Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Otras lecturas de verano

Tras mis viajes preveraniegos, ya en casa, seguí leyendo y me enfrasqué con una novela que llevaba años en mi biblioteca y aún no le había llegado el turno:” El amante de Lady Chatterley” de David Herbert LAWRENCE.
  Temática:
a)    Los cambios que se producen en hombres y mujeres, en su forma de pensar, en torno a la primera guerra mundial y algo después, tal vez como consecuencia directa de ella
b) La vida política, social y económica de aquellos años en Inglaterra con el dominio de la nobleza engreída y una absoluta desigualdad social. Alusiones constantes a cambios, ruptura, rebelión de los obreros…
c)     Algún guiño a la diferencia entre ingleses y escoceses.
d)    Las relaciones hombre-mujer. Por un lado, los cambios que llegan procedentes del continente (¿París?); por otro las ideas tradicionales e inmovilistas de los ingleses. Al ser el autor un hombre no extraña que la figura femenina responda al estereotipo que suelen crear ellos. Mujer indecisa, casquivana, sin lugar importante en el mundo y al servicio del hombre. El autor crea esa mujer que el hombre, por un lado, desprecia, pero por otro necesita pues quiere que sea en cada momento lo que y como él precisa. Prepotencia del hombre en lo viril, más bien del macho.
   Salvando todas las distancias no he podido sustraerme al recuerdo de aquel poema de Sor Juana Inés de la Cruz “Hombres necios…” que en un momento dado dice “Queredlas cual las hacéis/ o hacedlas cual las buscáis.” Es interesante leer el poema completo.

e) Tres personaje destacan: el señor Chatterley (sir Clifford), Connie su esposa y Mellors el guardabosque y futuro amante. Casi al final aparece la señora Bolton que jugará un papel hasta cierto punto importante.
   En cuanto al estilo cabría destacar las descripciones de ambientes, a veces excesivamente poéticas que chocan con el resto del relato. Aunque quizá la        intención sea crear un contrapunto de belleza natural frente a ese mundo casi de inmundicia en que se mueven los personajes.
   Los personajes se describen someramente y los vamos conociendo a través de los diálogos, incluso algún monólogo. Es decir que el personaje, como en la vida, se va creando progresivamente a través de sus acciones.
 La narración algo lenta pues en realidad no pasa casi nada. Constantemente el relato se ve interrumpido por largas disquisiciones de todo tipo o por las descripciones del paisaje.
  En cuanto a las relaciones sexuales se describen de forma excesivamente explícita.
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    Y como “no solo de pan vive el hombre” no solo vamos a disfrutar con la literatura de ficción. He aprovechado el verano para dar un repaso a “Dialectología española” de Zamora Vicente. Me apetecía mucho recordar lo que un día estudié sobre el tema. A pesar de que hay que reconocer que ya se debe haber quedado bastante antiguo (la edición es de 1960) todo o casi lo que en ella se dice, he disfrutado pues es un tema muy interesante. No descarto buscar alguna edición moderna sobre el tema.
   Es evidente que conocer la dialectología de nuestro país nos ayuda a conocer mejor la lengua, las lenguas deberíamos decir, y a comprender muchos fenómenos que, a simple vista, pueden parecer inexplicables.

