Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

lunes, 15 de noviembre de 2021

 

   Viaje a Valencia y S. Sebastián. (del 25 del 3 al 6 del 4 de 2004)

  Yo no soy consciente, o no lo era, de que Constanza me hiciera partícipe de todas sus andanzas viajeras. Bien es cierto que somos íntimas, nos conocemos desde niñas, pero no lo es menos que hemos vivido largos periodos de cierto distanciamiento, por razones familiares, claro. Quiero pensar que esta era su manera de no perder el contacto conmigo. Pensaría “cuando pueda lo leerá”. Lo cierto es que cada vez que remuevo papeles o investigo en textos y archivos antiguos acabo dando con uno de sus relatos de viajes.

  Como siempre destacan sus notas de humor. Y es el caso que Constanza “no tiene mucho sentido del humor”.

  Este que he encontrado hoy comienza con unas breves notas de ese particular humor suyo. Además, cambia la técnica narrativa. Recurre a la narración en tercera persona. Lo traslado tal cual.

 

Veamos:

 “Pues, señor, este es el caso que Constanza Multiusos y su marido Formafísicaenvidiable emprendieron el enésimo viaje desde su jubilación. En este caso, destinos y motivos son familiares.

Empieza el viaje por Valencia donde vive uno de sus hijos para pasar unos días con él y su mujer. Aparte del deseo de disfrutar algo de su compañía, es el caso que la nuera (actriz ella) actúa el 25 por la noche y la quieren acompañar.

¡Ah! Pero sabido es que el hombre propone, (en este caso Constanza y su esposo) y Dios o el diablo o todos los dioses del Olimpo confabulados con las meigas y otros seres incordiantes, disponen.

 Sigamos el curso de los acontecimientos. A las 9´45, con rara puntualidad parte el TALGO. Constanza, según su costumbre cuando viaja en tren, lee: “Los monederos falsos”. Mas, cuál no sería su sorpresa cuando unos 30 minutos antes de llegar a Valencia empieza a encontrarse mal. Con los síntomas de sus dichosos vértigos y otras menudencias. ¡Dios Santo, en el tren! ¡Qué horror! ¡Noooo! Pues, sí. Ha de pedir a su marido que la acompañe al servicio.

Digno de ver. ¿Alguien se puede imaginar a dos personas metidas en el WC del tren? ¡Si penas cabe una! ¿Qué pensaría la gente cuando viera salir a los dos, casi viejos? Seguro que nada bueno. ¡Pues vaya con los viejos qué urgencias! Urgencias desde luego pero no es lo que parece a pesar de que salen abrazados y ella medio traspuesta. Constanza a pesar de encontrase muy mal no podía evitar reírse para sus adentros.

  No, lo que ocurre es que tiene un mareo del demonio. están a punto de bajar del tren y su hijo se va a asustar. Se toma un chiclida y a duras penas logra salir del tren por su pie agarrada a su marido y a la maleta hasta el hall de la estación donde espera el hijo. Pero las fuerzas se le acaban y no consigue seguir. Se sienta en un banco junto al centro de atención al viajero. Empiezan a acercarse personas que se interesan por su problema. Quieren llamar a un médico, al Samur y yo qué sé más. Y ella: no gracias, solo necesito llegar a un taxi y a casa y acostarme, durmiendo se me pasa…Y padre e hijo_ sí, esto le pasa a veces, no es nada; a ver si conseguimos llevarla al taxi.

_Eso no es problema, dicen los amables encargados de velar por el bienestar de los viajeros. Le sacamos una sillita de ruedas.

¡¡¡¡¡Abróchense los cinturones que despegamos!!!!! Constanza la dura, la enemiga de numeritos en público va a ser llevada en silla de ruedas a través del gran hall de la estación valenciana hasta un taxi ¡Qué horror! ¡No, sillita de ruedas no, antes la muerte!

  Pues sí. La sientan, ella mete la cabeza entre las manos, entre las piernas ¡Tierra, trágame!

  Su hijo que la conoce muy bien, a pesar de la preocupación no puede evitar reírse por y para dentro a mandíbula batiente. Seguro que traslada el episodio a una tira cómica. La cosa no es para menos.

