Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Picos III TERCERA CARTA

.

   Querida amiga: Esta nueva carta la estoy escribiendo en el porche de mi casa. Estoy agotada, con los nervios a flor de piel pero feliz.

   De Gijón fuimos derechitos al camping Covadonga en Cangas de Onís. Cogimos plaza y nos fuimos al pueblo a comer. Allí encontramos un restaurante, “El abuelo” que se convirtió en campo base, de las dos a las tres, de todos los días (veinte,) que estuvimos allí. Tanto es así que el dueño, cuando veía aparecer el 124 blanco en la plaza, nos ponía la mesa. Excepto mi hija pequeña que comió casi todos los días huevos al plato (la voy a tener sin comer huevos dos meses por lo menos) los demás probamos todas las especialidades de la casa. Acabamos casi haciendo amistad con los dueños; uno de los cuales, que era el cocinero, salió de su cocina un día a saludarnos y charlar con nosotros. El último día me regalaron un jarroncito de cerámica con el nombre de la casa.

   Desde allí hemos visitado: Covadonga, la cueva “El Buxu” el mirador del Fito, los lagos Enol y Encina, Arriondas y hemos vivido la fiesta de las piraguas, excursiones por el pueblo y su entorno, hemos hecho la ruta del Cares, el mirador de Camarmeña, nos hemos metido por mil rincones. Hemos visto paisajes de ensueño y Románico hasta la saturación. He  disfrutado como un marranillo en un charco. Tras recoger a mi hija salimos disparados hacia el sur. Hicimos noche en León y a otro día, de un tirón a Murcia.

   Ahora te desgrano un poquito todo lo que te he  resumido porque te gustará.

   Para empezar hay que destacar el hecho de que estuvo casi una semana lloviendo; hubo días que solo salimos del camping para ir a comer. Cuando empezó a mejorar, dábamos algún paseo por los alrededores y, por fin, pudimos ir a la cueva “El Buxu”, de pinturas rupestres.

   Otro día que amaneció claro y radiante, decidimos ir al Fitu. Es un mirador, una especie de balcón que parece sostenido en  aire, desde el que hay, dicen, unas vistas magníficas. Pero nosotros no las vimos porque conforme nos acercábamos iba creciendo la niebla; casi no veíamos la carretera ¡qué miedo pasé! Y al llegar solo niebla a nuestros pies. Es lo malo de estas tierras norteñas, que no puedes hacer planes.

   Pero nuestro ánimo no decaía y otro día nos fuimos a Covadonga y los lagos. La cueva con la Santina es un lugar entrañable. Se me ocurrió que allí hasta a un ateo le darían ganas de rezar. Seguimos hacia los lagos. Una carretera estrecha, con precipicio a la derecha cuando subes y una pared de roca cuando bajas. Si te cruzas con otro coche, algo muy frecuente pues el tráfico es impresionante (incluso puede ser un autobús) no sabes si acabarás en el precipicio o incrustado en la roca. Pero como todo lo de esas tierras vale la pena pasar el mal rato por el premio de la llegada. El panorama de los lagos es impresionante y a pesar de la aglomeración se respira paz y se escucha el silencio. Pienso que no deberían dejar subir tantos vehículos. Tendría que haber una regulación del tráfico rodado pues se van a cargar el paisaje.

   Siguiendo con nuestra fiebre andariega no quisimos dejar de ir al mirador de Camarmeña. Este es natural, una explanada de roca allá en las alturas donde te sientas y contemplas el famoso Naranjo o Picu. El coche se deja en una zona habilitada al uso y se sube un buen trecho por una empinada y estrecha senda. ¡Dios, lo que he andado estos días! Aquí, otra vez mi marido creyó haber perdido el coche. Cuando iniciábamos el regreso, mira hacia abajo y dice que no ve el coche, que a ver si nos lo han robado. Y emprende un descenso vertiginoso, atropellando excursionistas hasta que ya cerquita de donde habíamos aparcado lo divisó y se relajó un poco.

