Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

sábado, 31 de mayo de 2014

Leer es un placer




    Leer un artículo en un dominical de El País: “Teoría impertinente de la lectura” firmado por Luis García Montero me llevó a reflexionar sobre el hecho de la lectura. Hoy, desempolvo algo de lo que entonces escribí y agrego otras ideas que he ido recogiendo de aquí y de allá.
   Lo primero que llamó mi atención fue el encabezado del artículo:
  “Cada lector se ha formado gracias a las palabras de muchos autores, que también llegaron a conocerse a sí mismos cuando organizaron sus palabras, sus ideas y sus sentimientos para establecer un diálogo con sus lectores”.
   O sea que la lectura es un diálogo autor-lector a través del cual ambos llegan a conocerse a sí mismos.
   Por su lado, José Antonio Marina comenta que “nuestro modo principal de conocer la realidad es leyéndola”  Es decir que a través de la lectura conocemos también el mundo que nos rodea. En otro momento de su libro “La magia de leer” hace notar que la lectura es una actividad pacificadora y que no olvidemos el consejo de los psicólogos infantiles de leer a los niños pues eso les tranquiliza.
   Siguiendo con esta introducción a las ventajas que proporciona la lectura tenemos un ejemplo en un personaje de “Océano”, novela de Vázquez Figueroa, del que se dice: “Le hubiera gustado ser tan aficionado a la lectura como su madre o sus hermanos, pues comprendía que un buen libro le hubiera ayudado a matar las largas horas de espera, pero era demasiado tarde para adquirir un hábito que no había sabido apreciar en su momento, cuando niño”. De donde deducimos que la lectura ayuda a superar la soledad, y otras situaciones difíciles y que es   una afición a la que se debe motivar desde la infancia y que se debe cuidar y mejorar con sentido humanista en la juventud. Esto nos llevará más adelante a hablar de las lecturas apropiadas para cada edad. Ahora bien contradiciendo a ese personaje: nunca es tarde para empezar a leer y aficionarse a la lectura.
       Dice el personaje de “Océano”…”matar las largas horas de espera…..”  y esto me lleva a otro momento del artículo de García Montero: “El acto de leer delimita un espacio propio, un reino singular de soledad y absoluta pertenencia”….”fronteras personales  del lector callejero entre la multitud”.  Hace una referencia a la lectura en el metro, en un banco de jardín, y yo agrego, en el tren. Es completamente cierto. A mí me llama poderosamente la atención ver a la gente en el metro enfrascada en su lectura, sin ver ni oír el mundo que le rodea. Generalmente me pregunto cómo no se les pasa la estación. Es curioso. Leyendo acorto yo mis largos viajes en tren y del mismo modo lo hacen casi todos los viajeros que me rodean. Es cierto, es un aislamiento absoluto, enfrascados cada cual en nuestro libro levantando la vista, solo a ratos, para descansarla o mirar el paisaje.
   Pero en ese aislamiento, mágicamente, entramos en contacto con el autor, con mundos y épocas lejanos, con personajes desconocidos  con los que, en muchas ocasiones, nos identificamos y con nuestro yo más profundo.
   Aprender a leer− dice Marina− es conseguir la llave para entrar en un mundo nuevo, hasta entonces hermético. Proporciona una alegre sensación de poder y libertad. Esta es la razón−aduce el autor y lo sabemos desde siempre −  por la que la lectura ha sido considerada siempre un peligro por todas las autoridades religiosas o dictatoriales.
   Recordemos, a este respecto, las numerosas quemas de libros que recogen la historia y la literatura. Recuerdo ahora “los libros arden mal” de  Manuel Rivas; la quema histórica de libros en Berlín en mayo de 1933 por el régimen nazi; o cómo en 1981 la junta militar presidida por el general Pinochet prohíbe el Quijote por considerarla una obra que contenía una defensa de la libertad y una crítica contra la autoridad.
   Y seguimos con el bueno de D. Quijote que según se nos cuenta de tanto leer perdió el juicio. Pero ¡hombre! Para empezar D. Quijote es un ente de ficción. Además perdió el juicio por no hacer otra cosa y por centrarse en un género lleno de fantasía que él se empeñaba en creer real. O quién sabe si no le ocurrió lo que algunos años después nos contó Michel Ende del protagonista de “La historia interminable”. Resume Ende el argumento: "Un niño toma un libro, se encuentra literalmente dentro de la historia y tiene problemas para salir".   Dice también este autor algo que en mi opinión acerca a D. Quijote y  el protagonista de “La historia interminable”. “   Para encontrar la realidad hay que darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable. Para descubrirse, a sí mismo, Bastián debe primero abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin embargo, hay siempre un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido. “¿No se parece bastante a lo que le ocurrió a D. Quijote?
En efecto aquí está el riesgo pero, por suerte eso no suele ocurrir a los entes reales.
   Los amigos y familiares del hidalgo manchego, organizan la quema de la biblioteca, sí, pero fijémonos en que al menos uno de los personajes hace una selección.
   Esto nos llevaría a reflexionar sobre la idea de si hay libros buenos y malos. En este momento podríamos recurrir al Arcipreste de Hita cuando dice “: Yo, libro, soy pariente de todos los instrumentos; / y te diré el bien o el mal según me pulses;/ donde esté lo que quieras decir pon nota y sostenido;/ si sabes pulsarme, siempre me tendrás en la mente”. Estas palabras del Arcipreste nos conducen a la sabiduría experimental de que ante un mismo libro no cabe una única lectura e interpretación. Los mismos literatos nos enseñan que la obra está abierta al horizonte de expectativas del receptor.  
Podríamos traer aquí a colación la opinión de Unamuno: “La novela no la hace el novelista, la hace el lector”: Niebla, Cap. XXX,  Hablan Víctor y Augusto: Víctor:”El alma de un personaje de drama, de novela o de nivola no tiene más interior que el que le da…−Sí, su autor. −No, el lector. “ Y en la introducción comentan  Harriet S. Stevens y Ricardo Gullón que la aclaración de Víctor recuerda que el lector es colaborador indispensable del autor porque cada lector lee su novela, su drama, y presta al personaje, a los personajes un poquito de su alma…..
   El momento del lector es la hora de la verdad para el texto y para el propio lector. Para éste, leer literatura es decidir libremente, disfrutar en el ejercicio de su elección y aprender a encontrar en los textos los nuevos sentidos posibles que palpitan agazapados entre sus múltiples caras significativas. Estoy hablando de literatura pero tal vez habría que ampliar el campo de acción y hablar de libro, sea del tipo, tema  y género que sea pues siempre el lector tendrá la última palabra.
     Pero centrándonos en la literatura ¿Qué leer? ¿Solo y por encima de todo a los  clásicos? ¿Es una aberración leer Best seller?
    Edward W. Said dice que” la realidad de la lectura es, ante todo, un acto de emancipación e ilustración humana, quizá modesto, pero que transforma y realza nuestro conocimiento en aras de algo diferente del reduccionismo, el cinismo o el estéril mantenerse al margen”…
    Y Julia Navarro, periodista y escritora, comenta “Calvino reflexionaba  así explicando por qué había que leer los clásicos al margen de la arrogancia de la crítica especializada. Tengo para mí que la conclusión también es válida para reivindicar la validez de las novelas de actualidad que alcanzan grandes tiradas y copioso número de lectores: los Best seller.
Best seller fue Sinuhé el egipcio. Chacal  de Frederick Forsyth .
¿Quién decide la calidad  literaria? ¿El crítico? ¿El editor? ¿Los lectores?
Son los lectores los que tienen la última palabra, más allá de los críticos y de la publicidad.”
       