¡Por fin en casa! Solo falta subir dos pisos a pie. ¡Aaaah, la cama! Durmió hasta las 9, eran las dos. Se levanta, toma un yogur con desgana, cosa rara, y se vuelve a dormir hasta otro día a las doce. Claro, no pudo ir al teatro. Tuvo que conformarse con ver a su nuera en un video.

  A partir de aquí todo puede considerarse bastante normal. Viernes, lluvia; todo el día, en casa. El sábado, bajo una suave llovizna salen a dar un paseo por un parque próximo muy bonito. Luego recogen a la niña, compran comida hecha y dulces para el postre. La tarde la pasa sola en casa pues la nuera ha de ir a ensayar y padre e hijo van a sacar los billetes para S. Sebastián. No hay hasta el martes lo que supone estar dos días más con estos. Ya se los sumarán a los otros.

  El domingo diluvia. ¡Caramba! piensa Constanza, cuando haga falta lluvia, que me avisen y me organizo un viaje. Pasan el día en casa los cuatro leyendo, viendo películas y charlando.

  El lunes, ya no llueve y Constanza vuelve a pisar la calle. Su nuera tiene una pequeña actuación. Su hijo se queda con ellos, van al centro, meriendan, pasean y a casa.

  Por fin el martes a las 10 am. salen para S. Sebastián vía Tarragona. En la última página de “Los monederos falsos”, Constanza va anotando las estaciones por las que pasan. La primera estación con parada es Sagunto. Recuerda Constanza cuando estuvieron con sus dos hijos mayores. La niña tenía dos años y subió hasta las ruinas de teatro romano andando y marcando el paso. ¡Para verla! El niño tenía 8, meses y se lo durmió en la silleta.

La siguiente estación es Castellón. También aquí estuvieron con los niños el mismo viaje de Sagunto. Fue una etapa, recuerda Constanza, en que no tenían pereza para pensar y salir al momento a cualquier parte.

  Pero de Castellón tiene otros recuerdos. Aquel verano, veinte días o un mes del Servicio Social (SS) al terminar segundo de Comunes. En el Colegio Menor Santa María de Lidón. ¡Qué curioso! Los recuerdos acuden como si hubiera sido ayer: las clases, la playa, las salidas a la ciudad, las excursiones, los fuegos de campamento, la vida, la convivencia con amigas de siempre y con otras nuevas que acabarían siendo amigas de esas que el tiempo se lleva. Y sobre todo, veinte días o un mes lejos de casa y libre, a pesar de todo.

  Aún acude oro recuerdo. Aquel año que volvían de un viaje por el Pirineo, con toda su tropa de familia numerosa y por azares de la vida se vieron obligados a dormir en el Mindoro, hotel de 4 estrellas que les costó más que todo el viaje.

  Ahora pasan por Oropesa del Mar. No es solo el lugar donde veraneó varios años el ínclito José María Aznar con su familia, en casa cedida por PORCELANOSA hasta que a la niña le saló un noviete que no se llamaba Agag y no interesaba. También este lugar va asociado al campamento y a los viajes familiares.

  Benicasim no le trae ningún recuerdo especial. Sí, Benicarló-Peñíscola. Ha estado varias veces. Es, piensa, uno de eso lugares que dejan huella. Sobre todo, recuerda un viaje en que pasaron por allí con todos sus hijos y La Princesita se llevó todos los recipientes del postre. Era la época en que coleccionaba de todo y estaba entusiasmada con las manualidades.

L´ Aldea-Amposta-Tortosa. También conocen Amposta de aquellos viajes familiares. La tiene recorrida, fotografiada y pasó por el puente. Precisamente por aquí cruzan ahora el Ebro, no a nado, pero casi, pues va tan lleno, tan caudalosos que si sigue lloviendo podría ser que el tren tuviera que quedarse en esta orilla, la derecha.

L´Hospitalet de L´Infant. La primera vez que oye este nombre.

Salou. Aquí durmieron en un camping.

Port Aventura. Esta debe ser solo para el parque temático.

Y ¡Tarragona! A la hora prevista.

Inciso:

¡A esta Constanza le pasan o pasaban unas cosas! Y no acabo de comprender por qué me enviaba todos los relatos de sus viajes. Es el caso que voy encontrando textos de hace muchos años, otros recientes, y ya de momentos más actuales, archivos. Es posible que yo no encontrara el tiempo para leerlos con detenimiento y los guardara porque ahora me aparecen por doquier. Además, me da la impresión de que hacía los relatos como ejercicios de estilo porque los hay en forma de monólogo, dialogados, y como este en tercera persona distanciante. He de investigar o preguntarle. 

