Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

jueves, 1 de octubre de 2020

     


  Envejecer es un arte

  Y si no lo es debería serlo en lugar de ese negacionismo de todo que parece imperar desde in illo tempore.

  Parece que apenas cumplimos determinada edad o nos jubilamos, ya no podemos pensar más que en enfermedades, dolores, el colesterol, la tensión…y parecemos un eco del quevedesco “¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?” /... ¡Que sin poder saber cómo ni a dónde/la salud y la edad se hayan huido!”

  Es cierto que la salud empieza a resentirse; aparecen la artrosis y otros invitados, nos cansamos más que antes, sobre todo subiendo escaleras. Pero no es motivo para tirar la toalla. Ya lo decía Celestina que:” la vejez no es sino mesón de enfermedades, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de lo porvenir, …”  Pero:” Desean llegar allá porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo envejecen.

  Y esa es la cuestión, que estamos vivos y deberíamos aprovechar esa realidad. ¿Cuánto nos queda? ¡Qué más da! ¡Vivamos! ¡Hablemos! ¡Riamos!

  Pues sí, envejecer si no es un arte debería serlo y ello está en nuestras manos. ¿Por qué no imitamos a Gil de Biedma cuando dice aquello de: “Envejecer tiene su gracia/ es igual que de joven/ aprender a bailar, plegarse a un ritmo/Más insistente que nuestra inexperiencia. /Y procura también cierto instintivo/ placer curioso, /una segunda naturaleza…”

El arte, de bailar a otro ritmo. Y envejecer, pues, debería ser

 El arte de vestirse y acicalarse con elegancia y discreción.

 El arte de saber escuchar , y menos contar batallitas

 El arte de observar, mirar, pero no curiosear y espiar

 El arte de intentar seguir siendo útiles en lugar de pretender instalarnos en la silla de la reina.

El arte de visitar, reunirse con amigos, conversar.

El arte, incluso, de escribir memorias entrañables para que nos conozcan un día los que ahora no tienen tiempo de hacerlo.

El arte de hacer algo que nos gustaba y que antes no nos dio tiempo

El arte de sonreír siempre, incluso reír a carcajadas en lugar de recordar la medieval idea de que vivimos en un valle de lágrimas.

El arte de ver la botella medio llena en lugar de medio vacía. Al fin, llena está de la vida vivida. Mejor o peor pero vivida, nuestra.

Recordemos, otra vez a Celestina “Viva la gallina con su pepita”. O al más poético y optimista Guillén

Por ahora me ahínco en mi presente,

Y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

                                          (CLAMOR. “Que van a dar a la mar.”)

1 comentario:

  1. Comparto tu actitud vitalista ante el envejecimiento se los seres humanos. Las citas son muy acertadas pero siempre me gustaron las de Celestina, mujer sabia, por su experiencia de la vida
    Recuerdo siempre una frase de una amiga a propósito de la vejez, "la otra opción es peor jajaja.

    ResponderEliminar