   En un artículo publicado en El País por Enrique Murillo.(Autor de La muerte pegada a las uñas) leemos:No es fácil trazar la línea que separa el valor literario de aquello que no lo  posee…..Es literatura la obra que construye el mundo, la que no lo deja tal cual estaba antes de ser escrita. Al lector de literatura le gusta que le obliguen a releer y, releyendo, a pensar. Lo literario es aquello que aportan autores como Kafka, como Borges, en el sentido de que antes de Kafka no existía lo kafkiano, ni antes de Borges, lo borgiano. En literatura lo que importa por encima de todo es la visión personal, la inteligencia. Y el estilo, aquella forma singular de usar las palabras que permite al escritor verdadero ayudarnos a pensar el mundo de nuevo.” Y más adelante:” Hay ejemplos indiscutibles de feliz matrimonio de la inteligencia artística con el éxito de público. Como W. Shakespeare.
Más cerca de nosotros, Arturo Pérez-Reverte ha hecho la hombrada de arrancar EL PINTOR DE BATALLAS como una novelilla de género, para luego desarrollar en forma de complejos diálogos todo un ensayo acerca de la realidad y su reproducción fotográfica o pictórica y ha vendido cientos de miles de ejemplares.”
   No obstante, en cuanto a este tema hay disparidad de opiniones.