Continúo trasladando texto original.

  Todo va bien. No se ha mareado y se come con apetito un bocadillo de jamón en el bar de la estación. Aquí hay que hacer trasbordo.

  En el andén, dando vueltas para estirar las piernas recuerda y comenta con su marido la primera vez que estuvieron en la ciudad. No consiguen ubicar el momento o el viaje ¿Fue en aquel por el Pirineo, o el de Andorra? Sí recuerda que tomaron un café en un bar cerca de la muralla. ¿Hacía esquina? Creo que sí, asegura al fin Constanza. Luego a visitar la muralla CICLÓPEA y romana. Vergüenza le daba, a sus largos 40 años reconocer que era lo que más ilusión le hacía de una visita a Tarragona. Eso de CICLOPEA, siempre le había despertado curiosidad. ¿Qué pensaría cuando aún niña leyó ese nombre por primera vez para que le impresionara tanto? Quizá se la imaginó construida por cíclopes incluso de los de un solo ojo. Algún día han de revisitar esta ciudad.

Llega el TALGO a su hora. Llovizna. Les ha tocado ir de espaldas y en asientos enfrentados, pero hay suerte y en el que va de cara viaja una señora sola y Constanza le pregunta si no le importa que ocupe el asiento de al lado. La señora es muy amable. No le importa. Acabarán de conversación. Es curioso la señora va haciendo punto, un jerseito para bebé. Debe ser niño porque es azul celeste. Se apea en Pamplona.

Cerca van dos monjas. Una hace casi todo el viaje hablando por el móvil y la otra, más mayor acaba enfurruñada, no se sabe por qué. Hablan de Murcia y parecen de un colegio.

  Reus: Otro recuerdo de los viajes con sus hijos. Aquí fue donde su marido preguntó una dirección al tonto (¡perdón!) del pueblo que se les pegó y casi lo tienen que adoptar. Esto de ir a preguntar a la persona menos adecuada se convirtió en una costumbre que a los niños divertía infinito.

Lleida-Pirineus. Desde el tren se ve la Seu Vella, una de las catedrales góticas más bonitas que recuerda.

Monzón-Río Cinca. Al fondo se ve un castillo. Otra vez llueve.

Zaragoza-Delicias. Son las 4´45. Recuerda la impresión que le causó la entrada a la ciudad. Cruzando el Ebro y con la Basílica del Pilar al fondo. Se promete volver, aunque ya no comprará cerámica como aquella vez que cargó, porque ya no le cabe en casa.

Tudela de Navarra. ¿Dónde Habrá otra Tudela? Habrá que comprobarlo. Pues parece que no.

Castejón de Ebro. No le dice nada. También debe haber otro en cualquier otro

 lugar. Sí. En Cuenca.

Mientras el tren avanza va leyendo con descansos entre un capítulo y otro “Los monederos falsos” de Gide, que empezó con vistas a este viaje. Está interesante. Es algo distinto a otras obras, aunque ya ha leído suficiente, sobre todo en los tres últimos años, como para que no le extrañe demasiado. Tiene algunos fallos la traducción tan directa y literal a veces, que da lugar a frases y / o estructuras incorrectas incluso en el significado.

Es interesante y trata temas universales y está bien escrito.

Tafalla. Desconocida. Todo verde. ¡Qué verde ¡

A lo largo del trayecto castillos e iglesias que invitan a volver con su coche como en otros tiempos y visitarlos. Torrecitas románicas a cada paso.

Ya se ve nieve en las cumbres. El paisaje del norte es una maravilla. ¿Por qué nos vamos por ahí, piensa, si aquí lo tenemos todo?

Alsasua. Ya hemos entrado en la ruta de siempre. Otra vez llueve.

Zumárraga. ¿Ya? ¿Qué ha pasado con Vitoria? Debe ser que al entrar por Pamplona se desemboca directamente en Alsasua. Mejor. No llevamos retraso. Mensaje de mi niña, ya impaciente.

¡Por fin! Señores viajeros próxima estación San Sebastián Donostia.