   Otra excursión magnífica fue la de “la ruta del Cares”. Ahora, aquí sentada tranquilamente, me pregunto cómo fuimos capaces de hacer algunas cosas de las que hemos hecho. La “ruta” es dura y arriesgada, sobre todo para ir con niños. La verdad es que todo el viaje han respondido muy bien, pero no sé qué pasará si el próximo verano les proponemos algo parecido. Si tienes ocasión, busca en algún libro esta ruta y te harás una idea de lo que te digo. Yo, con palabras, no sé exponerlo en su inmensidad y belleza.

   No todo iban a ser excursiones de estas locas. Resulta que el primer sábado de agosto que sigue al día dos, se celebra la “Fiesta de piraguas” o descenso del Sella. Se inicia en Arriondas y allá que nos fuimos nosotros a meternos en el lío. Tú sabes lo poco amiga que soy yo de aglomeraciones, pues bien, allí lo pasé fenomenal. Nos estuvimos paseando por el pueblo mezclados con toda la gente que, curiosamente, no hacía gamberradas, ni iba borracha aunque ya anduvieran dando algún traguito de sidra. Nos situamos a la orilla del río, cerca del puente de donde parten las piraguas y desde allí lo vimos todo, tan felices. Antes de salir alguien lee una especie de bando y suena el “Asturias patria querida” Yo no sé lo que me pasa con este himno, si es la música, si las gaitas, no sé ,pero el caso es que me emociona.

   La carrera acaba bajo el puente del río en Ribadesella pero allí ya no fuimos. Lo curioso es que a la vez que las piraguas sale de Arriondas un trenecito que va bordeando el río y siguiendo la carrera. La gente lo aborda y desde él contemplan todo el curso de la competición. Incluso hay lugares en los que para, la gente baja, anima a los piragüistas, vuelve a subir y así hasta el final. Todo muy curioso

   No sé si me dejo algo, pero tampoco es cosa de escribir El Quijote.

   Cuando recogimos a mi hija emprendimos el regreso a toda prisa. Estábamos ya hartos de viaje y ansiábamos nuestra casa. Hicimos noche en león donde visitamos la Catedral y dormimos en un hostal que parecía de película de miedo, algo así como “Psicosis”. Una dueña que parecía una bruja, recorriendo la casa cojeando, apoyada en un bastón que hacía crujir el suelo por donde pasaba; unas habitaciones que prefiero no recordar. Creo que nadie durmió esa noche. Madrugamos y salimos para Murcia. No paramos hasta Aranjuez, otra vez en “La rana verde” a comer y a todo mecha para casa. Llegamos ya noche cerrada, con la entrada a la ciudad en obras, sin luz, una pesadilla. Mi marido iba ya tan agotado que le dio tres vueltas a la Rotonda pues no encontraba nuestra salida. Así las cosas, decidimos dormir en Murcia y a otro día, descansados, salir para la playa.

   Pensarás que estuvimos locos al hacer así el viaje de vuelta. Nosotros, ahora, también lo vemos así y nos hemos prometido no repetir jamás.

   Bueno, cielo, te dejo descansar de mis rollos. Dentro de nada habrán acabado las vacaciones y podremos hablar largo y tendido. Hasta entonces, feliz verano y besos.


                                                                           Constanza.

 Hasta el próximo viaje qué ya tendrá fotografías.
¿Qué os parecen estos viajes de mi amiga?


3 comentarios:

  1. Estimada mater_et_magistra:

    Podría comentar a su amiga Constanza que, si la memoria no me falla, este y los siguientes viajes los hicimos en el Peugeot 505, más o menos recién comprado, y no en el 124 blanco, que no habría llegado ni a la mitad del camino a esas alturas. Puede ser que me equivoque o que se trate de una licencia poética, en cuyo caso, vayan mis disculpas por ser un entrometido.

    Por lo demás, me ha resultado muy emocionante rememorar aquellos días inolvidables. Siga, por favor, siga.

    Un saludo.

    ResponderEliminar