Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

jueves, 15 de abril de 2021

 


                                               La lengua de los secretos 

 Deliciosa novela de Martín Abrisketa.      

 La guerra civil española vista por Martintxo. Un chaval vasco de diez años.

  Leo que basada en hechos reales, lo que la convierte para algunos en una novela histórica. De hecho, se la puede considerar como tal, pero lo cierto es que, por el tono, el protagonismo cedido a un niño y la ternura que se respira en ella, trasciende lo histórico y nos quedamos con la vida que vive la familia de Martintxo. Una vida intensa. Llena de penurias y, sobre todo, de mucho amor.

  El autor ha dotado al protagonista del encanto propio de un niño de diez años. Su inocencia, sus fantasías (cree que ha nacido en un queso porque su pueblo está perforad por las minas), sus travesuras. Pero al mismo tiempo, tanto él como la hermana mayor despliegan una madurez y entereza de ánimo impropias de unos niños.

  Tal y como lo vemos en todas las narraciones de esta índole, el autor mezcla la realidad más cotidiana con lo fantástico e imaginario. Incluso en los momentos más dramáticos el niño, Martintxo, no pierde su inocencia y tendencia a la fantasía. Por ejemplo, en relación al vecino y amigo que murió al principio del conflicto y del que él cree recibir cartas. Claro que, justo es destacar, que su hermana mayor, adolescente, más próxima a él que a los adultos, la alimenta y de esa forma lo ayuda a superar la dramática realidad que está viviendo.

  Los cuatro hermanos viven unas terribles experiencias hasta volver a casa y reencontrase con los padres. En realidad, son vicisitudes vividas por muchos niños españoles, los llamados niños de la guerra, reproducidas en estos cuatro hermanos.

  No es la primera vez que este tema es abordado por un escritor. En “Lo que mueve el mundo” (2013), Kirmen Uribe cuenta la historia de una niña vasca Karmentxu acogida en Bélgica. La novela se abre con la referencia a como tras el bombardeo de Guernica el lendakari decide poner a salvo a los niños. Cuenta como entre mayo y junio de 1937 salieron del puerto de Bilbao diecinueve mil niños que encontrarían refugio en Francia, Bélgica, la Unión Soviética y Gran Bretaña. Viajaron solos, como los de nuestra historia, acogidos en Francia.

 Este problema en relación con los niños vascos, lo ha estudiado Jesús Alonso Carballés, pero es extrapolable a los de cualquier parte de España.

En “El otro árbol de Guernica” (1967) Luis Castresana., partiendo de una experiencia personal generaliza a todos los niños vascos que fueron evacuados a Bélgica.

  Un tema similar encuentro en la novela de Kate Morton “Las horas distantes”. En ella se habla de unos niños ingleses que en la segunda guerra mundial son sacados de Londres para protegerlos. Los llevan en un tren con una maestra y cuando llegan a su destino, los habitantes de los pueblos los van eligiendo según gustos o necesidades. A la protagonista y sus hermanos los separan, algo que nadie tiene en cuenta. Si se trataba de un niño en edad de ayudar en una granja se lo llevaba un grajero; o la señora caprichosa elegía a una niñita por bonita o pequeña que daría menos guerra.

  Vemos pues que es un tema recurrente, pues los niños ¿Cómo no? son siempre las principales víctimas, los más perjudicados en todas las guerras.

  Tal vez, podría establecerse una relación con la literatura a que da lugar en España, a mediados del siglo XX, el grupo de escritores agrupados bajo el epígrafe de “niños de la guerra”. Son los que por su edad vivirían, de una u otra forma los conflictos de la guerra civil. Bastantes de ellos han dejado en sus obras testimonio de aquellos años que les tocó vivir repletos de dificultades y sufrimientos. Decidieron contar la historia de su infancia y adolescencia y lo hicieron a través de los ojos de los niños que fueron también protagonistas de sus novelas, cuentos y relatos de todo tipo.