   Veamos el polo opuesto, los clásicos. Una definición de clásico que no contempla el DRAE es la de “superviviente”, obra perdurable en el tiempo y validada a través de las lecturas de épocas sucesivas y diversas. Aquí se puede hacer una comparación con la arquitectura, por ejemplo. El Partenón ha sobrevivido a todos los envites pensables; pero también lo hará El Kursal. Esta concepción  nos la proporciona Azorín en Los clásicos redivivos al recrearlos por la lectura creativa como obras vivas y apasionantes, obras que superan con éxito el examen del crítico más severo -que es el tiempo-, y no porque sean libros perfectos o inatacables. No existen libros inatacables o perfectos y el Quijote no es ninguna excepción…..
   Un clásico es precisamente aquel libro que no necesita ser protegido  de los ataques porque es capaz de sobrevivirlos a todos  y hasta se fortalece con ellos. Pensemos en el Quijote, que ha soportado no sólo las críticas y las traducciones sino que no se ha resentido, antes bien se ha engrandecido su memoria, por haber sido llevado al cine, convertido en pieza teatral, en comedia musical, en cómic, ni por haber inspirado canciones, piezas musicales, grupos escultóricos, o los textos de los estudiantes. ; y ha sobrevivido incluso a la lectura obligatoria impuesta por los programas oficiales (el mejor sistema para hacerlo odiar) y a todos los actos de celebración de centenarios, ocluido el del 2005. De la misma manera que Las meninas han sufrido sin alteración alguna versiones como los óleos de Picasso, o “El misterio Velásquez” de Eliacer Cansino y “Las meninas “de Buero Vallejo por citar algunas versiones pictóricas y literarias.
   Otros clásicos inolvidables: EL LAZARILLO, Galdós etc.……

     ¿Por qué leer? – se pregunta también Muñoz Molina, y se contesta−Hay miles de razones: para intentar entender el mundo; para encontrar sentido a lo que de otra manera muchas veces parece no tenerlo; para sentir que no estamos solos con algunas preguntas. …Pero, me parece, aún más importante que todos esos motivos es que leer puede ayudarnos a descubrir qué pensamos. Leer ayuda a pensar, a esclarecer las ideas propias, a pulirlas y, a veces, hasta a cuestionarlas.