Al tiempo que bajan del tren ven a su hija con el peque en brazos. ¡Qué bonico está, es!

  De momento se queda un poquito parado, nervioso, Claro, no le ha dado tiempo a ver entrar el tren en la estación y vernos bajar por lo que el pobre debe estar hecho un lío.

Tras los abrazos y besos camino de Zumaia, la nueva residencia de los chicos. Su hija, feliz, les va contando: “ya veréis, os va a gustar mucho tanto la casa como el pueblo”.

Ya en el pueblo que, aunque de noche muestra su buena pinta.

La casa está en el casco antiguo y tiene una de esas fachadas decoradas con listones de madera en forma de aspa, el balcón de madera y la puerta de entrada al edificio de esas partidas tan típicas en los pueblos de montaña.

Por dentro también les gusta; buen tamaño, buena distribución y en manos de su hija quedará fenomenal.

El peque pregunta por las sorpresitas. Le dan la camiseta de Lanzarote que se pone y no se quiere quitar ni para dormir y un chaleco que se lleva abrazado a la cama.

 Al día siguiente el niño no va al cole y dan el primer paseo por el pueblo, por la orilla de la ría hasta el faro casi. Por la tarde otro por el monte para desembocar en un mirador sobre el mar. Es una delicia este pueblo: monte y mar; verde y azul. Las construcciones conservan en gran parte la estructura clásica tanto en edificios de pisos como en caseríos, chalés y palacetes. ¡Qué acierto y qué suerte han tenido! Madre e hija van tomando nota de las casas que les gustan por si les toca la primitiva.

El jueves llevan al peque al cole. No le han cambiado la matrícula y sigue en el de Lasarte. Lo dejan y van a Donosti a sacar los billetes de vuelta y un paseíto por la ciudad que para Constanza es casi imprescindible y recoger al peque.

                                            Bello panorama de Donosti

Todos los amigos de sus chicos los reciben alborozados pues madre e hijo llevan tiempo diciendo a todo el que quiera oír que van a ir los    abuelos.

El niño está encantador. El único problema es que se altera con el abuelo y no duerme bien la siesta y bueno, que solo quiere estar con él y la abuela empieza a estar celosa. Claro, a él lo ha visto menos y es la novedad.

El jueves por la tarde mientras la amatxo va a entrenar se quedan los abuelos y el nieto solos. Meriendan y luego van a su encuentro para ir a la piscina donde el abuelo lo graba en video y por la noche se ve la peli.

  El viernes por la mañana, paseo de los abuelos solos hasta el faro. Un paseo delicioso. Por la tarde hacia el Museo Zuloaga y otra playa. Constanza fotografía todo lo que ve más al nieto a cada momento con lo que se queda sin carrete para unas últimas fotos al atardecer del pueblo reflejado en la ría. Lo siente, pero habrá otra vez, otras muchas veces. Resulta que hay 8 o 10 rutas y solo han hecho tres.

                                                          Detalle de Zumaia

 El domingo, cumpleaños de su hija comen en casa con los otros abuelos. Le toca cocinar a Constanza, su yerno se queda con la receta, ha salido bien.

El lunes a Zarauz de compras, pero no da tiempo a un paseíto.

Por fin el martes toca volver a casa. Sentimientos encontrados. Por un lado, el cuerpo pide volver a casa, a la vida cotidiana; por otro, el alma quiere más nieto, más hija.

Los llevan a la estación. El peque se queda llorando desconsolado, el creía que se iban todos en el tren, como cuando iban de Lasarte a Donosti en el Topo.

Creo que habría que recordar que es el primer viaje que hacen después del 11M y se quiera o no da un poco de kakita ¡Qué demonios, miedo, para qué negarlo!

Pd.

Queda reseñar algo sobre el resto del viaje de Madrid a casa. Parece mentira, pero queda patente que el nivel económico y cultural no van paralelos. En un vagón de clase preferente todos hablan alto, usan el móvil, discuten, etc. Uno se entera, quiera o no de infinidad de vidas ajenas. Puede dar para escribir algo, pero es molesto, en la vida también hace falta a veces el silencio.

FIN del viaje. Hasta el próximo.

1 comentario:

  1. Esto es un viaje AJETREADO pero con final feliz y Constanza lo narra con mucha gracia. Quedo a la espera del siguiente, la vuelta.

    ResponderEliminar