 Precisamente cree Ana Marí Matute “que hasta Delibes no se empieza a ocupar la literatura española de la infancia”

  Es Miguel Delibes uno de los escritores que con más frecuencia recurre a los niños para presentar su mundo novelesco. Explica el autor en más de una ocasión por que los elige. Porque para el niño el mundo de los adultos es lejano y por tanto no lo comprende. Y porque el niño encierra todo el candor y la gracia que podríamos encontrar en el mundo. Todas las puertas de la vida se le ofrecen totalmente abiertas, Podrá serlo todo…

 Esa incomprensión y alejamiento lo vemos también en “Los niños tontos “de Ana María Matute o en la protagonista de “Paraíso inhabitado” de la misma autora. Habría que hacer constar que tampoco los adultos, los mayores, comprenden a los niños y adolescentes, incluso en ocasiones ni lo intentan. (incluso lo hemos visto en esta obra que nos ocupa)

  Por no extenderme ni salirme del tema no entro en otros aspectos y obras muy interesantes en este sentido.

  Volvemos a Delibes. Quizá sus personajes más conocidos en este sentido sean Daniel el Mochuelo de “El Camino” y el Nini de “Las ratas”.

  También Matute presenta a través de los ojos de los niños la guerra, la injusticia, la incomunicación humana, la naturaleza…

  Sanz Villanueva, al hablar de “los niños tontos” considera que en la narrativa de esta época destaca la frecuencia con que aparecen protagonistas infantiles a través de cuya mirada inocente se filtra el mundo fratricida de los mayores cuyos comportamientos imitan con dramáticas consecuencias, a veces.

Otros cuentos con niños de la época de Matute: Ignacio Aldecoa “Chico de Madrid” “Patio de armas”.

Fernández Santos: “Cabeza rapada “y “Mi primo Rafael”

Martín Gaite: La chica de abajo.

  Pero volvamos a “La lengua de los secretos”. Podría decirse que la estructura de la novela es bipartita. Se van alternado el pasado, que recoge la historia de la familia Abrisketa a través de la mirada de un niño, Martintxo, con el presente del narrador adulto, hijo de aquel niño, que necesita obsesivamente escribir esta novela.

 Tal vez podría aplicarse al autor lo que dice Ana María Matute de la escritura: “Tienes tus demonios familiares y tus obsesiones y, a partir de ahí, tienes una idea que te obsesiona o que quieres recuperar, y eso se va larvando dentro de ti. Luego le tienes que dar carne.”

 Son deliciosos los encuentros del narrador con su madre que lo “atiborra” a zumos. Y con el padre que le irá contando poco a poco los recuerdos que él va convirtiendo en novela.

 Llama poderosamente la atención la maestría con que el narrador convierte los recuerdos del anciano padre en la historia vista a través de la mirada de aquel niño que fue. Como, incluso reproduce el repertorio lingüístico de Martintxo y sus amigos.

 Son entrañables muchos momentos del relato. Los miedos del más pequeño siempre arropado por la hermana mayor; la casi identificación de la hermana pequeña con esa muñeca que nunca abandona, hasta tal punto que a veces es nombrada como la muñeca.

  Cabe destacar la acogida, incluso cariñosa, que encuentran durante su periodo de niños exiliados y el trato recibido de personas a las que no les sobraba precisamente mucho.

 La obsesión de Martintxo por los aviones, a los que llega a idealizar con su mirada infantil e imaginativa, nos recuerda aquello que Aldous Huxley observó en los dibujos de los niños españoles alojados en colonias; siempre aparecían aviones, lo que venía a decir qué era para ellos la civilización de su momento.

No voy a desvelar el significado de título. Se intuye ya en las primeras páginas.

Una novela que vale la pena leer. No es un consejo. Es una reflexión en voz alta.

Hasta pronto.

1 comentario:

  1. Muy interesante como todo lo que escribes. En esta ocasión sobre el tema de los "niños de la guerra".
    De todos los libros que citas me gustó enormemente "El camino" de Delibes. Y tengo la seguridad de que este de " La lengua de los secretos" me gustaría también.
    Estoy cada día más admirada de tus conocimientos de la literatura y la cultura vascas.

    ResponderEliminar