           Con todo, es evidente que a escritos distintos corresponden lecturas diferentes. Nos lo recuerda Marina, aunque observa que no siempre la diferencia entre escritos poéticos (líricos), narrativos, históricos, etc. es completamente nítida. Pensemos en un género que actualmente está en auge: la novela histórica.
   La poesía no se lee igual que la novela. No es solo por la forma. Hay algo en ella que requiere otro tipo de lectura. No solemos sentarnos a leer de manera continuada un libro de poesía. Ese libro está sobre la mesilla de noche, o una mesita del salón y en algún momento lo abrimos y leemos un poema. Tal vez después permanezcamos unos minutos con los ojos cerrados “soñando” lo que hemos leído. No todos los momentos son buenos para leer poesía, hace falta un determinado estado de ánimo, porque la poesía no se comprende, no hay que entenderla, se siente. Se lee muy poca poesía pero ¿por qué nos gusta leer poesía? Dice Marina, y debe tener razón, que porque el poeta nos enseña a mirar la realidad, llamándonos la atención sobre aspectos que sin su ayuda nos pasarían desapercibidos”.
    Casi no leemos teatro porque es un género pensado para ser representado. Eso no significa que no podamos leer obras teatrales y disfrutar con ellas. Pensemos en una obra tan magnífica para ser leída como LUCES DE BOHEMIA de Valle-Inclán
   Lo cierto es que leemos sobre todo narrativa: novela y cuento.
   ¿Por qué leemos narrativa? Según Marina porque somos unos cotillas (esta palabra es mía):”A los humanos les encanta escuchar historias, conocer vidas ajenas, asistir a acontecimientos fantásticos y lejanos”
El cuento tiene una ventaja: la brevedad que permite la lectura en poco tiempo de un texto completo.
   En la actualidad se está imponiendo el microrrelato. Dejando a un lado que los hay muy buenos y su gran utilidad para que los alumnos aprendan a escribir, su éxito tal vez se deba a las prisas con que hoy vamos por la vida. No tenemos tiempo para dedicarle mucho a la lectura de un texto extenso ni a su factura, dicho sea de paso. (Esto no significa que escribir un microrrelato sea cosa de coser y cantar) Debe ser la misma razón que lleva a cultivar el facebook y el Twitter más que el blog.

    Pero el placer de leer siempre será el mismo. Lo importante es precisamente ese disfrute pues la lectura es “la más noble de las evasiones, el ocio más fecundo y la mejor compañía en la soledad”. Y como dijo en su día El escritor francés Antoine Houdar de la Motte mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países”.

   Leer todo y de todo, sí, pero ¿por qué leer literatura? Y ¿Cómo leer para disfrutar plenamente?

   La respuesta a la primera pregunta la encontramos en la siguiente afirmación: La Literatura es la memoria universal de la humanidad, el archivo de sus emociones, ideas y fantasías. Efectivamente en la literatura caben todos los temas, todas las ideas, todas las situaciones…..Recuerdo que en cierta ocasión una alumna me dijo que le gustaría dedicarse al estudio de la Literatura porque en ella lo encontraba todo, a través de ella podría alcanzar el máximo de cultura, de formación, de conocimientos. Efectivamente así es, pero ¿cómo debemos acercarnos a ella, cómo leer?

   En el artículo que dio lugar a estas reflexiones también se leía:” Estoy convencido de la importancia de la teoría literaria, pero también de que ninguna pretensión científica es más importante que la capacidad personal de lectura, la solitaria pasión con la que Leo Spitzer, Roman Jakobson, Roland Barthes, Dámaso Alonso o Lázaro Carreter supieron leer”. Y también se recogen las siguientes palabras: Nietzsche recomendaba para una lectura auténtica una “actitud de rumiante, ojos de pulidor de vidrio y tacto de ciego, leer despacio, con profundidad y dedos delicados, rigurosidad, sigilo; silencioso y pausado”. La lectura debe ser una experiencia estética motivada por el placer del texto y no una experiencia académica motivada por la lectura obligatoria. La letra con sangre no entra, ese antiguo paradigma educativo no formó lectores imaginativos sino resentidos y burócratas.

   Muy ilustradoras estas palabras sobre el fracaso del que muchos profesores se han quejado a lo largo de los años cuando han intentado hacer lectores de sus alumnos por el sistema de la lectura obligatoria. Bien es cierto que siempre hay que cumplir un programa oficial que cabe preguntarse qué mente privilegiad habrá ideado, pero no lo es menos que el profesor en su aula es quien decide y con buena voluntad se puede conseguir algo.

