Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

martes, 1 de octubre de 2019

¡Los gatos o yo!



   
-Venga, mujer, no te pongas trágica que no es para tanto ni es tu estilo.
-¡Los gatos o yo!- Repitió con la sensación de no ser ella quien hablaba.
-Venga. No digas tonterías. Vamos a ver ¿qué han hecho los pobrecillos? Te han destrozado unos adornos de flores secas. De acuerdo. Pero al fin y al cabo eran solo eso: unas flores secas.
  Los gatos habían aparecido en casa de una forma un tanto misteriosa. Según la versión oficial la madre los debió introducir en casa en un momento de descuido y luego, sencillamente los abandonó.
  Era lo más normal del mundo. Sí. Las gatas tienen esa costumbre de abandonar a sus crías. ¿Era lo que habían visto hacer a Elsa los trece años que vivió con ellos? ¿No la habían visto buscar los mejores escondites? ¿No la habían visto enfrentarse a un perro y saltarle a la cara hecha un basilisco por defender a sus gatitos? Y ahora pretenden que sea creíble la versión del abandono.
  El caso es que estaban ahí. Eran dos. Apenas habían abierto los ojos, estaban flaquitos y llenos de pulgas, muertecitos de hambre y tan dispuestos a vivir que cada vez que oían pasos en lugar de huir corrían y se pegaban a los pies como si en ello les fuera la vida. En realidad, así era.
  Ya había dicho cuando murió Elsa. No quiero más gatos. No quería volverse a encariñar y además traían problemas de diferente índole. Por otro lado, le acarreaban graves problemas de conciencia pues era lógico alimentarlos, eran seres vivos, es como regar o abonar una planta, y por otro ¿era justo gastar dinero en alimentar animales cuando hay miles de niños en el mundo que mueren de hambre?
  Pero el caso es que ya le daba pena, la miraban con unas caritas de hambre que partía el alma y se le restregaban por los pies, necesitaban también el roce y el cariño de una madre.
  Se impuso el amor. Está claro que necesitan una buena limpieza. Se organizó un baño con champú antiparásitos y agua tibia. El baño descubrió que eran macho y hembra y se les bautizó como Yaki y Nuca.
  Poco a poco fueron entrando en la casa hasta instalarse definitivamente en ella. Dormían sobre los sillones, las camas, sobre ellos mientras leían o veían la televisión…
  Fueron creciendo, como los niños. Al mes ya no paraban, se metían en todos los rincones y empezaron los problemas.
  Lo primero en caer fue precisamente el cesto de las flores secas, Un detalle decorativo, sencillo, que ponía una nota rustica y de naturaleza en el salón.
-Sí. Solo eso unas flores secas. Unas flores que yo planté, cultivé, corté, sequé. Pero, claro, a fin de cuentas, un capricho mío. Y ¿qué es eso frente a las necesidades vitales? Pero no es solo eso. Hay también tres cerámicas rotas. Y lo sabéis puesto que las he encontrado colocadas de manera que no se note.
-Bueno. Tienes razón. No quisimos que te llevaras un disgusto y pensábamos arreglarlas. Además, eso en cualquier momento se puede reponer, pero los gatos ¿sabes si podrían sobrevivir si los abandonamos?
-Primero, no pensaba abandonarlos. Pero nos iremos y se quedarán solos. Son animales y tienen el instinto de la supervivencia.
-Segundo. Tengo derecho a conserva mis cerámicas como vosotros los peluches, los vídeos, etc. Serán mi capricho, pero caprichos que me he permitido cuando me los he su-da-do. Son recuerdos de viajes que quizá no repetiré. Son cerámicas firmadas, recuerdo de ceramistas y talleres que están desapareciendo. Son auténticas piezas de colección que a lo mejor no despreciáis cuando heredéis. ¿quién sabe? Puede que hasta os den dinero.
-Bueno. Dejemos el tema. Te estás acalorando y dices tonterías. Los gatos se quedan y en paz.
- ¡Los gatos o yo!
-Pero, bueno. Eres de lo que no hay. Capaz de anteponer unos caprichos inanimados a dos animalitos ¿Por qué? ¿Porque estos no te han costado dinero? ¡No! Si serías capaz de hacer lo mismo con nosotros.
- ¡El colmo! ¡Los gatos o yo!

Conste que me gustan los gatos, los amo.

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2 comentarios:

  1. Muy buen relato y hasta tierno. Tus personajes femeninos son románticos y con mucho carácter como la expresión "los gatos o yo". Reconozco que lo que más me ha gustado es la frase que tantas veces hemos oído de si no sería más humano invertir o cuidar, como queramos llamarlo, en niños pobres o abandonados que en animales por mucho que nos encariñemos con ellos. Posiblemente podamos hacer las dos cosas. También veo la facilidad que tienes para reproducir el nivel coloquial del lenguaje a base de oraciones cortas, interrogaciones y admiraciones. ¿Quizá influencias de tus muchas lecturas de novelas realistas o neorrealistas?

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  2. Gracias por tu comentario. Muy completo esta vez. Me ha gustado

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