglesita Santa María de Lebeña; una auténtica joya del arte prerrománico en Cantabria. Se la encuadra bajo el nombre de arte de repoblación o mozárabe. Solo pudimos verla por fuera pues había que ir a pedir la llave a una señora que vive por allí pero no dimos con ella. De lo que vi te puedo decir que tiene una forma casi cuadrangular un poco más alta en  el centro, como si fuera que una posible nave central se eleve sobre el resto del edificio, destacan también tres ábsides, uno un poco más grande.

   Seguimos que si no me eternizo. Pasamos por Potes, un pueblecito muy bonico y, por fin, llegamos a Fuente De. Allí se puede tomar un teleférico y subir a un paraje que creo es una maravilla. Pero yo andaba algo mareada y no subí. Mi pequeña tropa con el padre sí , y bajaron entusiasmados. Los he esperado bajo recreándome en la contemplación del paisaje. Es algo tan nuevo, tan magnífico y espectacular que no se cansa uno de mirar y mirar y con ello soñar y soñar.

   Por la tarde, al regresar visitamos el monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde, como sin duda sabes, se encuentran el “Lignum Crucis” y los llamados Beatos que son los “Comentarios al Apocalipsis” que hizo el beato.

   Parece ser que la construcción que hoy vemos sustituyó a una románica del siglo XII y ésta, a su vez, a una prerrománica. Creo que voy a recordar, incluso aprender, mucho arte en este viaje.

   Otro día lo  dedicamos a visitar Comillas y Santillana del Mar. Salimos muy temprano y ya llovía. Tan temprano que cuando llegamos a Comillas lo único que había abierto era un quiosco en el que vendían chocolate y churros. La temperatura era tan baja y llovía tanto que allí nos refugiamos a tomar chocolatito caliente en pleno mes de julio y esperando a que abrieran alguna tienda para ¡comprar chubasqueros!. ¿Te acuerdas de mi idea de incluirlos en el equipaje?. Solo encontramos unos amarillos, de un plástico fuerte, los que usan los pescadores. Y hete aquí a mi marido y tres de mis hijos uniformados de amarillo chillón. Los críos van avergonzados pero han tenido que usarlos casi todos los días, y lo que les queda. Por suerte ese día dejó de llover a media mañana y pudimos hacer turismo y ver todo lo que teníamos previsto.

   Comillas, a orillas del Cantábrico, sorprende desde el primer momento. Todo en ella, casas, palacios, calles, llama la atención del visitante. Una de las primeras bellezas que descubro es el palacio de Sobrellano o del Marqués de Comillas, porque fue el primer marqués de Comillas quien ordenó su construcción. Al verlo pienso que es gótico, pero leo que es neogótico; la obra acabó en 1888. Se puede visitar su interior y leo que parte del mobiliario es obra de Gaudí. Es impresionante por dentro y  por fuera. Junto al palacio, capilla-panteón  también de tendencia  gótica. 

   Por cierto, en este palacio se instaló el primer teléfono de Cantabria

   Otra sorpresa agradable, “El Capricho”. En realidad su nombre es Villa Quijano pero se le dio este por el que se le conoce porque fue eso, un capricho de Máximo Díaz de Quijano que quería un palacete de tipo oriental para sus vacaciones de verano. Por cierto, que el pobre señor murió a los pocos días de instalarse en él. Las obras acabaron en 1885.

   En el exterior llaman la atención la torre y la decoración. La torre es cilíndrica y está totalmente recubierta de cerámica. También es llamativo el vivo colorido que dio Gaudí al edificio donde combina cerámica verde con piedra y ladrillos rojos y amarillos. Esto es algo que no a todo el que lo contempla agrada pues oí cerca de mí algunos comentarios negativos, como que parecía una ensalada murciana. Sobre gustos no hay nada escrito. A mí me gustó.

   Otro detalle de la decoración exterior tiene que ver con el hecho de que su dueño era un gran aficionado a la música razón por la cual las cenefas del  exterior imitan un pentagrama. Las barandillas tienen forma de sol y de semicorchea.

   Otro detalle de la decoración, incluso en el interior, es el girasol. También esto tiene su significado. Parece ser que la casa se proyectó con la intención  de conseguir el mayor aprovechamiento de la luz y el calor solar. Toda la casa está orientada con esta finalidad.

   No te cuento más porque tendría que copiarte la guía y lo que pretendo es darte mi impresión. De hecho fueron mis hijos los que se fueron dando cuenta de estos detalles que luego hemos ido comprobando. Te puedo asegurar que hemos disfrutado lo indecible.

Hay más, por ejemplo la fachada principal de las ruinas del antiguo cementerio que se construyó sobre  los restos de una iglesia del siglo XV sobre la que se alza la escultura modernista de “El Ángel Exterminador o Ángel Guardián.

Y terminamos con el edificio de la antigua y famosa Universidad Pontificia.