   Como es natural cada persona, dadas sus características personales disfrutará leyendo de manera distinta. Quien conozca la teoría literaria logrará del texto una información distinta de quien no la conozca y disfrutará con una lectura detenida, lápiz en mano subrayando, tomando notas….. De la misma manera que a mayor nivel cultural más conocimientos se extraerán de una obra literaria. Pero la literatura no se escribe para unos pocos seres privilegiados (salvo honrosas excepciones como la de J. Ramón que escribía “siempre para la inmensa minoría”), sino para cualquiera que sea capaz de tomar un libro y leer, disfrutar.

   En este sentido señala Laín Entralgo varios tipos de lectura: “la diversiva (ociosa), la convivencial (correspondiente entre autor y lector), y la perfectiva (iniciática para el lector que encuentra en la palabra “la morada humana del ser”).

   Y volviendo a la teoría literaria, tampoco es razonable que durante años, tal vez siglos, se haya estudiado historia de la literatura como un compendio de fechas, títulos, características casi fantasmagóricas y, de paso, algo de la vida y milagros de los autores. Recuerdo que cuando yo intentaba estudiar la literatura partiendo de los textos, siempre leyendo, leyendo y tratando de que los alumnos extrajeran de ellos todo lo que pudieran de forma personal, espontanea, siempre me salía algún despistadillo preguntándome si no íbamos a “dar “literatura ese año. De mis experiencias en este sentido podría escribir y no parar, pero no es el momento, no sé si el lugar.

   La lectura de obras literarias es una  actividad importantísima para niños y adolescentes. Contribuye a la maduración intelectual y humana de los jóvenes. Es una edad decisiva para que consoliden el hábito de la lectura, desarrollen el sentido crítico y puedan acceder, a través de los textos literarios, a la experiencia cultural de otras épocas y de otras formas de pensar. Como es natural, los niños leerán libros de aventuras, y de fantasía; mientras que  en la juventud es muy recomendable leer literatura, de viajes, de convivencia con otras culturas.
  Exagerando un poco, algunos atribuyen a la literatura poder salvador, como ocurre en el libro juvenil (que a mí no me gustó mucho) “día de Reyes magos”:  Se exagera, sobre todo, con esa adolescente de 15 o 16 años que destila literatura por todos los poros de su cuerpo. Bien que sea una ávida lectora, pero hay libros que casi nadie se creerá que ha podido leer. Tampoco hay que llevar las cosas a esos extremos.
Lo importante es prescindir de la obligatoriedad siempre que sea posible. Ofrecerles varias opciones, que ellos decidan, en la medida de lo posible qué leer.
   Completamente ligado al placer por leer está el placer por la escritura. La adolescencia (incluso la infancia) es una buena edad para potenciar dicha actividad. Potenciar el placer por la escritura en ellos, desarrollará muchos beneficios a todos los niveles.
   Que a escribir se aprende leyendo, es un hecho comprobado científicamente. También Laín Entralgo se refiere a este hacho al hablar de:” coloquio lectivo como proceso de recreación, así de la materia leída como del alma lectora”.
   De hecho, cuando estudiamos, la literatura universal o la española por el método comparativo, observamos que muchos autores han imitado las formas de los que los precedieron y que ellos tuvieron por maestros. Por Ejemplo, en Góngora está Garcilaso y a través de él llegamos a Petrarca y etc.; y en Bécquer encontramos algo de Góngora.  Novelistas de todo el mundo han imitado en algún aspecto  a Cervantes, al Quijote. Sigamos  la trayectoria de la técnica del esperpento cuya creación se atribuye a Valle-Inclán y que podemos ir rastreando, pasando por Galdós,  Quevedo, Cervantes hasta llegar al Arcipreste de Hita. Y en Pérez-Reverte, encontraremos a Galdós. Y así hasta un larguísimo etc.
Así pues la imitación de modelos es y debe ser una actividad didáctica recurrente.
  A una amiga, que presentaba su último libro de poesía, le preguntaron qué hacer para aprende a escribir poesía. Contestó que lo primero de todo copiar, imitar a los poetas que se admire.
Si nos fijamos un poco es también lo que hacen los pintores. Primero copian, luego interpretan y por último crean (más o menos).
La lectura, pues, es o puede ser  interpretación, imaginación y creación.
Y para terminar, unas opiniones interesantes en torno a la lectura:
Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él (Carlos Zafón)
“Siempre imaginé que el Paraíso sería una biblioteca”, (Jorge Luis Borges).
“Un libro debe de ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros”, (Franz Kafka).
 “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imágenes”, (Mario Vargas Llosa).
Conclusión: que debemos leer y leer de todo.