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   Otra novela leída este verano ha sido (sigo retomando libros atrasados) TIEMPOS DIFÍCILES de Charles Dickens.
   Charles John Huffam Dickens  nació en PortsmouthInglaterra7 de febrero de 1812-Gads Hill Place,  murió el  9 de junio de 1870). Considerado tanto  uno de los más destacados novelistas ingleses , como uno de los más conocidos de la literatura universal, y el más sobresaliente de la llamada era victoriana.
  Se presenta la novela en la forma tradicional dividida en capítulos, numerados en romanos y con su correspondiente título. Cada uno de los títulos, como cabe esperar, alude a la situación que va a dominar la narración en esos momentos o al personaje en que se va a centrar.
   Podríamos decir que el tema central es el ser humano y sus debilidades. Es decir, toda esa serie de acciones, pensamientos, conductas, palabras… que lo convierten en un ser de cuya inteligencia se puede dudar. Todo con una intención muy clara de crítica social.   Es esta la única novela en la que el autor trata de la clase obrera en la que a los obreros se les llama «Manos» Es decir no se les considera ni siquiera personas.
  No olvidemos que Dickens fue un maestro precisamente en esta práctica de una aguda crítica social. Esta tendencia le viene, justo de la vida que le tocó vivir. Una infancia y juventud de estrecheces y miseria. Cabría recoger aquí una frase de su novela David Copperfield, considerada como la más autobiográfica: «Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estímulo, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!». Tuvo que trabajar y resolverse la vida desde los doce años y conoció todos los ámbitos y sectores de la vida londinense.
   Tampoco debemos perder de vista las dosis de humor e ironía que impregnan muchos momentos de la obra.
   Empecemos por destacar la fijación que tienen los dos personajes clave del relato con la utilidad, frente a las emociones y/o los sentimientos. Para ellos todo se centra en lo que ambos llaman las realidades. El hombre solo necesita realidades y de estas pretenden llenar los cerebros de hijos y alumnos a los que, como cabe esperar, convierten en unos desgraciados.
     Llama poderosamente la atención que estas ideas aún están vigentes en algunos ámbitos, en algunas familias y en algunos sistemas educativos.
   En este mundo de realidades se mueven los dos protagonistas: Tomás Grandgrind, un hombre de realidades, de hechos y de números; y su amigo del alma el señor Bounderby, hombre rico: banquero comerciante, fabricante…pero sobre todo (según él mismo pregona) hecho a sí mismo, saliendo de la nada, sin ayuda más que de sus realidades, y un gran vocinglero.
   En torno a ellos una serie de personajes, en cierto modo, sus víctimas. O sea, víctimas de sus teorías. Son estos, los hijos de Grandgrind, sobre todo Luisa y Tom “el mequetrefe”; la señora Sparsit, una dama venida a menos que vive en condición de ama de llaves, o algo así del señor Bounderby. Pero sobre todo los obreros entre los que hay que destacar a Esteban y Raquel.
  No podemos olvidar a la madre de Bounderby a la que él arrinconó para que no hiciera sombra a su lustre y de la que siempre ha renegado y hablado mal.
   Como contrapunto aparece el mundo del circo al que pertenece Cecilia que, en cierto modo, será la salvación de los hijos de Grandgrind. El circo simboliza la ilusión, la alegría de vivir, aunque sea con poco, el gusto por hacer felices a los demás.
   Hay otro personaje curioso del que se sirve Dickens para parodiar y criticar a esa clase medio alta, engreída, vaga, sin ilusiones ni más pretensiones que vivir del cuento. Es un personaje, descrito con ironía, que siempre se mueve con languidez como si eso fuera indicio de su buena clase. Se podría incluir entre sus destacadas sátiras sobre el esnobismo de la aristocracia británica.
  Es mucho lo que se podría decir de esta novela. No sabemos si el traductor ha mejorado o respetado el estilo de Dickens, el caso es que es interesante y atractivo. No podemos, no deberíamos leer esta novela sin prestar gran atención a los retratos. Son espléndidos. Detallados, metafóricos, esperpénticos a veces, magníficos, a fin de cuentas. Se ha dicho que esta forma de concebir tan plenamente a sus personajes se debe a su relación con los ilustradores a los que proporcionaba un bosquejo del trabajo que esperaba ellos para asegurarse de que personajes y ambientes resultarían tal y como él los había imaginado.
   A través de ellos, como en toda la novela, demuestra un extraordinario dominio de la lengua (del idioma).

Debe también prestarse atención a las construcciones sintácticas a base de series binarias, ternarias y más. Es la forma de resaltar la idea que quiere dejar clara, con la que quiere impresionar al lector.

1 comentario:

  1. Lo primero , fantástica la foto del teatro de Mérida.
    Lo segundo ¡vaya con la lady¡ el autor tuvo que publicarla en Florencia porque en Inglaterra se consideraba inmoral. Al final se publicó censurad
    Lo tercero Dickens es un encanto. Siempre me gustó. Te recuerdo que yo estudiaba inglés en el instituto cuando todo el mundo estudiaba francés.

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