  De allí nos fuimos a Santillana del mar. Aquí viene la primera curiosidad. Dicen que Se la conoce popularmente con el sobrenombre de villa de las tres mentiras, puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Pero es bonita, digo yo. Cerca está la Cueva de Altamira a la que no pudimos entrar.

   La Villa de Santillana del Mar es toda ella Conjunto Histórico Artístico desde julio de 1943. El casco histórico está formado por construcciones de piedra, muy similares unas a otras, en su mayor parte de los siglos XIV al XVIII. El caserío se desarrolló en torno a una vía, la calle de Santo Domingo, que acabó  bifurcada en dos.

   Como monumentos destacan la Colegiata a la que no pude entrar porque llevaba pantalón corto ¡Toma ya! Había en la puerta un curita joven o seminarista, no sé, que impedía la entrada a toda persona que no fuera decentemente vestida. Aquí habría venido bien lo de “con la iglesia hemos dado”

  La Colegiata de Santa Juliana  se encuentra al final de las dos calles del pueblo. Es  de estilo románico ,siglo XII.. Tiene planta basilical y tres naves que se rematan en ábsides semicirculares. Es una estructura que sigue el modelo del románico  del Camino de Santiago. La parte más destacada del conjunto es el claustro , de finales del siglo XII, en particular por sus cuarenta y dos capiteles románicos . Como ya te he dicho me quedé con la gana de verlo ¡con lo que me gustan los claustros! Aquí, otros  edificios dignos de mención son: Palacio de Velarde, edificio de transición del gótico al renacimiento; Palacio o Casa de  Valdivieso ; Casas de los Quevedo y Cossío, cerca de la Colegiata; y un largo etcétera de Palacios, Casas y Torres.

  A otro día toca llevar a mi hija mayor a Cangas de Onís pues allí la recogían para el campamento a eso de las 12. Tras despedirnos de ella nos fuimos a comer a un restaurante muy agradable y con una relación calidad –precio muy razonable. Volvemos a nuestro camping.

   Al día siguiente visitamos Santander, ciudad que nos entusiasmó.
Empezaré por la playa del Sardinero, la más importante de Santander y  una de las playas más famosas de la costa cantábrica. Tiene alrededor un bonito paseo.
   Aproximadamente hacia la mitad de este paseo se encuentran los jardines del Piquío, preciosa zona ajardinada con un mirador que sobresale sobre la playa desde el que hay unas espléndidas vistas de la bahía.: todo el paseo, el Casino, la isla de Mouro, la península de la Magdalena. Además de bonito es cómodo pues tiene algo que se agradece cuando se va a pasar el día pateando la ciudad, unos bancos para sentarse y contemplar con tranquilidad el bello panorama.
   Desde el paseo de Pereda, la  calle más conocida y transitada de la ciudad, yendo hacia la Playa del  Sardinero, a la derecha se divisa una península en la que está, en alto, el famoso Palacio de la Magdalena, que da nombre a la península. Hasta llegar al palacio hay un paseo delicioso, con una especie de bosque y la presencia del mar en el lado derecho. En este Palacio se dan los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. ¡Tampoco estaría mal acudir a alguno de ellos! Pero creo que, al menos yo, he llegado tarde.
¿Vamos ahora a la Catedral?. Básicamente es gótica. Consta de dos plantas superpuestas y un claustro. La planta inferior es una cripta pero se la conoce como Iglesia o parroquia del Cristo. Consta de tres naves y es bastante amplia. Los arcos y pilares son muy robustos pues han de soportar el peso de la planta superior. La Iglesia Alta, que debe ser la Catedral propiamente dicha, es del mismo gótico sobrio de la baja y con decoración similar.
Seguimos pateando la ciudad y llegamos incluso a visitar un museo arqueológico.
  Por fin damos por concluida la visita  volvemos a nuestro camping.

  Para amenizar el viaje llevábamos cintas con canciones y cuentos. Me temo que acabaremos aborreciéndolas. Para variar, a veces cantaba yo, entre otras cosas el bolero de  Sepúlveda

“Santander

eres novia del mar

 que se inclina a tus pies

y sus besos te da…..  ”

¿Te acuerdas de aquella vez que lo canté en clase con Doña Concha, un día de esos de antes de unas vacaciones que no queríamos dar clase? Era la única a la que conseguíamos convencer para esas travesuras. ¡Y ahora nos quejamos de los alumnos!

Cuando descubrí qué eran las corbatas de Unquera me hice con una buena provisión. ¡Qué ricas! Perdona pero no te he podido guardar.

  Yo había previsto otras excursiones por Santander pero no teníamos tiempo.

  Así pues ha llegado el momento de recoger la tienda y salir para    Asturias. Desde allí te volveré a escribir, espero.

Una abrazo.   

Constanza

 


P.D. No sabes como estoy echando de menos una cámara fotográfica.

 Como siempre,vuestros comentarios serán bien recibidos.

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