Bibliografía:
José Antonio Marina:”LA MAGIA DE LEER:”
Artículos de El País
Algunas páginas de Internet
Laín Entralgo: LA AVENTURA DE LEER, Madrid, Espasa Calpe S.A. colección austral, 1964,
 responda al nombre de este autor, gran alumno que fue (superando con creces a su profesora a la que cariñosamente llama maestra) y gran profesor y pedagogo  que es.
 
¿Alguna opinión? ¿Hay quién dé más? Pues adelante. Espero vuestros comentarios

3 comentarios:

  1. Leer esta entrada sobre la magia de leer me ha encantado. Es fabulosa. Me ha gustado mucho lo bien hilvanada que está, donde empiezas indicando las ventajas de la lectura, que ayuda a comprender la realidad, a ocupar los tiempos muertos y aprovecharlos, dándonos las llaves para acceder a mundos desconocidos, qué se puede entender por libros buenos y malos, qué leer, porqué leer y sobre todo y más importante cómo leer. Me ha llamado la atención el proceso de copia de estilo de grandes escritores con respecto a sus maestros y así hasta llegar a los clásicos. En estes sentido, y en general en el arte, por eso siempre merecen un lugar especial aquellos que crean escuela como Kafka y Borges. Y la anécdota de "¿Cuándo vamos a estudiar literatura? es genial. Por último la cuestión planteada sobre la necesidad de hacer leer a nuestros jóvenes mediante lecturas obligatorias frente a otras técnicas es muy interesante. No se puede obligar a nadie a leer. Eso no sirve para nada.
    Te felicito por esta entrada.

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  2. Con respecto a las lecturas obligatorias, recuerdo que estando en el antiguo octavo de EGB (14 años) el profesor de Lengua nos "mandó" leer la novela Misericordia de Benito Pérez Galdós. Yo, obediente, la leí y con gusto. Era amarga pero me enganchó. Y me sorprendió que muchos los compañeros de clase no la terminaron de leer, incluso los más aplicados. Por otra parte, mi evolución como lector ha ido de menos a más. En mi infancia y adolescencia no leía mucho. Más bien poco, con la salvedad de las épocas estivales. Sobre el tipo de lectura, en mi caso, mientras preparaba las oposiciones solo leía libros de divulgación científica y después también. Apenas otros géneros y ahora de un tiempo a esta parte he cambiado sobre todo a narrativa. Coincido plenamente con Marina: leer es la llave que te permite entender el mundo y también como dice L. Montero lo que te ayuda a organizarte

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    1. Gracias por tus comentarios. Como has visto tengo experiencias varias en ese sentido. Por ejemplo no sé cómo he llegado a ser no solo lectora,sino amante,enamorada de la literatura,porque en mi infancia y juventud,por uno de los motivos que señalo en el texto casi no leía,leer era poco menos que pecado.
      Por otro lado ,ocurre a veces,a mí me ha ocurrido,empezar un libro y no cogerle el gusto,no sentirse uno con ánimos de seguir y ,sin embargo, en otro momento de tu vida casi lo descubres. A mí me pasó con "Peñas arriba" de Pereda. Lo había intentado,cuando lo estudié pero no había conseguido pasar de las dos o tres primeras páginas.Sin embargo cuando un verano viajé por Picos de Europa, por Cantabría y por Reinosa etc, al volver a casa lo leí de una tirada. En realidad ,creo que la lectura no hay que forzarla.

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